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Han invitado a mi cliente a mediación: ¿qué debo hacer?

Tres consejos fundamentales que los abogados deberían seguir cuando reciban una invitación a mediación para sus clientes

(Imagen: E&J)

Arturo Ortiz Hernández

Director de AOH Mediadores




Tiempo de lectura: 5 min

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Han invitado a mi cliente a mediación: ¿qué debo hacer?

Tres consejos fundamentales que los abogados deberían seguir cuando reciban una invitación a mediación para sus clientes

(Imagen: E&J)



Cuando recibimos la noticia de que han invitado a nuestro cliente a una sesión de mediación, es natural que surjan preguntas. ¿Es esta la mejor opción? ¿Perderemos el control del caso? ¿El mediador será verdaderamente imparcial, si lo ha elegido el otro? Como abogados, nuestra responsabilidad es guiar a nuestros clientes de la manera más eficiente y ética posible. Y, aunque en muchos casos la mediación puede parecer una amenaza o una concesión de control, la realidad es que es una oportunidad valiosa para alcanzar acuerdos beneficiosos para todas las partes involucradas, especialmente en conflictos familiares, donde el bienestar de los menores está en juego.

Sin embargo, aún persisten creencias erróneas sobre el proceso de mediación, especialmente cuando el mediador ha sido propuesto por una de las partes, o la otra parte tomó la iniciativa. Este es uno de los mayores temores que enfrentan los abogados al recibir una invitación a mediar: la idea de que, si el mediador fue sugerido por la otra parte, automáticamente estará inclinado a su favor. Este miedo, aunque comprensible, está basado en una mala interpretación del proceso de mediación y en una ignorancia profesional a estas alturas inexcusable.



Es importante recordar que la neutralidad es una de las piedras angulares de la mediación. Un mediador profesional no pierde su imparcialidad simplemente porque ha sido propuesto por una de las partes o porque la otra parte ha tomado la iniciativa de contactar a tu cliente. La mediación se basa en principios éticos y metodológicos sólidos, y la formación de un buen mediador garantiza que pueda desempeñar su papel sin inclinaciones hacia una u otra parte.

En muchas ocasiones, el enfoque de la abogacía en los conflictos familiares se limita a negociaciones distributivas: discutir sobre cifras económicas, regatear sobre días de visitas o turnos de custodia, y siempre bajo el paraguas de lo que creemos que un juez podría decidir. Sin embargo, este enfoque procesalista tiende a dejar de lado los aspectos más humanos del conflicto y sobre todo el bienestar de los menores, por mucho que se nos llene la boca de que estamos defendiendo el bienestar superior del menor.



(Imagen: E&J)



Un factor que no debemos olvidar es que, en muchas ocasiones, los abogados no están realmente defendiendo el interés superior del menor, sino lo que su cliente tiene sobre dicho interés, interpretación que a veces no coincide con el de la pareja. Esta interpretación, aunque válida desde la perspectiva de las partes, puede estar sesgada por emociones o percepciones subjetivas. Por eso, es tan importante la presencia, en los procesos de familia de un tercero imparcial como el Ministerio Público, quien se asegura de que el verdadero interés del menor prevalezca sobre las posiciones individuales de las partes.

En lugar de rechazar automáticamente la mediación por miedo a perder el control o por sospechas sobre la neutralidad del mediador, es fundamental que los abogados enfoquemos nuestra atención en aspectos clave que realmente marcarán la diferencia en el proceso. Aquí es donde entra en juego nuestra labor como asesores estratégicos de nuestros clientes.

A continuación, ofrecemos tres consejos fundamentales que los abogados deberían seguir cuando reciban una invitación a mediación para sus clientes. Estos puntos no solo ayudarán a maximizar las posibilidades de éxito en el proceso, sino que también asegurarán que tanto el cliente como el abogado se sientan cómodos y preparados.

  1. Analiza la complejidad del caso junto con tu cliente

No todos los casos son adecuados para mediación, y parte de tu responsabilidad como abogado es analizar si este proceso es adecuado para tu cliente. Conversa con tu cliente sobre la naturaleza del conflicto: ¿es una disputa relativamente sencilla que podría resolverse con un diálogo estructurado o es un caso extremadamente complejo donde las emociones juegan un papel dominante?

(Imagen: E&J)

Si se trata de un conflicto donde ambas partes tienen cierto grado de disposición para cooperar, la mediación puede ser una solución rápida y eficiente. Sin embargo, si hay un historial de conflictos irresolubles o si alguna de las partes se muestra especialmente intransigente, quizás debas replantearte si la mediación es la mejor opción en ese momento.

Como abogados, debemos ser capaces de identificar cuándo un caso se puede resolver de forma sencilla a través de la mediación y cuándo puede complicarse, lo que nos permitirá guiar a nuestro cliente hacia la mejor estrategia.

2 Evalúa la formación y experiencia del mediador

El primer paso que debe dar un abogado al recibir la invitación a una mediación es analizar al mediador o institución de mediación. La formación y experiencia del mediador son claves para el éxito del proceso. Asegúrate de que el mediador tenga una trayectoria comprobada y formación específica en la resolución de conflictos familiares, especialmente si el bienestar de menores está en juego.

Evalúa si el mediador o la institución de mediación, tiene experiencia en casos similares al de tu cliente. La capacidad del mediador para gestionar casos complejos o altamente emocionales es crucial para garantizar que el proceso se mantenga equilibrado y productivo.

Además, no tengas miedo de solicitar referencias o informarte sobre su reputación o sobre la institución de mediación como selecciona a sus mediadores.

(Imagen: E&J)

  1. Prepara a tu cliente para el proceso de mediación

Una vez hayas evaluado que la mediación es una opción viable y que el mediador propuesto tiene la experiencia necesaria, es crucial preparar a tu cliente para lo que puede esperar durante el proceso. La mediación es diferente a un juicio o a una negociación estrictamente procesal o de prueba.

Tu cliente debe entender que la mediación no se trata de ganar o perder, sino de encontrar una solución mutuamente beneficiosa. Anima a tu cliente a ser honesto sobre sus necesidades, pero también abierto a escuchar y comprender las necesidades de la otra parte.

Cuando un cliente es invitado a mediación, la primera reacción no debería ser de desconfianza o rechazo. Al contrario, es una señal de que existe una oportunidad para resolver el conflicto de manera colaborativa y eficiente. Siguiendo estos tres pasos —analizar la formación del mediador, evaluar la complejidad del caso y preparar a tu cliente para el proceso—, los abogados pueden desempeñar un papel clave en garantizar que la mediación se desarrolle de manera justa y en beneficio de sus clientes.

La mediación no es una amenaza para el abogado ni una pérdida de control, sino una herramienta valiosa que, si se usa correctamente, puede ofrecer soluciones sostenibles y duraderas en los conflictos familiares, poniendo siempre en el centro el verdadero interés del menor.