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Estilo de Vida

Cuando la ficción se basa en la realidad

La historia de la literatura está jalonada de obras en las que se relatan casos de asesinatos o procesos judiciales que fueron reales, aunque muchas veces no lo sepamos.

Andrés Lara

Director de Economist & Jurist




Tiempo de lectura: 8 min

Publicado




Estilo de Vida

Cuando la ficción se basa en la realidad

La historia de la literatura está jalonada de obras en las que se relatan casos de asesinatos o procesos judiciales que fueron reales, aunque muchas veces no lo sepamos.



Las personas amantes de los libros de género negro o policiaco se enfrentan a crímenes truculentos o asesinos despiadados cuyos actos les resultan increíbles. Sin embargo, es posible que alguno de los casos de investigaciones o procesos judiciales son en realidad la recreación de un hecho real.

A continuación, damos algunos ejemplos de estas obras en las que la realidad es la base del relato.



Comenzamos este repaso con El clavo, un cuento escrito por el español, Pedro Antonio de Alarcón (Guadix, 1833-Madrid, 1891). Hay quienes sostienen que este relato supuso el inicio de la novela policiaca en España, aun cuando no se pueda decir que es una novela policiaca en sí. Esta obra que, por cierto, lleva como subtítulo Causa célebre, está basada en un caso real que tuvo mucho impacto en la España decimonónica.



El libro tiene como protagonistas a Felipe, narrador de la historia, y su amigo el juez Joaquín Zarzo. El juez está triste porque iba a casarse con una bella mujer llamada Blanca, pero unos días antes de la boda ella desaparece. Por su parte, Felipe habla a su amigo de Mercedes, una bella joven a la que ha conocido en un viaje en diligencia y de la que se enamora.



Un día, ambos amigos pasean por el cementerio y encuentran una calavera que les llama la atención porque tiene incrustado un clavo. Inmediatamente sospechan que se puede tratar de un asesinato y comienza una investigación en la que la principal sospechosa es Gabriela Zahara, la esposa de fallecido, y que es declarada prófuga porque no se presenta ante el juez.

Finalmente, Felipe vuelve a encontrar a Mercedes y el juez Zarzo a la mujer con la que se iba a casar, pero un día el juez es avisado por la Guardia Civil de que la prófuga Gabriela Zahara ha sido detenida. Cuando van a verla al calabozo, los dos amigos descubren que la rea es la misma persona que se hizo pasar por Blanca y Mercedes.

Gabriela Zahara es juzgada y en el proceso confiesa que mató a su marido y es condenada a muerte. No contamos el resto de la historia para no destripar el final a aquellas personas que no lo hayan leído. Sí hay que destacar que Alarcón da a su libro en ocasiones la forma del relato de una investigación, con capítulos en los que describe con detalle el juicio, el tribunal, las declaraciones o las primeras diligencias.

Arthur Miller (Nueva York, 1915-Roxbury, Connecticut, 2005) puede ser considerado uno de los grandes dramaturgos estadounidenses del S XX. Entre sus obras hay un libro basado en una historia real de esas que pueden sacar los colores a la memoria colectiva de un país. Nos referimos a Las brujas de Salem, escrita en 1952 y estrenada en 1953.

En este libro, el autor relata los hechos que rodearon a los juicios de brujas de Salem, Massachusetts, en 1692. En este proceso, 19 personas fueron condenadas a muerte por brujería. En el libro se relata cómo unas jóvenes, que son pilladas bailando frenéticamente por un predicador, terminan acusando a varias personas de practicar la brujería para evitar ser castigadas.

La obra fue galardonada con el Premio Pulitzer, con tres Premios Tony y con el de la Crítica de Nueva York. Sin embargo, y a pesar de su indudable calidad literaria, el gran impacto del libro se produjo porque, en cierto modo, el desarrollo de los juicios de Salem era una crítica a la investigación realizada por el senador Joseph McCarthy con la que inició una búsqueda enloquecida de comunistas. De hecho, Arthur Miller, al igual que John Proctor, uno de los protagonistas de la obra se negó a denunciar a colegas suyos cuando fue llamado a comparecer en el Comité del Senado.

James Ellroy (Los Ángeles, 1948-) es uno de los escritores de novela negra más conocidos y con más éxito del actual panorama literario de Estados Unidos. En sus libros no hay el más mínimo atisbo de concesión a lo políticamente correcto y eso en ocasiones, aunque puede llegar a ser un poco desagradable, da a sus obras una gran fuerza. Ellroy ha incluido en sus libros hechos reales ocurridos principalmente en Los Ángeles. Uno de los más celebrados es La Dalia Negra.

El 15 de enero de 1947 fue encontrado en un solar de Los Ángeles el cadáver de Elizabeth Short, de 22 años. El cuerpo, que apareció desnudo y partido en dos, mostraba signos de que había sido torturado durante días. La prensa no tardó en bautizarla como La Dalia Negra y en convertirla en un elemento de morbo mediático que dio mucho de sí. Ellroy refleja de manera magistral este ambiente oscuro en el que la falta de escrúpulos se convierte en seña de identidad.

El caso nunca fue resuelto, y esto marca en cierto modo a los personajes principales de la novela. Esto es lo que les pasa a los dos policías que se encargan de la investigación: Lee Blanchart y Bucky Bleichert. Ambos terminan obsesionándose por el caso a niveles que sobrepasan cualquier criterio profesional razonable.

Hay libros que recogen casos en los que el asesino es capturado, pero eso no significa que el final pueda ser calificado de feliz.

El 17 de enero de 1977, Gary Gilmore fue fusilado en una prisión de Utah por el asesinato de dos personas. Esta fue la primera ejecución que se produjo en Estados Unidos después de que la Corte Suprema del país restituyó la pena de muerte en 1976. Este caso conmocionó a la opinión pública estadounidense.

Norman Mailer (Nueva Jersey, 1923-Nueva York, 2007) se basó en este caso para escribir La canción del verdugo, un extraordinario relato en el que este polifacético periodista y escritor incluye algunas de las mejores páginas que ha escrito en su dilatada carrera.

Para componer su novela, Mailer echa mano de cientos de entrevistas con testigos presenciales. El libro se centra en los nueve meses que van desde el momento en el que Gilmore sale de la cárcel en libertad condicional, los dos asesinatos que cometió al poco tiempo de estar en la calle y termina cuando el protagonista de la historia está ante el pelotón de fusilamiento.

Esta novela, galardonada con el Premio Pulitzer en 1980, tiene entre sus principales virtudes la pericia de Mailer para darnos a conocer a un personaje como Gilmore, que había permanecido 18 de sus 35 años de vida en reformatorios y cárceles y que, una vez es condenado a muerte, se niega a recurrir la sentencia harto de pasarse la vida entre rejas.

La canción del verdugo tiene como antecedente un libro que se encuentra en la cumbre de las novelas sobre crímenes reales. Hablamos de A sangre fría, del escritor y periodista Truman Capote (Nueva Orleans, 1924-Los Ángeles, 1984).

Capote comenzó a escribir este libro en 1959, pero no fue publicado hasta 1966. La novela narra el asesinato de los cuatro miembros de la familia Clutter en una pequeña localidad de Kansas en 1959. El hecho de que la familia asesinada pudiera ser calificada como ejemplar para los estándares sociales estadounidenses de los años 50 provocó una gran conmoción a nivel nacional.

Los asesinos, Dick Hickock y Perry Edward Smith, representaban todo lo contrario. Ambos eran convictos en libertad condicional que creían que en la casa de los Clutter había una importante cantidad de dinero. En realidad, no era así, pero eso no importó y a falta de botín, asesinaron a los padres y a sus dos hijos adolescentes.

Capote, acompañado por Harper Lee (la autora de Matar a un ruiseñor), se desplazó al pueblo en el que se produjeron los asesinatos, donde realizó decenas de entrevistas incluso antes de que los asesinos fueran capturados. Cuando Hickock y Smith fueron detenidos, mantuvo varios encuentros con ambos en la cárcel para documentar su libro.

La acción de la siguiente obra se desarrolla en Europa, más concretamente en Francia. Se trata de El adversario, de Emmanuel Carrère (París, 1957-). Este es un libro que cuenta el asombroso caso de Jean-Claude Romand, un tipo que el 9 de enero de 1993 asesinó a su mujer, sus dos hijos de 5 y 7 años y sus padres e intentó, sin éxito, suicidarse.

Una de las cuestiones más increíbles de este caso es que fue capaz de mantener a sus familia, amigos y vecinos engañados durante años, ya que fingía ser un reputado médico funcionario de la Organización Mundial de la Salud. Cuando decía que iba a trabajar, en realidad se quedaba en aparcamientos de autopistas en cafeterías hasta que llegaba la hora de volver a casa.

Carrère se sintió conmocionado por el caso, dado que uno de los niños asesinados tenía la misma edad que su hijo, y decidió escribir la historia de Romand. Carrère no solo es el autor del libro, sino que aparece en la novela como el narrador de la historia. El reto que se puso el autor francés no resultó nada fácil.

Cuando el autor de El adversario decide escribir el libro, su intención es realizar una investigación que le ayude a comprender el porqué de la actuación de Romand. Empezó a enviar cartas a Romand a la cárcel, pero éste no comenzó a contestar hasta 1995. La investigación fue una montaña rusa en la que el autor incluso suspendió la escritura del libro durante dos años ante las constantes mentiras de Romand.

Al final, a pesar del esfuerzo de Carrère por dar algo de sentido al personaje del asesino, que finalmente fue condenado a cadena perpetua, termina reconociendo que no es capaz de discernir si los actos de Romand son o no motivados por el mentiroso que vive en él.

Terminamos nuestro recorrido sin salir de Francia. En esta ocasión nos centramos en el libro Laëtitia o el fin de los hombres, de Ivan Jablonka (París, 1973-). El libro cuenta la historia de Laëtitia Perrais, una joven camarera de 18 años que desapareció en la noche del 18 al 19 de enero de 2011.

El caso tuvo una gran incidencia mediática desde el primer momento. Dos días después de la desaparición, el asesino fue capturado, pero se negó a confesar dónde había escondido el cadáver. Tras varias semanas de incesante trabajo policial, el cuerpo de Laëtitia fue encontrado descuartizado. Cuando, además, se descubrió que el asesino tenía un largo historial de detenciones previas, el entonces presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, utilizó el caso para atacar a los jueces y criticar lo que consideraba fisuras del sistema judicial.

Con estos mimbres, Jablonka construye un relato en parte crónica de sucesos, en parte novela de no ficción, en el que aborda, no solo el asesinato, la reacción política, la de la sociedad, de los jueces o la personalidad del asesino, sino que se fija en la figura y la vida de la víctima.

A través de sus mensajes en las redes sociales, del testimonio de su hermana gemela y del entorno en el que vivió, se aprecia que Laëticia fue víctima mucho antes de su asesinato. Su padre abusaba de su mujer, fue adoptada por una familia cuyo progenitor violó a varias chicas, incluida su hermana… Según se va avanzando en la lectura, el libro se va convirtiendo en un homenaje a una joven valiente que, a pesar de la dureza de su existencia, aprovecha cada oportunidad que le da la vida para mejorar su situación.

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