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Ucrania y las guerras del Siglo XXI

A Punto de cumplirse 10 días de la guerra ruso-ucraniana, se van despejando incógnitas y aparecen otras nuevas

(Foto: ministerio de Defensa de Ucrania)

Roberto Muñoz Fernández

Letrado en Javier Pulido abogados




Tiempo de lectura: 2 min

Publicado




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Ucrania y las guerras del Siglo XXI

A Punto de cumplirse 10 días de la guerra ruso-ucraniana, se van despejando incógnitas y aparecen otras nuevas

(Foto: ministerio de Defensa de Ucrania)



En primer lugar, como ya adelantamos en esta edición, se confirma que quien asume la batuta de combatir a Putin es la Unión Europea, por la simple razón de que es la principal interesada en el ingreso de Ucrania, con su enorme potencial económico, en nuestra esfera de influencia. La previa incorporación a la OTAN era un requisito para asegurar la defensa militar, que a la UE le cuesta tanto sufragar.

Ignoramos si todo ello es debido a un plan preconcebido o a que el ejército ruso adolece de enormes fallas de logística

Seguidamente, la lentitud del avance ruso es sorprendente, insistimos. Se ha hablado de guerra relámpago, similar a la Blitzkrieg alemana -que por cierto curiosamente la única auténtica fue la orquestada en la Operación Barbarroja, el plan para invadir la Unión Soviética en 1941 que culminó en un auténtico fracaso ante Moscú-. La derrota de Francia fue más bien una auténtica improvisación, lean vds a Karl Frieser- pero de ésta tiene muy poco. La Blitzkrieg requeriría embolsar ciudades y avances rápidos, dejando bolsas que más tarde se encargaría de aniquilar la infantería. El avance ruso es más bien típico de la primera gran guerra, con asedios y demás.



Ignoramos si todo ello es debido a un plan preconcebido o a que el ejército ruso adolece de enormes fallas de logística (esto último es lo que apunta la inteligencia británica). En cualquier caso entendemos que una Ucrania rápidamente sometida hubiera sido más beneficiosa para forzar a la UE a la mesa de negociaciones, con una hipotética partición del país con el Dniéper como frontera natural. Putin se jacta de que sus planes marchan según lo previsto, aunque todo apunta a un farol; la historia está llena de ellos. También en 1940 se dijo en Francia, tras romper los alemanes en 5 días el frente en Sedán, y con ello la espina dorsal de toda la defensa gala, que “tenían un problemilla mas bien serio”. Alastair Horne lo definió como “el eufemismo del siglo”.

Por último, esta guerra muestra que el concepto de guerra, tal y como lo entendíamos, ha mutado: aún sin un conflicto directo, la interconexión entre países, fruto de la globalización, hace que conflictos de este tipo sean enormemente costosos. Esta es la primera guerra del Siglo XXI como tal, ya que las acaecidas hasta ahora -Afganistán, Irak, Siria, Libia- afectaban a estados parias o poco conectados al mundo global, y cuya incidencia real se tornaba mínima. Hoy nos encontramos con un conflicto entre potencias de primer orden y por tanto los efectos de la guerra se miden no sólo en el campo de batalla, sino también en el frente interno: el aluvión de sanciones, directamente de Estados como de multinacionales, unido a la congelación de operaciones, activos y demás, demuestran que nuestras sociedades están en guerra. Desconocemos si Rusia es consciente de que debe vigilar -y mucho- su frente interior si desea culminar con éxito su aventura; las sociedades occidentales están demostrando una firmeza, determinación y cohesión que auguran que, en esta guerra de desgaste, quien más perspectivas tiene de ganar es el bloque Occidental. Bienvenidos al nuevo concepto de “guerra total”.



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