Ana Belén Ruiz: “La jornada de treinta y dos horas debería ser un derecho fundamental”
Durante su intervención en el Congreso laboral de UGT, la experta ha profundizado en las diferentes causas y consecuencias que tiene en la salud el exceso de horas de trabajo
Juan Carlos Álvarez Cortés, catedrático de Derecho de Trabajo y de la Seguridad Social, y Ana Belén Muñoz Ruiz, profesora de Derecho del Trabjo en la Universidad Carlos III de Madrid, durante su ponencia en la X Jornada Confederal. Representación y Libertad Sindical organizada por UGT (Imagen: Sara Zarzoso/ E&J)
Ana Belén Ruiz: “La jornada de treinta y dos horas debería ser un derecho fundamental”
Durante su intervención en el Congreso laboral de UGT, la experta ha profundizado en las diferentes causas y consecuencias que tiene en la salud el exceso de horas de trabajo
Juan Carlos Álvarez Cortés, catedrático de Derecho de Trabajo y de la Seguridad Social, y Ana Belén Muñoz Ruiz, profesora de Derecho del Trabjo en la Universidad Carlos III de Madrid, durante su ponencia en la X Jornada Confederal. Representación y Libertad Sindical organizada por UGT (Imagen: Sara Zarzoso/ E&J)
Durante la jornada de hoy, 23 de noviembre, está desarrollándose en la sede central de la Unión General de Trabajadores, en Madrid, la X Jornada Confederal. Representación y Libertad Sindical, esta vez bajo el nombre ¿Hacia una semana laboral de cuatro días?
En el marco de las intervenciones programadas, Ana Belén Muñoz Ruiz, profesora titular de Derecho del Trabajo en la Universidad Carlos III, ha expuesto los efectos que puede tener sobre la salud de los trabajadores la implantación de una jornada de treinta y dos horas semanas.
“La jornada de treinta y dos horas puede mejorar sustancialmente las condiciones laborales de las personas trabajadoras, incluyendo tanto su bienestar laboral como su salud. Es más, considero que debería ser un derecho fundamental, pero la experiencia del teletrabajo me hace ver que falta un gran impulso por parte del empresario que deje clara las reglas”, argumenta.
Durante su intervención, Muñoz ha profundizado en las diferentes causas y consecuencias que tiene en la salud de las personas el exceso de horas de trabajo. Una cuestión que para ella es más habitual de lo que parece y que ha supuesto un impacto tal que “incluso hemos llegado a ver muertes de personas que no podían más ni física ni mentalmente y se han terminado suicidando”. Frente a ello, ha enumerado una serie de ejemplos de personas que, viéndose superadas por la carga laboral, han decidido acabar con sus vidas.
La catedrática, quien también ha proporcionado datos de distintas asociaciones y ha basado su discurso en diferentes análisis y tesis doctorales, fundamenta su posición en cifras extraídas de la Organización Mundial de la Salud, desde donde “alertan sobre los riesgos asociados al tiempo de trabajo, especialmente en sectores como el de la salud”.
En este sentido, ha destacado la relación entre la exposición nocturna y enfermedades como el cáncer, citando estudios que conectan la exposición en la enfermería a un mayor riesgo de cáncer de mama.
La profesora también ha abordado la diferencia entre la semana reducida y la reducción de jornada a cuatro días, advirtiendo sobre los impactos negativos de concentrar “más horas en menos tiempo”. Además, ha indagado en la pregunta de si las empresas tienen en consideración la salud de los trabajadores al adoptar jornadas de treinta y dos horas. Una cuestión que, tal y como ha afirmado, se ha llegado a plantear al observar que “los acuerdos suelen hablar de bienestar laboral, en lugar de salud laboral”.
Los pioneros de las jornadas reducidas
Al explorar las primeras experiencias de aquellos que han participado en jornadas de treinta y dos horas en países como en Holanda, Noruega o Reino Unido, Muñoz ha destacado beneficios como la reducción de riesgos psicosociales, menor estrés y mayor felicidad. Sin embargo, ha hecho hincapié en la importancia de establecer objetivos claros para evitar consecuencias negativas en la salud de los trabajadores.
“Las personas que trabajan menos horas se reconocen menos estresados, menos cansados. Hay hábitos saludables que se realizan en ese tiempo libre que permite también la conciliación, lo que nos puede hacer también más felices. Se reduce el nivel de estrés, tienen mejores sensaciones. Yo creo que tienen que darnos condiciones de trabajo de calidad, eso nos puede hacer más felices”.
La experta también ha planteado desafíos potenciales, como la necesidad de reevaluar la carga de trabajo y la posibilidad de una mayor fatiga en jornadas concentradas. En base a ello, ha remarcado la importancia de la “reversibilidad de la situación” para aquellos que puedan necesitar ajustes por razones de salud.
En su análisis final, Muñoz Ruiz ha abordado la falta de evolución en la evaluación de riesgos psicosociales, y ha propuesto una revisión de los métodos actuales, incluyendo una “evaluación anual de la carga de trabajo de cada persona”. Una modificación que, tal y como ha asegurado, podría suponer un gran avance en lo referente a la toma de decisiones de prevención y anticipación. “En Alemania, por ejemplo, evalúan constantemente esa carga de trabajo, y si supera el límite, entienden que es porque hay escasez de personal y contratan a más personas”, ha concluido.