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Actualidad

Problemática actual de la comunidad mediadora

La mediación debe ser la primera opción para la prevención, gestión y resolución conflictos

(Imagen: Freepik)

Gloria Calderón, Nuria Calvo, María Dolores Hernández y Encarna Leal

Mediadoras, facilitadoras en prácticas restaurativas, coordinadoras de parentalidad, coach y trainer en pnl, docentes. Socias de Procumedia Gestión de conflictos SLP (Nuria y Gloria), Aletea Diálogo SLP (María Dolores y Encarna), Leukos y Appaso




Tiempo de lectura: 5 min



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Problemática actual de la comunidad mediadora

La mediación debe ser la primera opción para la prevención, gestión y resolución conflictos

(Imagen: Freepik)



Las personas a las que afecta esta problemática somos los propios mediadores, ya que somos nosotros mismos quienes tenemos interés en que la mediación y su comunidad logre el éxito pretendido y llegue a los ciudadanos para que estos puedan reclamar la mediación.

También afecta a la Administración de Justicia, ya que si los conflictos no se resuelven de una forma autocompositiva repercute en la acumulación de procedimientos a gestionar por la misma.



Concierne a las instituciones de mediación que observan cómo las personas no acuden a sus centros con anterioridad a ir al ámbito judicial, siendo relegada a un segundo plano, sin olvidarnos de la comunidad en general, ya que se hace necesario que asuma sus problemas y busque la forma de organizarse y resolverlos.

La mediación tiene sus propios recursos y busca sus potencialidades, y es la propia comunidad mediadora quien con su propia autonomía debería realizar el desarrollo de la mediación, estableciendo una jerarquía de prioridades en función de las necesidades de las personas fijando sus propias metas y buscando la propia motivación.

Entre la problemática a destacar se encuentra la falta de difusión y apoyo institucional de la mediación, así como la inexistencia de dotación presupuestaria. Partimos de que en España existe una tendencia a resolver los conflictos en los tribunales, lo que denominamos “cultura de litigio”. No existe asunción de responsabilidad por parte de la ciudadanía en la resolución de los conflictos que les afectan. prefiriendo que sea un tercero, en este caso el juez, quien decida. No obstante, no podemos olvidar que dentro de la comunidad mediadoras tenemos nuestras propias debilidades.



Para quien se acerque por primera vez a este perfil profesional, los mediadores somos aquellas personas que cuentan con la formación establecida en la Ley 5/2012 de mediación en asuntos civiles y mercantiles, y en los demás textos legales que la desarrollan, y se dedican a la gestión de conflictos a través de la mediación.

Contextualizando, definimos la mediación, según la ley 5/2012, como “aquel medio de solución de controversias, cualquiera que sea su denominación, en que dos o más partes intentan voluntariamente alcanzar por sí mismas un acuerdo con la intervención de un mediador”.

Entre la problemática que afecta al sector, lo más destacable para nosotras, sin que sea un numerus clausus, es lo siguiente:

  • Entre los mediadores no existe en general formación en ventas y marketing con lo que no se llega al consumidor final, que sería la ciudadanía en general y las organizaciones (empresas, administración local, general, colegios…
  • La endogamia existente en el sector, que hace que los mediadores nos relacionemos solo entre mediadores y dirijamos todas nuestras acciones a la comunidad de mediadores. Nuestro lenguaje y mensaje no está dirigido al consumidor final de nuestros servicios, por lo que no llega la información a los posibles usuarios. Escribimos en revistas dirigidas a mediadores, publicamos en blogs dirigidos a mediadores y todo nuestro esfuerzo se encuentra enfocado en destacar dentro de la comunidad mediadora.
  • Existe una falta de cohesión entre el colectivo, no hay sentido de pertenencia. Al trabajar la mayoría en otras profesiones (medicina, abogacía, procura, psicología…,) estamos organizados como pequeños reinos de Taifas, en los colectivos de nuestras profesiones de origen, defendiendo la supremacía y el mayor derecho a desarrollarse en el ámbito de la mediación de unas profesiones sobre otras.
  • Egos y disputas entre los mediadores que comenzaron a desarrollar la profesión en España antes de los desarrollos legislativos marcados por Europa, en los que percibimos un cierto inmovilismo y una falta de aceptación de los mediadores que esperan que sea el Estado, o las comunidades quienes creen servicios a los que poder acceder como profesionales.
  • Falta de conocimiento de la comunidad mediadora de todos los ámbitos en los que se puede desarrollar la profesión, existiendo un encorsetamiento en el ámbito extrajudicial. Y ello, debido a que se ha “vendido” la mediación como un sistema de descongestión judicial, en lugar de entenderla como un método de construcción de paz.
  • El miedo por parte del sector jurídico, que hasta el desarrollo de la mediación tenía la hegemonía en la resolución de conflictos, y que ven en la mediación una amenaza, de pérdida de posibles clientes y trabajo, no acercando la mediación a los ciudadanos.
  • La falta de cultura del diálogo por parte de la ciudadanía, lo que conlleva que solo acudan a resolver los conflictos por métodos adversariales (arbitraje y tribunales).
  • La falta de convencimiento y apoyo por parte de la judicatura, que en los procedimientos judiciales no derivan a mediación, a excepción de ciertos sectores, como el Grupo Europeo de Magistrados por la Mediación (GEMME), y otras loables excepciones.
  • La no homogeneidad legislativa sobre mediación en las distintas comunidades, lo que genera inseguridad jurídica, y poca confianza con los consumidores, en especial empresas que tienen ámbito nacional o que trabajan en distintas comunidades autónomas al tiempo.
  • La no modificación legislativa a nivel nacional indispensable para el desarrollo de la mediación y su efectiva implementación.
  • Falta de dotación económica y de apoyo de las instituciones públicas.

Todo lo expuesto nos lleva a la actual situación de la mediación, que no termina de despegar y llegar al usuario final, pese a las múltiples ventajas que presentan para gestión y resolución efectiva de los conflictos.

El impacto que esta problemática presenta no solo afecta a la comunidad mediadora, de la que somos parte las autoras, sino también a la administración, tanto general como local, y a los movimientos sociales.

Reivindicaciones

Una vez planteada la problemática, debemos centrarnos en proponer ideas que puedan servir para afrontarla.

Sabemos que es fundamental que los mediadores adopten un rol proactivo y centren sus esfuerzos en elaborar campañas de difusión de la mediación, como método adecuado de solución de conflictos, haciendo gala de sus principios y ventajas dentro del contexto social.

En el ámbito de la formación de nuevos mediadores, o en las formaciones avanzadas, es trascendental dotar al alumnado de habilidades blandas y herramientas de gestión de proyectos, y formación en marketing y ventas, a fin de que se pueda llegar a la ciudadanía.

A nivel de comunidad mediadora, la unión de sus integrantes es primordial, siendo necesario crear una identidad común, con sentido de pertenecía para lograr una evolución activa, creativa y dinámica.

Es necesario un mayor conocimiento de los distintos ámbitos en los que se puede desarrollar la profesión, sacarla del ámbito judicial y valorarla por sí misma.

Estamos infrautilizando los recursos que la mediación nos ofrece para mejorar la sociedad, mirando únicamente hacia un lado, el judicial, cuando la Mediación con mayúsculas puede desde la prevención abordar todos los conflictos antes de que escalen a la vida judicial.

Como mediadores se nos olvida que podemos desarrollar nuestra carrera profesional, no solo en la gestión y resolución de los conflictos, sino en el ámbito de la prevención y formación, dotando a las personas de habilidades en comunicación efectiva y gestión de conflictos, consiguiendo la mejora del bienestar emocional.

A nivel preventivo, desde nuestra experiencia, se puede trabajar desarrollando dentro de organizaciones (empresa, colegios…) proyectos de mejora de la convivencia, donde se trabaje con toda la comunidad (educativa o toda la empresa u organización), encargándonos tanto del diseño, implantación como desarrollo y posterior seguimiento.

En el ámbito comunitario, apostamos por trabajar en proyectos que rediseñen el entorno y favorezcan los procesos participativos de toma de decisiones para la mejora de la convivencia, logrando crear contextos sociales saludables y mejorando el bienestar social. Los procesos que consiguen la participación de las personas suscitan sentimientos de pertenencia a un grupo y, además, permiten la asunción de responsabilidad en la búsqueda de soluciones.

El sentido de pertenencia a la comunidad del diálogo y una forma diferente de comunicación, nos genera unos vínculos y unas relaciones distintas a las que estamos acostumbrados en el ámbito judicial, sin necesidad de crear una barrera con dicho ámbito sino coexistiendo y colaborando. Trabajar de forma multidisciplinar nos permitirá un acceso a la gestión del conflicto atendiendo al bienestar emocional de las personas logrando una mayor humanidad.

Cualquier intervención en las relaciones entre las personas y el uso de técnicas de mejora de la comunicación tiene efectos educativos, dado que se traslada al resto de las relaciones de las personas, conllevando un proceso de aprendizaje.

A pesar de la problemática expuesta, creemos firmemente que los distintos miembros de la comunidad mediadora llevamos realizando ímprobos esfuerzos desde los comienzos de la mediación en España, para ser los mejores constructores de paz y diálogo.

Con tesón, rigor y altas dosis de positividad realista, y trabajando las sinergias dentro de la comunidad mediadora y el sentido de pertenencia, lograremos que la mediación se convierta en la primera opción de la ciudadanía para la prevención, gestión y resolución de sus conflictos.

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