Yo tengo un sueño…
"Tenemos que creernos que podemos llegar muy lejos"
(E&J)
Yo tengo un sueño…
"Tenemos que creernos que podemos llegar muy lejos"
(E&J)
Emulando al gran Martin Luther King, yo tengo el sueño de que no exista la conmemoración del día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Que no se escriban tribunas de este tipo y que las generaciones futuras estudien la realidad pesarosa del siglo XXI de discriminación de género y les parezca un episodio de ciencia ficción, tanto como a nosotros nos lo parecen los faraones egipcios o la esclavitud que existió en EEUU.
Sé que puedo parecer algo sarcástica, pero es necesario recalcar los resultados de tantos estudios que a cada momento se llevan a cabo, tanto a nivel internacional como en nuestro país, sobre la presencia de mujeres en el mundo corporativo, techo de cristal, brecha salarial, igualdad en general, discriminación por razón de género y la violencia sexual. Los datos objetivos que se extraen se mantienen abrumadoramente pesimistas. No hay paridad de género en el mundo moderno, y un reflejo de ese panorama es el sector de la industria legal, que conozco desde hace 25 años.
Por supuesto, hay excepciones afortunadamente en el sector legal y de la abogacía de los negocios. Sin embargo, la regla general sigue siendo una manifiesta falta de representatividad de mujeres en los puestos de dirección de los despachos de abogados. Relacionado con ello, tengo el sueño de dejar de sentir un crujido interior con la publicación en los medios de fotos de grandes hombres exclusivamente, junto a los reconocimientos dados a los mejores abogados de las diversas prácticas o a los representantes de las firmas en el panorama legal.
Yo tengo un sueño: que las mujeres, que somos prácticamente más del 49% de la población, tengamos poder de decisión al más alto nivel en la industria legal. Tenemos que creernos que podemos llegar tan lejos, y censurar cualquier atisbo de barrera, tanto más aquéllas que son autoimpuestas. Desterremos, por tanto, el miedo, el síndrome del impostor, el autocastigo por ser mala madre, mala esposa o hija (porque ¿qué significan realmente?, ¿quién o de qué modo han entrado en el inconsciente femenino?) si la mujer tiene ambición y opta por tener una carrera profesional. Debemos empoderar a las juristas mujeres de cualquier edad mediante el consejo y mentorización de hombres y mujeres cómplices y talentosos que sean referente y valientes.
Igualmente, yo tengo un sueño y es que la industria legal empiece a funcionar de otra manera, cambiando las reglas del juego respecto al gran talento femenino y de esa forma termine por dejarse muy atrás, por retrógradas e injustas, las reglas que mueven el tablero en cuanto al liderazgo legal se refieren. Solo así evolucionaremos desapareciendo las brechas, los suelos pegajosos, los techos acuchillados, y ese sin fin de obstáculos que cortapisan los bienintencionados avances que a paso lento se han dado hasta nuestros días.