Gracias a mujeres como ellas
"Aún tenemos que erradicar ciertas costumbres de otras épocas"

Gracias a mujeres como ellas
"Aún tenemos que erradicar ciertas costumbres de otras épocas"

Lo confieso. Redactar esta tribuna no me ha resultado sencillo. Es un tema recurrente cada mes de marzo que se hable de las dificultades que encontramos las mujeres en nuestras carreras profesionales; y siempre he pensado que se trataba, no de un tema de discriminación, sino de saber elegir correctamente a nuestros compañeros y compañeras de camino, quien asuma por igual las responsabilidades familiares y nos permita desarrollarnos como profesionales.
Evidentemente, yo no he tenido que enfrentarme a las dificultades que soportaron Concepción Arenal o Ascensión Chirivella durante los siglos XIX y principios del XX, ni para estudiar ni para trabajar. También soy consciente de que, gracias a mujeres como ellas, mi camino profesional ha sido más sencillo.
Por tanto, ¿cómo hablar de las dificultades que entraña ser mujer dedicada a la abogacía cuando los plazos cuentan igual para los hombres que para las mujeres, o cuando el baremo de honorarios no distingue si quien tasa es letrado o letrada? ¿Verdaderamente, en 2025, nos quedan retos que alcanzar a las mujeres en este campo, o se trata del manido discurso que nos asalta todos los años por estas fechas?
Para mi sorpresa, la respuesta a esas preguntas estaba sólo a unos cuantos WhatsApp de distancia y no era la respuesta que esperaba oír.
Bastó comentarlo con mi entorno y pronto me hicieron ver lo equivocada que estaba, que mi realidad de abogada autónoma, en la seguridad de mi propio despacho, era minoritaria y privilegiada.
Enormes profesionales del sector se topan día a día, en pleno siglo XXI, con situaciones que nos recuerdan que no está todo hecho en cuanto a igualdad se refiere, y que aún tenemos que erradicar ciertas costumbres propias de otras épocas.
Así:
- Solo a ellas se les pregunta en entrevistas de trabajo si tienen hijos o si prevén tenerlos;
- solo a ellas se las toma por personal administrativo cuando abren la puerta del despacho o responden al teléfono;
- solo se pone en tela de juicio la capacidad para alcanzar los objetivos marcados por la organización de la abogada que ha sido madre y no del abogado que ha sido padre;
- en ciertas áreas del derecho (mercantil, urbanismo) el cliente y, por tanto, el responsable del despacho, prefieren a un abogado hombre —al que se le presume mayor agresividad o vehemencia en la defensa del cliente— que a una letrada, a la que se le asignan otras áreas del derecho;
- precisamente esas áreas, asignadas tradicionalmente a hombres, son las que comportan honorarios más cuantiosos, lo que se traduce, en consecuencia, en menores ingresos para ellas;
- mayor dedicación de ellas al cuidado de hijos y ancianos comportan una menor posibilidad de asistencia a reuniones de trabajo, quedando relegadas en la carrera profesional.
Todo lo anterior se traduce en que, si bien el porcentaje de graduadas en Derecho y abogadas supera el 50%, son minoría cuando se habla de socias de grandes despachos o mujeres decanas al frente de Colegios de la Abogacía, siendo, tan solo, el 12% del total las magistradas en el Tribunal Supremo.
Por tanto, contrariamente a todo lo que yo había creído hasta ahora, sí queda bastante camino por recorrer.
Camino, por supuesto, que favorezca:
- El empleo de medios digitales para el desarrollo del trabajo, que mejoran la posibilidad de conciliar.
Recientemente hemos conocido la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Sala de lo Social, Sección 1ª, Sentencia 945/2024 de 18 oct. 2024, Rec. 499/2024, que reconoce el derecho de una abogada al teletrabajo los cinco días de la semana para atender las necesidades especiales de una hija.
- Erradicar la cultura del presentismo y poner el acento en el cumplimiento de los objetivos, más que en el número de horas trabajadas.
Porque, como dijera Ruth Bader Ginsburg, jueza de la Corte Suprema de los Estados Unidos desde 1993 hasta su muerte en 2020, «las mujeres pertenecen a todos los lugares donde se toman decisiones. No debería ser que las mujeres sean la excepción».

Ruth Bader Ginsburg. (Imagen: Corte Suprema de los Estados Unidos)
