El futuro de las abogadas requiere de compromiso y acción

Ser joven abogada hoy significa enfrentarse a un mundo lleno de oportunidades, pero también a desafíos que no podemos ignorar. Nos hemos formado con la certeza de que el talento y el esfuerzo son la clave para alcanzar nuestras metas, pero, a medida que avanzamos en nuestra carrera, muchas de nosotras empezamos a replantearnos cuestiones fundamentales: el acceso a puestos de liderazgo, la conciliación, la posibilidad de formar una familia sin que ello afecte a nuestras aspiraciones profesionales. Nos preguntamos cómo compaginar ambas realidades sin sentir que debemos renunciar a algo por el camino.

Estas inquietudes son habituales en las conversaciones con amigas y compañeras, y reflejan una realidad que sigue pesando sobre nosotras: aunque hemos avanzado mucho, aún existen barreras sutiles, sesgos inconscientes y dinámicas de trabajo que dificultan la igualdad real. Y, sin duda, el mayor desafío es la incertidumbre que sentimos al tomar decisiones clave para nuestro futuro.

Por eso, el cambio no puede seguir siendo una aspiración lejana. La igualdad en la abogacía debe ser una realidad palpable en nuestro día a día. Y, para lograrlo, es fundamental que todas y todos tomemos un papel activo.

No basta con desear un futuro mejor; debemos construirlo con compromiso, impulsando redes de apoyo, visibilizando referentes y promoviendo cambios desde dentro. El talento femenino está ahí, pero necesita un entorno que lo potencie, no que lo frene. Y lograrlo es una responsabilidad compartida.

En este contexto, iniciativas como Women in a Legal World o Abogacía Joven ICAM cobran más sentido que nunca. A través de estos proyectos buscamos crear espacios donde el talento femenino y el talento joven se impulsen con fuerza y sin límites.

Este año, además, hemos puesto en marcha desde Abogacía Joven ICAM, Diálogos Inspiradores, una iniciativa en colaboración con la sección de Igualdad del ICAM, que ofrece a jóvenes abogadas la oportunidad de mantener conversaciones cercanas y de calidad con grandes referentes del sector. Porque conocer de primera mano las experiencias de quienes han allanado el camino antes que nosotras no solo inspira, sino que también nos da herramientas para avanzar con mayor seguridad.

El cambio no llegará por inercia ni es responsabilidad exclusiva de las nuevas generaciones. Transformar la profesión para que hombres y mujeres tengan igualdad real de oportunidades es un reto colectivo, que exige el compromiso de todos. La abogacía debe evolucionar al mismo ritmo que la sociedad, y en ese camino, cada paso cuenta. No se trata solo de abrir puertas, sino de garantizar que, una vez abiertas, todas tengamos las mismas posibilidades de cruzarlas. Lo que hagamos hoy marcará la diferencia para las generaciones que vienen detrás. Y esa es, sin duda, una llamada a la acción.