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El abogado ‘inhouse’ reivindica su papel estratégico en el seno de las empresas ante el tsunami regulatorio existente

Un estudio del ICAM lo define como un elemento influyente en la toma de decisiones empresariales

Los abogados 'inhouse' como Javier Ramírez, en HP; Carlos Menor, en Renault; e Ignacio Martínez, en Heineken España, se han convertido en claves para sus empresas. (Imagen: ICAM)

Luisja Sánchez

Periodista jurídico




Tiempo de lectura: 8 min

Publicado




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El abogado ‘inhouse’ reivindica su papel estratégico en el seno de las empresas ante el tsunami regulatorio existente

Un estudio del ICAM lo define como un elemento influyente en la toma de decisiones empresariales

Los abogados 'inhouse' como Javier Ramírez, en HP; Carlos Menor, en Renault; e Ignacio Martínez, en Heineken España, se han convertido en claves para sus empresas. (Imagen: ICAM)

El ‘retrato robot’ del abogado de empresa es el de un/a profesional de 46,9 años, con amplia trayectoria, experiencia previa en despachos y que trabaja mayoritariamente en grandes empresas de los sectores financiero, tecnológico, energético y de infraestructuras, según se desprende del estudio realizado por el ICAM y la consultora demoscópica GAD3, a partir de 893 entrevistas a abogados inhouse, presentado este jueves.

Este amplio informe aparece recogido en el nuevo número de la revista colegial Otrosí, en su portada. En cuanto a los riesgos, el 86 % reconoce una preocupación alta por los riesgos de ciberseguridad, y uno de cada tres afirma haber sufrido vulneraciones de la confidencialidad profesional.





Los resultados de este análisis inédito revelan —según los abogados inhouse consultados por este medio— el cambio sufrido en la abogacía de empresa: ya no es un profesional reactivo, que se consulta de vez en cuando; ahora su voz es importante, al igual que los informes que presenta en el Comité de Dirección de las firmas. Se ha convertido en una figura clave para entender el entramado legal, ético y digital del tejido empresarial actual.

El 78 % de la abogacía de empresa ocupa posiciones de alta responsabilidad: el 39 %, como director jurídico; y otro 39 %, como abogado sénior. Sin embargo, a nivel de género, el informe apunta a una brecha en los cargos de dirección: aunque las mujeres representan el 42 % de los abogados sénior, solo el 35 % lidera el departamento jurídico, frente al 44 % en el caso de los hombres. Eso hace que un 42 % de la abogacía inhouse intervenga activamente en la estrategia empresarial, el 26 % forme parte del comité de dirección y el 23 % ejerza como secretario del consejo.

«Los datos hablan por sí solos: estamos ante una figura profesional en plena transformación», afirma el decano del ICAM, Eugenio Ribón. «De un rol tradicionalmente técnico, vinculado a la gestión del cumplimiento, hemos pasado a un perfil cada vez más implicado en la toma de decisiones, en la estrategia corporativa, en la innovación legal y en la gestión del riesgo. Esta evolución no es casual: responde a un entorno jurídico y económico cada vez más complejo, más regulado y más interconectado», añade.

«El abogado de empresa está en un punto de inflexión», señala, por su parte, Narciso Michavila, presidente de GAD3 y responsable del análisis de datos, quien considera que «aquellas organizaciones que no lo integren plenamente en su estrategia están renunciando a una ventaja competitiva clave». En su opinión, «el estudio refleja con claridad que, aunque el 42 % de los abogados inhouse ya participa en decisiones estratégicas, aún queda un largo camino por recorrer para consolidar su papel como pilar de la estrategia corporativa».

Para la diputada del ICAM responsable de abogacía de empresa, Ana Buitrago, el estudio pone en valor uno de los atributos que caracterizan a este colectivo: la versatilidad. «El abogado inhouse tiene que ser una persona rigurosa y creativa, abierta a aprender metodologías para mejorar su capacidad de innovación. También, estar curtido en la calibración de riesgos y en la detección de oportunidades. Además de conocer su negocio y el sector, debe saber de gestión de proyectos, de tecnología, sin olvidar su función jurídica. Es un perfil muy exigente, con una formación y experiencia amplia y diversa».

El decano del ICAM, Eugenio Ribón, cree necesario proteger el secreto profesional y las comunicaciones de los abogados ‘inhouse’. (Imagen: ICAM)

Secreto profesional y comunicaciones

La protección del secreto profesional es una de las preocupaciones más señaladas por el colectivo. El 52 % de los encuestados considera que está poco o nada protegido, y un 30 % afirma haber experimentado vulneraciones de la confidencialidad en sus comunicaciones. Sobre la ciberseguridad, el 86 % manifiesta una preocupación alta ante esta amenaza, especialmente en sectores como el tecnológico, el de medios o el de la construcción.

Además, la digitalización es uno de los vectores de cambio más relevantes en el ejercicio de la abogacía de empresa. Según revela el estudio, un 27 % de las asesorías jurídicas ha comenzado a incorporar herramientas de inteligencia artificial, con mayor presencia en sectores como el farmacéutico, el tecnológico y el audiovisual. Aunque la implantación todavía es desigual, los datos apuntan a un proceso sostenido de integración de estas tecnologías emergentes en esta práctica legal inhouse.

Los resultados del estudio plantean, además, una reflexión de fondo sobre el papel del abogado de empresa en un entorno cada vez más expuesto a riesgos tecnológicos diversos, toda vez que nueve de cada diez profesionales de la abogacía inhouse expresan una preocupación elevada por los riesgos cibernéticos, y un porcentaje importante asegura haber visto comprometida la confidencialidad de sus comunicaciones.

En este contexto, el decano del ICAM, Eugenio Ribón, recuerda que garantizar la confidencialidad entre cliente y abogado no es una cuestión interna de las compañías, sino un elemento estructural del Estado de Derecho: «Desde el ICAM queremos subrayar con toda claridad un principio irrenunciable: el secreto profesional es un pilar esencial del ejercicio de la abogacía, también —y especialmente— en el ámbito de la empresa. Proteger la confidencialidad de las comunicaciones entre abogado y cliente no es un privilegio corporativo, sino una garantía democrática».

Narciso Michavila, socio director de GAD3, autora de la encuesta, valora la progresión de los abogados de empresa. (Imagen: ICAM)

Un papel estratégico

Para Javier Ramírez, Head of Regions (Non-US) Litigation & Governmental Investigations de HP Legal, que participó en un debate moderado por la diputada Ana Buitrago, en el que participaron sus colegas Carlos Menor, Legal Director and Compliance Officer en Renault España, e Ignacio Mendoza, director legal de Heineken España, «conforme a los estudios realizados por el ICAM, el 82 % de los abogados de empresa colegiados están como ejercientes, mientras que existe un porcentaje importante (18 %) que está colegiado como no ejerciente. No hay datos sobre los licenciados en Derecho que ‘ejercen’ de hecho como abogados de empresa y no están siquiera colegiados».

En el debate señalaron el profundo cambio en los abogados inhouse: «Cada vez más cubrimos más cosas. Las empresas nos piden cubrir todo y gastar menos. En mi caso, en Renault, también llevo laboral, con lo que tienes una visión global de toda la compañía», comenta Menor, quien también reconoce que «nuestro trabajo es amplio, lo que hace que se externalicen servicios de forma concreta. Desde Heineken, asesoramos en todos los temas, excepto laboral y parte fiscal. Esa área fiscal la lleva otro abogado. La parte laboral recae en RR. HH., lo que es ineficiente; es mejor que lo lleve un abogado. En otras empresas, los temas de riesgos acaban por llevarse en el área jurídica».

Ignacio Mendoza reconoció el uso de la tecnología en su empresa expresando que «con una aplicación logramos 10.000 contratos al año, revisamos el equipo de compras y hacemos uso de la IA a través de cuatro herramientas». Para Carlos Menor, «deberíamos tener un equipo mayor. Al final, hay unas líneas transversales y nuestro equipo es versátil; así pueden pasar de mercantil a retail. Al final, ellos agradecen dicha rotación. Nuestros abogados conocen todo lo que es el negocio para dar solución a los problemas empresariales que tienen una vertiente legal. Su trabajo siempre está orientado al negocio y debe tener habilidades de comunicación en el seno de la empresa, porque ve al cliente interno a diario».

Para Ramírez, «es importante resaltar la importancia de que el abogado de empresa esté colegiado y que, además, lo haga en calidad de ejerciente, ya que, conforme al art. 4 del Estatuto General de la Abogacía Española y al art. 13 de la LO de Derecho de Defensa, para el ejercicio profesional es necesario estar incorporado en un colegio de la abogacía en calidad de ejerciente, quedando reservada la denominación de abogado/a exclusivamente a quienes estén incorporados como ejercientes. En consecuencia, si no eres abogado de empresa colegiado como ejerciente, no cabe esperar la importante protección de la inviolabilidad/secreto de las comunicaciones legales que mantengas con tu cliente».

En cuanto al secreto profesional, pese a que en la encuesta los profesionales creen que no está bien protegido: «La percepción sobre la falta de protección es errónea y obedece a una malinterpretación de la sentencia del TJUE en el caso AKZO. Se ha avanzado mucho en este tema, no solo con el EGAE de 2021, que en su art. 39 prevé la abogacía de empresa, sino que esa protección se ha elevado recientemente a rango de Ley Orgánica con la LO 5/2024 del Derecho de Defensa, que incluye dentro de los profesionales a quienes se aplica (artículo 13) tanto los profesionales por cuenta propia o ajena (en referencia aquí a los abogados de empresa, no solo al abogado con relación laboral especial integrado en un despacho)».

Mercedes Carmona, de blanco, en la última cumbre del ICAM y del ICAB sobre abogados de empresa, cree que el colectivo ha avanzado mucho. (Imagen: ICAM)

Este abogado lleva 33 años de carrera en esta multinacional. Otro dato que revela sobre la encuesta es que «veo relevante que se trate el bienestar emocional en el entorno laboral, que arroja buenos resultados, aunque habría que ir un paso más allá y no solo preguntar si el abogado de empresa percibe que en su entorno laboral se promueve activamente el bienestar emocional, sino valorar si el abogado tiene realmente un entorno laboral sano, donde se cumpla lo que decimos en HP: Work does not have to feel like work«.

Indispensable para el negocio

Mercedes Carmona ha desarrollado su carrera profesional en destacadas multinacionales como abogada inhouse, con algunas etapas en firmas como Ecix Group o M&A, despacho de Michavila y Acebes. Ahora es directora jurídica para Iberia de Becton Dickinson (BD). Copreside, con Elia Esteban —directora jurídica de ASISA—, la sección de abogados inhouse del ICAM. «Los abogados inhouse estamos ahora en primera línea como elemento clave del negocio en cualquier empresa. Conocemos el negocio interno y cómo puede impactar el marco regulatorio existente y futuro en nuestra actividad. El área legal ha dejado de ser reactiva y está encima de los temas que preocupan a las empresas».

En esta actividad, la presencia de mujeres juristas es importante, como señala este estudio, aunque «aún faltan mujeres en los puestos destacados de las asesorías jurídicas de empresa. Todavía hay mayoría de hombres en estos puestos directivos. Nuestras preocupaciones tienen que ver con la defensa del secreto profesional y entender la problemática de los ciberataques, así como minimizar los riesgos del negocio. Cuestiones como la incorporación de aranceles en la economía europea por el presidente de EE. UU., Donald Trump, obligan a hacer análisis exhaustivos de toda la contratación de las empresas afectadas. Se trata de saber cómo podemos afrontar la llegada de esos aranceles y si se pueden repercutir».

En un país como el nuestro, de pymes, nuestra interlocutora es consciente de que «muchas de esas empresas no piensan en tener un profesional jurídico interno, pero a la larga, con todas las obligaciones legales que tienen las empresas que cumplir, sí sería bueno que las compañías valorasen a esos profesionales, tanto por sus conocimientos jurídicos como por saber bien el negocio de las empresas. Es bueno hacer ese cálculo económico de contar con un profesional que puede ayudar a resolver asuntos en el seno de la empresa. La ventaja es que a esos profesionales no hay que explicarles nada del negocio, porque lo conocen bastante bien, lo que supone un ahorro de tiempo, importante en los momentos que vivimos en la actualidad».

Los roles de director jurídico o legal counsel y director financiero han crecido en el seno de la empresa y, en algunas ocasiones, trabajan de forma conjunta: «Somos las dos funciones que controlamos los riesgos de una empresa, vamos siempre de la mano y nos entendemos muy bien en el seno de la empresa». En cuanto a aquellos abogados que quieran dar el salto a la empresa, Mercedes explica con humor que esos juristas «deben saber controlar su ego. El abogado de empresa lo sabe: no somos protagonistas de nada. No estamos para alardear de lo mucho que sabemos, sino para resolver los problemas que se generan en la empresa. Nuestro interlocutor es ahora personas legas en la materia que quieren saber lo que pueden o no pueden hacer».

En este estudio del ICAM se apunta a una brecha en los cargos de dirección: aunque las mujeres representan el 42 % de los abogados sénior, solo el 35 % lidera el departamento jurídico, frente al 44 % en el caso de los hombres. (Imagen: ICAM)

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