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Al día

La opinión del Juez.Contención y firmeza. Reflexión sobr el llamado \»movimiento del 8 de octubre\».

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Al día

La opinión del Juez.Contención y firmeza. Reflexión sobr el llamado \»movimiento del 8 de octubre\».

(Imagen: el blog de DIGI)



Por Gemma Vives.

Debemos reflexionar. Como juez que soy, vocacional y comprometida, creo que es urgente meditar sobre lo sucedido. Creo que hay que aclarar muchos extremos que de otro modo nos van a conducir a la ceremonia de la confusión. El llamado “espíritu de octubre o del 8-O” corre el serio riesgo de reducirse a una anécdota. A una simple protesta por ausencia de medios (…). O a la reacción de un colectivo tan importante como es el Poder Judicial, a raíz del caso de Sevilla (creo asimismo, por respeto a la familia de la menor desgraciadamente fallecida y por respeto a esa independencia que reclamamos, que lo más ponderado es dejar el nombre de la niña al margen, admito que me sobrecoge el abuso que se ha hecho de ello), que ha sido el detonante de todo, pero respecto del que albergo serias dudas acerca de si ha quedado como un mero movimiento “corporativo” o como una justa reivindicación.  Lo que haya sucedido en ese Juzgado está en manos de quien debe decidirlo, y de ahí la reacción del colectivo: aclaremos las cosas. El asesino de la menor sigue siendo presunto hasta que se dicte sentencia definitiva, como corresponde al Estado social y democrático de Derecho que tenemos, y en cuanto al titular del juzgado, nadie, salvo los que deben juzgarle, debe condenar ni absolver de antemano ni mucho menos usar el fatal suceso para ensuciar o salpicar premeditada y malintencionadamente a un Poder del Estado. El Poder Judicial.
Aprovechemos lo positivo de esa reacción masiva. Como juez admito que poner de acuerdo a más de cuatro mil compañeros es imposible. Nuestra falta de experiencia en saber comunicar se ha hecho evidente estos días. Se ha armado un revuelo impresionante y ahora hay que exprimir concienzudamente las brasas de la hoguera, sin quemar a nadie. Y digo comunicar en el sentido pleno del término: comunicar para que se nos entienda. Si hemos sido capaces de convocar Juntas de Jueces al unísono para elaborar una lista de peticiones, no obstante… ¿y ahora, qué?
Llevo días inmersa en un proceso interior que estimo necesario elaborar para avanzar, para creer en lo que estamos pidiendo. Los jueces debemos hacer autocrítica. Examinarnos de nuevo, en cierta medida. Responsabilizarnos de lo que nos competa. Dar un paso adelante, no una huida hacia adelante, y expresarnos, como bastantes compañeros han hecho, con claridad y valentía. Es el momento de desmarcarnos del inicial “movimiento” o “revuelta” para elaborar un proyecto de futuro conjunto. Sin duda, me aprovecho de preclaras ideas que con interés he escuchado estos días de algunos compañeros.  ¿Qué modelo de juez queremos? ¿Qué modelo de juez sale del sistema de acceso a la carrera –el mismo desde hace más de un siglo- y posteriormente se perfila en la Escuela Judicial? ¿Qué debemos exigir sin titubear del órgano de gobierno de los jueces (CGPJ) y por qué razones? ¿Qué nos ha mantenido en el silencio más absoluto durante tantos años? ¿Qué vamos a aportar a partir de ahora? Este revuelo…¿realmente obedece única y exclusivamente a una carencia de medios (indudable por otra parte)? Debemos aprender a negociar, a utilizar a las Asociaciones (cualquiera de ellas) en beneficio de todos, y en su caso, refundar el propio concepto de cada Asociación (a quien corresponda…) para evitar de ahora en adelante esa perversa (y no por ello menos cierta) identificación de cada asociación con un partido político, como lamentablemente sucede con los Vocales del CGPJ. Hay que trabajar duro. Intensa y progresivamente. Desde cada pueblo, cada provincia, cada juzgado…desde el más pequeño como Calatayud hasta el más grande como en Madrid o Barcelona. Hemos dejado consciente o inconscientemente en manos de otros nuestro propio prestigio. Igual de cierto es que esa dejación le ha venido de perlas, si me permiten la expresión, a los sucesivos Ministros del ramo, hasta llegar al escandaloso momento que actualmente vivimos. Que desde el Ministerio se pida ahora “clima de serenidad” me parece sorprendente. Que lo sucedido en octubre se diluya en el tiempo es tarea sencilla, algo que al Ministerio de Justicia no se le escapa, simplemente por la ausencia de organización entre nosotros. Sin embargo, hago desde aquí una seria llamada de atención al colectivo: a partir de ahora, sí depende de nosotros –en gran parte- lo que suceda. El lamento no es la forma de plantear reivindicaciones maduras y coherentes. Hay que ir más allá. Nuestra sobrecarga de trabajo, de sobras conocida, no puede ser la bala que disparamos, sino el arma que utilizamos de manera constructiva. La ausencia de medios no puede simplificar el discurso hasta límites mediocres. Revisemos nuestra propia profesión. Reclamemos a las Asociaciones ese paso adelante, y los que estamos asociados, participemos activa e intensamente de proyectos de trabajo con cara y ojos desde donde reformar nuestra propia forma de trabajar. Exijamos del CGPJ que cumpla sus obligaciones, que reclame del Ministerio y de las Comunidades Autónomas donde las competencias se hayan transferido, que se dote a los juzgados de los medios que por ahora están al alcance del presupuesto y que no se han dado. Empecemos por nuestros respectivos juzgados. Buscar la solución en aumentar el número de jueces no es la panacea pues para que ello se haga realidad deben transcurrir los 3 o 4 años que cuesta que un juez se prepare, apruebe, pase por la Formación Inicial de la Escuela judicial y llegue a su primer destino. Realmente, ¿podemos esperar tanto?
Ha sido un buen revulsivo el hacernos ver y escuchar. Pero ya es tiempo de ponernos a hincar los codos como trabajadores que somos y reclamar con madurez lo que queremos y podemos dar como servicio público y lo que hay que rectificar, cada uno sabrá, a nivel individual. Solamente desde ese espacio menor, el de cada cual, podemos llevar posteriormente las reflexiones a las Asociaciones, a los Decanos o incluso a delegados que puedan nombrarse para encabezar grupos de trabajo y a la vez, ser un canal con los medios de comunicación. No hay nada más peligroso que la aparente unión disfrazada de voces que protestan si debajo no esconde un auténtico grito unánime, sólido, coherente. El “todos a una”, a fecha de hoy, debería ser otra cosa. Nuestro trabajo diario nos debe legitimar, no desprestigiar. Y aun cuando hay que ser firmes en las exigencias, no podemos esperar ingenuamente que se nos silencie con cuatro propuestas que acaso, solo pretenden satisfacer a la opinión pública. Así pues, creemos nosotros ese estado de opinión, sorprendamos a quien no nos tendió la mano con un discurso congruente, serio y firme. Podemos conseguirlo o de otra forma, esta vez de verdad, tendremos la Justicia que nos merecemos. Y de verdad, pienso que merecemos algo mucho mejor.



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