Carta de un Magistrado de lo Social a sus Majestades los Reyes de Oriente
"Preocupación por la situación de la Justicia en España"
(Foto: E&J)
Carta de un Magistrado de lo Social a sus Majestades los Reyes de Oriente
"Preocupación por la situación de la Justicia en España"
(Foto: E&J)
Me atrevo a dirigirme a vosotros o, quizás debiera decir, cumpliendo con el más estricto protocolo, a Vuestras Majestades, para transmitiros la preocupación que me embarga sobre el actual estado de la Administración de Justicia en mi país y rogaros que tengáis a bien obsequiarme con algunas soluciones a los grandes temas que deben abordarse, en el convencimiento de que la magia de vuestro poder y la ilusión de quien os escribe se alíen en tal noble propósito.
Así que, sin mayor preámbulo, os indicaré de manera esquemática y ordenada, sin que ello signifique una mayor o menor preferencia pues todas ellas son igual de importantes, las peticiones que en este momento tengo más presentes, pidiéndoos disculpas si mi estilo y forma de expresarlas no son todo lo llanas y simples que se esperan de una carta dirigida a Vuestras Majestades, pero tras tantos años de profesión resulta complicado, aunque no imposible, expresarme de otra manera.
Ahí voy.
1º. Quisiera que la Justicia en España dejara de ser la Cenicienta de las administraciones públicas y que las dotaciones presupuestarias fueran todo lo generosas que demanda la ciudadanía, con objeto de poder ponernos al día y dar pronta y eficaz respuesta a las cuestiones litigiosas que se nos confían para su resolución.
2º En línea con lo anterior, no creo sea mucho pedir que se ponga hilo a la aguja en resolver el talón de Aquiles de nuestra Justicia, reflejado en el documento: “La imagen de la Justicia entre usuarios de los servicios”, que recoge la opinión de 702 encuestados, de los que uno de cada cuatro coincide en afirmar que los tribunales tardan demasiado en dar salida a los asuntos que les llegan.
3º Para acabar con tal situación, os pedimos más órganos judiciales, más funcionarios y mayor número de jueces que puedan atender la actual demanda, puesto que no se trata de trabajar más sino de trabajar con los medios adecuados y proporcionados a la resolución de la conflictividad existente. Los actuales 5.419 jueces y magistrados en nuestro país equivalen a 116 jueces por cada 100.000 habitantes, cifra que se sitúa por debajo de la media europea de 21,2 jueces por cada 100.000 habitantes.
4º. Es preciso que se aparquen las diferencias políticas e ideológicas en la renovación del CGPJ y que se proceda a una reforma integral en la forma y método de la elección de los vocales que integran el máximo órgano de gobierno de los jueces. Que sean éstos los que los elijan, evitando interferencias con los poderes legislativo y ejecutivo por el bien común de su constitucional división orgánica, competencial y funcional.
No es posible ni positivo que la ciudadanía pueda vincular los males de la Justicia con las diferencias en el seno del CGPJ, ni que los jueces actuemos bajo consignas ideológicas o de partido, sino bajo el estricto imperio de la ley.
5º. Debeacordarse con urgencia un plan de actuación para cubrir las plazas de los jueces que durante los próximos cinco años dejarán vacantes quienes se jubilen, atendidas las estimaciones que apuntan a que en 10 años habrá un 32% menos de plantilla si no se adoptan medidas a corto plazo. Dicho de otra manera, se jubilarán por obligación legal un total de 1.243 miembros de la carrera judicial, lo que supone un 22,5% de la carrera judicial actual.
5º.Resulta necesario potenciar la formación continua de jueces y magistrados. Las nuevas tecnologías, la Inteligencia Artificial, la defensa de los derechos humanos, el funcionamiento de los organismos internacionales y, en especial, de las instituciones europeas, son algunas de las materias que se están imponiendo en el día a día.
6º. Hay que dar solución efectiva a las reivindicaciones del colectivo de jueces sustitutos, considerando querepresentan un 16% del cuerpo judicial, unos jueces que se han vuelto imprescindibles y que no están siendo tratados de igual manera con los jueces de carrera. Hay que acabar con su precariedad e inestabilidad.
7º. Y hablando de todo, también es preciso que letrados y graduados sociales participen de la mejora del sistema aportando su granito de arena. Se impone que las demandas, escritos y recursos contengan el adecuado orden y claridad de los hechos, distinguiéndolos de las valoraciones, prescindiendo de aquellos hechos o fórmulas estereotipadas que resultan innecesarios, reduciendo a lo imprescindible la cita de resoluciones que no constituyen jurisprudencia, y limitando su extensión a 10 páginas para las demandas y 25 para los recursos.
Realizarlos informes de forma verbal, recalcando tan solo las materias o hechos de interés para la resolución del pleito, proponiendo tan solo la prueba que resulte pertinente y efectuando a las partes, peritos y testigos las preguntas precisastendentes a esclarecer los hechos, de modo que la duración de la vista, en su conjunto, sea la estrictamente indispensable.
Con todo lo anterior conseguiremos que nuestras sentencias sean más concisas y claras y se centren exclusivamente en las razones jurídicas de su decisión.
8º. Y ya puestos a pedir, ¿por qué no comenzar a celebrar los juicios a las 8 de la mañana?
9º. Debemos potenciar los medios de mediación y de conciliación como medio eficaz para lograr resultados satisfactorios a la medida de los intereses en juego de cada una de las partes. Es importante que las partes se reúnan con antelación al acto de juicio explorando las posibilidades de dirimir sus diferencias. No lo dejemos todo para el último instante, cuando se esté en presencia del LAJ o del juez.
10º Para acabar, hemos de comprender que todos, jueces, fiscales, abogados del Estado, letrados de la Administración, LAJ´s, forenses, peritos y funcionarios de justicia estamos en el mismo barco, debiendo remar en idéntica dirección para llegar a buen puerto, procurando evitar que las disfunciones de unos se transmiten a los demás.
Bien, hasta aquí he llegado, aunque me quedan en el tintero muchas cosas más, pero conocedor de que vais a tener un sobre exceso de trabajo, cargando a vuestras espaldas una enorme responsabilidad con el estrés que ello supone, sin apenas tiempo para descansar y recuperaros (y no, no se trata de ninguna indirecta), me despido de Vuestras Majestades, confiando que al menos alguna de mis peticiones se cumpla, y si no el año próximo aquí me tendréis presto a recordároslas.
Feliz velada.