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Crímenes rusos en Ucrania: el genocidio según el Derecho Internacional

Los asesinatos de civiles en Bucha evidencian que Rusia pueda estar cometiendo delito de genocidio

Cráneos en el memorial de Nyamata, Ruanda. (Foto: Konica Minolta/Wikipedia)

ÁLVARO NAVARRO / Nueva York

Responsable de contenido internacional y corresponsal en EE.UU.




Tiempo de lectura: 5 min

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Crímenes rusos en Ucrania: el genocidio según el Derecho Internacional

Los asesinatos de civiles en Bucha evidencian que Rusia pueda estar cometiendo delito de genocidio

Cráneos en el memorial de Nyamata, Ruanda. (Foto: Konica Minolta/Wikipedia)



Las imágenes que llegan desde localidades ucranianas como Bucha, cerca de Kiev, son desalentadoras: las tropas rusas, en retirada tras no lograr tomar la capital, destruye inmuebles residenciales y asesina a civiles.



La matanza indiscriminada de civiles es una consecuencia derivada de las guerras y ha manchado de sangre numerosas páginas de la Historia de la humanidad. Las escuelas de gran parte del mundo aún recuerdan en sus libros de texto el genocidio acometido por la Alemania nazi a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, o los genocidios ocurridos en Camboya entre 1975 y 1978 por el régimen de Pol Pot, o en Ruanda, en 1994.



En la actualidad, los analistas internacionales y expertos en derechos humanos tienen la vista puesta en la guerra en Ucrania, observando los crímenes que se dan en este territorio. Desde un punto de vista legal, se hace necesario examinar si el ejercito ruso está cometiendo crímenes de genocidio hacia la población ucraniana, tal y como asegura el presidente de este país, Volodímir Zelenski.

Volodímir Zelenski. (Foto: Twitter)



Convención de la ONU

Con la Segunda Guerra Mundial y sus estragos aún latentes, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó en 1948 La Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio.

Este texto, condensado en 19 artículos, surgió como consecuencia del exterminio nazi a diferentes colectivos, en especial al judío (asesinando a más de seis millones de personas), es el primer instrumento del derecho internacional en codificar el delito de genocidio.

Hasta la fecha, hay 150 países que han firmado esta Convención, entre ellos se encuentran Rusia y Ucrania.

De acuerdo con esta Convención, el genocidio, ya sea perpetrado en tiempos de guerra o de paz, “es un delito de derecho internacional” por el que las partes firmantes de la misma se “comprometen a prevenir y sancionar” (artículo I de la Convención).

El genocidio, según el artículo II del Convenio, se enmarca en los siguientes actos:

a) Matanza de miembros del grupo;

b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo;

c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;

d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo;

e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.

La autoría del delito de genocidio puede ser atribuida a cargos políticos, funcionarios y a particulares, y la persona acusada será enjuiciada por los tribunales competentes del país en cuyo territorio sea cometido el acto, o bien por la Corte Penal Internacional (CPI), institución jurídica vinculada a la ONU, de acuerdo con el artículo VI.

Sede de la Corte Penal Internacional. (Foto: HRW)

Por otro lado, las partes firmantes de este Convenio se comprometen a conceder la extradición de cualquier acusado por genocidio (artículo VII).

La Convención delega en la CPI el ejercicio de interpretar, aplicar o ejecutar los principios de esta cuando surjan controversias entre las naciones firmantes, a petición de una de ellas.

El genocidio es también considerado como un crimen de acuerdo con el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional de 2002, en base a su artículo 5.1, precepto que recoge otros crímenes como el de lesa humanidad, de guerra o de agresión.

Concretamente, por medio de su artículo 6 se entiende por genocidio la comisión de los mismos actos comprendidos en La Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio, comentada anteriormente: matanza, lesión grave contra la integridad física o mental, destrucción, entre otros.

Condena al genocidio en la práctica

El primer procedimiento judicial y condena por genocidio apoyado sobre la Convención de 1948 fue el dirigido contra Jean Paul Akayesu por sus crímenes cometidos en Ruanda en 1994.

Jean-Paul Akayesu. (Foto: PBS)

Por medio de la Resolución 995, el Consejo de Seguridad de la ONU estableció un tribunal internacional ad hoc (el Tribunal Penal Internacional para Ruanda) con el “propósito exclusivo de enjuiciar a los responsables de genocidio y otras graves violaciones del derecho internacional humanitario cometidas en el territorio de Ruanda”, y por el que se aprobó un Estatuto especial, en conformdidad con el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas.

Akayesu ejerció como alcalde de la ciudad ruandesa de Taba, quien se demostró, a través de numerosos testimonios, que instigó a las milicias hutus a asesinar a civiles tutsis en esta localidad. Se estima que bajo su autoridad fueron asesinados cerca de 2.000 tutsis entre los meses de abril y junio de 1994.

Este Tribunal especial, con base en Arusha (Tanzania), condenó a Akayesu en septiembre de 1998 a cadena perpetua por la comisión de genocidio, incitación directa y pública a cometer genocidio y crímenes contra la humanidad.

“Este veredicto es un testamento de nuestro compromiso colectivo de hacer frente al abominable delito de genocidio de un modo que nunca se ha hecho antes”, afirmó el entonces Secretario General de la ONU, Kofi Annan.

El de Akayesu no ha sido el único caso enjuiciado por este tribunal, que también ha procesado a otras 26 personas relacionadas con el exterminio sucedido en Ruanda.

El caso ruso

Cerca de cumplirse un mes y medio desde el comienzode las “operaciones militares” rusas en Ucrania, las reuniones mantenidas entre las naciones beligerantes durante la semana pasada en Turquía no parecen haber surtido un efecto positivo alguno.

Hasta el momento, la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos ha contabilizado la muerte de 1.500 los civiles ucranianos y a más de 2.000 heridos.

Fuerzas armadas ucranianas. (Foto: Palinchak/Freepik)

Las bajas de militares ucranianos y rusos también aumentan, estos últimos en mayor medida, que han visto frustrado su “guerra relámpago” y que se encaminan a la segunda fase de la operación, de acuerdo con el Kremlin, centrada exclusivamente en el este de Ucrania, aunque los hechos demuestran que aún hay tropas desplegadas en el norte y en el sur de este país.

Las atroces estampas que nos deja esta guerra (fallecidos tirados en las calles y las fosas comunes) evidencian que nos encaminamos hacia un punto de no retorno: las tropas rusas han abandonado los “objetivos militares” ucranianos y se esfuerzan por destrozar deliberadamente cuanto se encuentran por delante. Hay localidades que han quedado en ruinas, como es el caso de la ciudad portuaria de Mariúpol, quedando sepultadas cientos de personas.

Los tristes pasajes de la Historia han demostrado que cuando la frustración invade a una de las partes beligerantes, el aniquilamiento de la población civil pasa a ser el objetivo principal. Y Vladimir Putin es consciente de ello.

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