Eduardo Gracia, abogado tributario: “Impuestos como el de la banca o a las energéticas reducen nuestro atractivo fiscal”
Este abogado español dirige la práctica fiscal mundial de Ashurst tanto en Europa como en los EE. UU.
Eduardo Gracia, un fiscalista con espíritu emprendedor. Estuvo en el momento de la creación de Garrigues, al igual que formó parte del primer equipo de Ashurst en el 2003. Luego ha desarrollado una brillante carrera que le ha llevado a dirigir el área de EMEA y EE. UU. de este despacho. (Imagen: Ashurst)
Eduardo Gracia, abogado tributario: “Impuestos como el de la banca o a las energéticas reducen nuestro atractivo fiscal”
Este abogado español dirige la práctica fiscal mundial de Ashurst tanto en Europa como en los EE. UU.
Eduardo Gracia, un fiscalista con espíritu emprendedor. Estuvo en el momento de la creación de Garrigues, al igual que formó parte del primer equipo de Ashurst en el 2003. Luego ha desarrollado una brillante carrera que le ha llevado a dirigir el área de EMEA y EE. UU. de este despacho. (Imagen: Ashurst)
Eduardo Gracia, a lo largo de su carrera profesional como abogado, ha demostrado su espíritu emprendedor. Desde Arthur Andersen —donde despuntaba a nivel fiscal a principios de los 90— se incorporó a Garrigues cuando en el año 1997 se produjo la integración con la creación del despacho que conocemos. Sin embargo, al año de ser socio, en 2003, decidió embarcarse en el proyecto que lideraba Gonzalo Jiménez-Blanco de crear de la nada una firma internacional como Ashurst en España.
En esta firma global, fue el primer socio fichado para impulsar la práctica fiscal en el 2003. Con posterioridad, dirigió el despacho en España, del 2012 al 2016, haciendo tándem con el propio Gonzalo. “Creamos una práctica fiscal potente, que actualmente cuenta con doce abogados, la más numerosa y consolidada de las firmas internacionales que aterrizaron en España desde finales de los 90. El salto al entorno internacional era imparable. Ahora es el socio responsable de la práctica fiscal para EMEA y Estados Unidos (EE. UU.) desde mayo del 2016”, se enorgullece Gracia.
En la actualidad, este jurista coordina un equipo internacional formado por medio centenar de abogados. “Llevo nueve años como responsable de esa práctica, bastante transversal a otros negocios del despacho. Es posiblemente la práctica más rentable del despacho desde hace años, y aún sigue creciendo”.
Su trabajo como coordinador de este grupo internacional supone muchas reuniones por Teams y unas cuantas presenciales. Hace unos días estuvo en Londres para hablar con sus colegas de la City.
Ha sido el representante español del sector privado en el Foro Conjunto de la Unión Europea sobre Precios de Transferencia desde su constitución en 2002, cargo que ocupó hasta el 2015; y también ha sido nombrado leading individual en materia de precios de transferencia de forma continuada desde 2003 por el World Tax Handbook, publicado por International Tax Review.
Además, ha sido recomendado como leading tax lawyer en prestigiosas publicaciones como Who’s Who, PLC Which Lawyer e International Tax Review, y aparece en Banda 1 en los directorios legales de mayor relevancia: Chambers Global, Chambers Europe y Legal 500.
España pierde competitividad fiscal
Nadie mejor que él para analizar el momento en que vivimos. Su diagnóstico a Economist & Jurist es claro: «Nuestro país ha perdido competitividad fiscal en los últimos doce años por lo menos, desde el momento en que hubo que salir de la crisis del 2012».
A su juicio, “nuestro país ha perdido parte de ese atractivo para inversores internacionales, salvo en sectores muy concretos, como actualmente es el caso de los data centers o ciertas energías renovables, pero no se ve un interés notable respecto a otros países de la Unión Europea (UE). El coste fiscal —y de cotizaciones sociales— es elevado, faltan incentivos y habría que suprimir impuestos como el de la banca o el de las energéticas y otros que ya no responden a la finalidad para la que se crearon, como es el caso del impuesto sobre el valor de la producción eléctrica para ser más competitivos”.
Sobre ese atractivo, este experto en fiscalidad recomienda que “lo que deberíamos hacer es revisar la composición del gasto público en España, identificar aquello que no sea imprescindible y/o hacerlo más eficiente. De esa manera podríamos aminorar la presión fiscal para las empresas. Primero hay que reducir ese gasto público antes de hacerlo con los impuestos. No es bueno para la imagen del país que cada vez que se crea un impuesto temporal, luego se convierta en permanente”.
Gracia lleva muchos años vinculado a la Asociación Española de Asesores Fiscales (AEDAF), y forma parte ahora del Consejo de la Confederación Fiscal Europea: “Siempre se aprende mucho del contacto con otros colegas europeos expertos en fiscalidad”.
En este final de año donde las empresas intentan reducir su factura fiscal, el trabajo de estos profesionales se incrementa bastante: “El mes de diciembre es activo para las operaciones de compra y venta de los clientes tanto en Europa como en EE. UU. En este contexto, siempre hay una pata fiscal que se cuida para evitar incurrir en riesgos o gastos imprevistos que afecten a la rentabilidad final del proyecto”.
En esta tesitura, la idea de Eduardo Gracia es la de seguir reforzando este equipo fiscal en los próximos años, especialmente en Europa. Un proyecto en el que parece contar con el apoyo del board del despacho y del propio CEO Mundial, Pau Jenkins. La incorporación de Tino Duttiné, que se va a unir al equipo de impuestos globales de Ashurst en Alemania el 2 de enero de 2025, sigue a la de Morgan Vail en París el pasado noviembre.
“Si queremos competir con despachos americanos, sobre todo, necesitamos diferenciarnos. Y esa diferenciación pasa en este caso por tener una buena práctica fiscal en todos los países claves de Europa que te permita ofrecer algo que ellas no tienen: Las firmas americanas, más allá de Londres, tienen una presencia reducida en Europa, que suele limitarse a abogados mercantilistas, sobre todo, pero no a fiscalistas. Eso nos permite poder ofrecer a muchos clientes europeos un asesoramiento global aprovechando nuestra red de despachos”, expresa.
Análisis comparativo
A lo largo de los años, en Europa continental se ha producido el fenómeno de la homogeneización fiscal. “Sobre el impuesto sobre sociedades, donde hay una armonización creciente. La diferencia hoy día viene dada por los tipos impositivos, más que por la base imposible, al menos en los grandes países de la UE y el Reino Unido”, comenta nuestro interlocutor.
En otros impuestos, “como el de la renta de las personas físicas, puede haber más diferencias entre países y en cuanto a los impuestos locales es donde las diferencias son mucho mayores. Pero en el impuesto de sociedades las diferencias se acortan, sobre todo en Europa. EE. UU. va por otro lado, pese a estar en la OCDE, y no asume muchos de los resultados de los trabajos de esta entidad”.
En cuanto a los impuestos propios que nuestro país ha creado a las entidades bancarias y a empresa energéticas, que, al menos en el caso de las primeras, volverá a estar presente en el 2025, Gracia señala que es algo que ya no hay en Europa: “Ha habido impuestos extraordinarios que con el amparo de la UE han durado uno o dos años y han estado basados en beneficios extraordinarios, no en la cifra de facturación como en España, lo que en algún caso ha dado lugar a que alguna energética haya pasado a incurrir en pérdidas por tener que pagarlo”.
A su juicio, “con estos impuestos nuevos a la banca y a las energéticas se ha creado una imposición complementaria sobre dos sectores clave de cualquier economía europea. Es una disfunción respecto a otras jurisdicciones. A España no le interesa tener más coste de financiación para inversiones en el país ni que se le vayan proyectos de energía renovables por unos costes tributarios inexistentes en el resto de Europa”.
Para este jurista, “ahora se vive un momento de incertidumbre sobre si se va a mantener este impuesto a las energéticas. Cuanto más tiempo dure ese momento de espera, será peor para nuestra economía, porque la incertidumbre suele demorar o frenar definitivamente proyectos de inversión, especialmente cuando hay opciones geográficas alternativas”.
En su opinión, “no se trata de gravar a las empresas con más impuestos, sino que la Administración española afronte una reducción seria del gasto público. Hay que ver si es eficiente o no. Eso es lo que hace de forma periódica cualquier hogar u organización empresarial. Se trata de revisar los gastos existentes y saber si hay que mantenerlos, modificarlos o eliminarlos. Desde hace años, en nuestro país esa revisión se echa en falta y somos muchos los que creemos que es necesaria”.
Portugal más atractiva que España
En este contexto, países como Portugal pueden ser más atractivos fiscalmente que España y eso muchas empresas de nuestro país lo han visto: “Italia también está ganando atractivo, Inglaterra siempre está ahí, mientras que Francia y Alemania no lo están pasando bien en estos momentos. No es fácil explicar a los inversores extranjeros la inestabilidad ni la complejidad de nuestro régimen fiscal”.
A este respecto, Gracia cree que “se abre de nuevo la polémica sobre si va a desaparecer el régimen de socimis, elemento clave para canalizar inversiones en el sector inmobiliario. Este tipo de mensajes frenan cualquier tipo de apetito inversor en España. Por su parte, el Financial Times se ha hecho recientemente eco de algunas prácticas de nuestra Administración Tributaria que han denunciado contribuyentes extranjeros”.
Desde su punto de vista, “la economía española necesita inversión y si ponemos estos palos en la rueda, esa inversión no llega con la frecuencia y magnitud necesarias. Las empresas lo quieren tener claro y en España no hay certidumbre fiscal en este tipo de cuestiones”.
Para este experto, “es fundamental tener una política fiscal clara y predecible. No podemos estar a expensas de las ocurrencias de cada uno de los socios de la coalición de Gobierno, en su gran mayoría son más ideológicas que técnicas y, en consecuencia, sólo sirven para generar inestabilidad, más complejidad, más coste y más inseguridad jurídica, Debe definirse con urgencia un plan de política tributaria nacional fuera de cualquier incertidumbre”.
Respecto año 2025 a nivel fiscal, Eduardo Gracia tiene claro que «no se espera que haya cambios sustanciales por el momento. Ya se ha visto que la reforma fiscal que planteó el Gobierno salió adelante, pero muy descafeinada. La mayoría del Congreso está en contra de subir impuestos a la clase media y parece que está en contra de subirlos en general”.
En su opinión, “las únicas reformas de calado que se van implementar vendrán de Europa, si es que se aprueba alguna en el nuevo mandato de la Comisión, más allá de la adaptación del Pilar II. Europa está más por la labor de simplificar el ordenamiento tributario que de crear nuevos impuestos. Ciertamente, la lucha contra el fraude seguirá siendo prioritaria, pero intentando eliminar duplicidades y obligaciones innecesarias para los contribuyentes”.