Eloy Velasco, magistrado de la Audiencia Nacional: «El poder político es invasivo con el Poder Judicial»
Este jurista aborda la persecución mediática hacia los jueces, la "politización" del Constitucional, el impacto que tuvieron leyes como la Ley del Solo Sí es Sí o la Amnistía, así como de la más reciente actualidad
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Eloy Velasco, magistrado de la Audiencia Nacional. (Imagen: E&J)
Eloy Velasco, magistrado de la Audiencia Nacional: «El poder político es invasivo con el Poder Judicial»
Este jurista aborda la persecución mediática hacia los jueces, la "politización" del Constitucional, el impacto que tuvieron leyes como la Ley del Solo Sí es Sí o la Amnistía, así como de la más reciente actualidad
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Eloy Velasco, magistrado de la Audiencia Nacional. (Imagen: E&J)
«Los jueces sufrimos enormemente tras ver cómo el producto de nuestro trabajo se vino abajo tras la aprobación de la Ley del Solo Sí es Sí», rememora Eloy Velasco, magistrado en la Audiencia Nacional desde hace alrededor de una década y media. Y aunque ya han pasado más de dos años desde que se aprobó esta norma en el Congreso, aún puede intuirse cierto tono amargo en la voz de Velasco, quien tampoco teme expresar su creciente preocupación por la deriva que está tomando la situación política actual, especialmente tras la subsiguiente aprobación de la Ley de la Amnistía y los continuos intentos por parte de determinados partidos políticos y medios de comunicación de poner en duda la labor de sus compañeros de profesión.
[La entrevista completa estará disponible —únicamente para suscriptores— a partir de este viernes, 14 de febrero]
Sobre esto último, que ya tiene un nombre y se conoce como lawfare, Velasco advierte que la eliminación de ciertos contrapesos institucionales no se percibe de inmediato, pero sus efectos terminan por manifestarse con el tiempo. «La consecuencia de haber suprimido ciertos poderes ha sido una enorme polarización. Hoy, los pocos mecanismos de separación de poderes y control que quedan son la Justicia, la prensa libre y poco más», señala con preocupación. En su opinión, se está librando un pulso desigual: «Uno de los actores ni siquiera está jugando ni conteniendo, mientras que el otro tiene tantas ganas de contienda que lo demoniza, lo desacredita y lo señala como enemigo».
Pese a esta situación, el magistrado insiste en que este discurso no se sostiene ante quienes conocen de cerca el funcionamiento de la Justicia. «Los que acudimos a los tribunales todos los días, los que vemos cómo se trabaja y qué se aplica, no compramos ese relato», afirma con rotundidad. A su juicio, las críticas a la judicatura provienen, en su mayoría, de personas que jamás han pasado por un juzgado, que desconocen el trabajo diario de los jueces y que no han sido testigos de su labor. Y es precisamente cuando esas mismas personas, muchas veces marcadas por una fuerte ideologización, atraviesan un problema grave—un divorcio, un despido, un accidente—y necesitan recurrir a la Justicia, cuando se dan cuenta de que la narrativa que les vendieron «no era más que mera manipulación», reflexiona.
En este contexto, Velasco advierte que la sociedad está siendo manipulada y pide a los ciudadanos contrastar la profesionalidad de los jueces. «En estos momentos, la prensa está demonizando a diez magistrados porque llevan diez casos concretos que interesan a ciertos políticos y les afectan en ciertos proyectos concretos», denuncia, señalando a continuación que en España hay 5.000 jueces y que no entiende por qué, si los jueces supuestamente hacen tan mal su trabajo, sólo se ataca a esos diez. La respuesta, según él, es clara: «Porque el resto no han tenido la mala suerte que han tenido esos diez jueces, que están siendo señalados porque les ha caído al tuntún y sin elegirlo un caso que no conviene a quienes ansían mantenerse en el poder».
Todas estas declaraciones las ha hecho durante una entrevista en el plató de Economist & Jurist (completa para los suscriptores a partir de este 14 de febrero), donde también ha debatido acerca del perfil medio del juez, para Velasco muy alejado de lo que se intenta vender. De hecho, para él, aunque exista cierto estigma hacia estos profesionales, lo cierto es que apenas un 10% de ellos provienen de familias de juristas. «Yo vengo de un barrio humilde de Bilbao. Mi padre era funcionario; mi madre, sus labores. Saqué dos becas y mientras trabajaba me pagué mi oposición y mi alquiler. No somos Cayetanos», confiesa entre risas.
Diferente opinión es la que tiene del Tribunal Constitucional, cuyos magistrados son seleccionados «a dedo» por los políticos de turno, a quienes les conviene cierta «afinidad». En este sentido, aunque bromea al afirmar que habla como ciudadano y no como juez ni magistrado —haciendo alusión a los diversos expedientes disciplinarios presentados en su contra—, retoma la seriedad al plantear, de forma retórica, si el Tribunal de Garantías está realmente compuesto por jueces o si su misión es interpretar la ley para resolver conflictos ciudadanos.
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