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Actualidad

La Justicia perdona una deuda de unos 250.000 euros a un florista que se vio obligado a cerrar su local tras la crisis de 2008

El banco le exigió hacer frente a la póliza de negocio que tenía vinculada a su vivienda

(Imagen: E&J)

Sara Zarzoso

Redacción E&J




Tiempo de lectura: 3 min



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La Justicia perdona una deuda de unos 250.000 euros a un florista que se vio obligado a cerrar su local tras la crisis de 2008

El banco le exigió hacer frente a la póliza de negocio que tenía vinculada a su vivienda

(Imagen: E&J)



El Juzgado de Primera Instancia de lo mercantil número 6 de Lleida ha perdonado una deuda de alrededor de 250.000 euros a un vecino de Lleida que se arruinó después de verse obligado a cerrar su floristería a raíz de la crisis de 2008. Un fallo que, aunque se ha zanjado de forma satisfactoria para el afectado, se llegó a alargar más de cuatro años por las alegaciones del banco, la huelga de los letrados de la Administración de Justicia (LAJ) y la pandemia del Covid-19.

El establecimiento, ubicado en la calle Major de Lleida, comenzó a generar pérdidas hace 12 años, poco después de que se abrieran en el municipio catalán grandes almacenes que vendían flores y plantas al mismo precio al que las compraba la pequeña floristería en Mercabarna. «Eso hizo que las ventas cayeran en picado, al no poder ajustar más los precios, y nos viéramos obligados a cerrar», ha recordado el propietario del local.



Paralelamente, el hombre había contratado una póliza de negocio que ascendía a 90.000 euros, había adquirido una casa mediante hipoteca y había alquilado el piso que tenía junto a su ahora exmujer en Lleida. Sin embargo, tal y como comenta, los inquilinos dejaron de pagarle, lo que hizo que «la deuda fuera cada vez mayor» y entrara en situación de insolvencia.

Al poco tiempo se desencadenó un primer proceso judicial de ejecución. En ese momento, perdieron la propiedad en la capital del Segrià y aún quedaba por saldar la hipoteca de su residencia principal y la póliza de negocio, «pero nos dijeron que el banco no tenía intención de ejecutar la vivienda porque la hipoteca era superior al valor que tenía, razón por la cual podíamos continuar como hasta entonces», rememora.

La sorpresa se produjo hace cuatro años, «cuando ya habíamos pagado más de la mitad de esa hipoteca de la vivienda habitual y el banco exigió la totalidad de la deuda pendiente. Fue un momento muy complicado, porque yo siempre había intentado pagar lo que exigían y llegados a ese punto nos dejaron tirados. De hecho, nuestro gran fallo fue que la citada póliza estaba garantizada con esa vivienda, ya que nos hicieron creer que haciendo una segunda hipoteca todo sería más sencillo. Pero finalmente lo perdimos todo».



(Imagen: E&J)

Una segunda oportunidad

Llegados a este punto, el florista contactó con el despacho Bergadà Asociados, especializado en la Ley de la Segunda Oportunidad. Una Ley que permite a los deudores de buena fe, con más de un acreedor, en situación de insolvencia y sin antecedentes penales, ver perdonadas sus deudas.

En este sentido, la abogada y socia fundadora de Bergadà Asociados, Marta Bergadà, ha compartido que el hombre «estaba en una situación límite que le estaba afectando física y psicológicamente. Pero al exponernos su caso vimos que era deudor de buena fe y, por lo tanto, podía acogerse a la Ley de la Segunda Oportunidad».

Asimismo, el afectado ha declarado que, «ya no estaba con el agua al cuello, sino que me encontraba totalmente ahogado, sin ver una solución a todos los problemas que había. Además, esto pasó factura a la relación de pareja y mi mujer y yo nos acabamos divorciando después de haberlo perdido todo».

«Lo que más dolor me producía era decirles a mis hijas que no podían participar en las actividades que organizaba el colegio, como lo hacían el resto de sus compañeros y amigos, porque no teníamos dinero, ya que hasta la asistenta social denegó la ayuda solicitada», ha lamentado.

Además, también ha recordado «las incesantes llamadas del banco, así como sus correos electrónicos, para que hiciera frente a la deuda que tenía. También me amenazaban diciendo que se presentarían en mi vivienda para presionarme. Ojalá hubiera podido pagar y no verme en esa situación, pero era imposible. Lo había perdido todo y llegó un punto en el que comía lo básico para intentar ahorrar un poco».

Bajo esta situación desesperada, el hombre recibió una llamada. Era de su abogada. La deuda le había sido condenada. «Cuando me dieron la noticia iba conduciendo y tuve que parar porque me desmonté anímicamente y me puse a llorar como nunca lo había hecho. Era una llamada que esperaba que algún día se produjera, pero el proceso ha sido muy largo y doloroso», comenta el hombre. Por ello, «ahora estoy en el momento de asimilarlo bien y recuperarme sobre todo anímica y emocionalmente. En esto va a ser clave que ahora veo el futuro con una mayor tranquilidad».

Finalmente, Marta Bergadà ha concluido explicando que «hay muchos empresarios pequeños que desde hace años arrastran deudas que no les permiten hacer una vida normal. Además, cuando entran en un bucle negativo de adversidades todo se les complica y les afecta psicológicamente. Por ello, es importante que la justicia permita tramitar los procedimientos de manera ágil y rápida para evitar un sufrimiento alargado en el tiempo que en muchos casos se podría evitar».