Las ventajas de la Inteligencia Artificial para las profesiones jurídicas
La IA tiene muchos usos potenciales para el sector legal en general
(Foto: E&J)
Las ventajas de la Inteligencia Artificial para las profesiones jurídicas
La IA tiene muchos usos potenciales para el sector legal en general
(Foto: E&J)
El estado actual del nivel de implementación de la Inteligencia Artificial (IA) en las profesiones jurídicas recuerda a aquella viñeta en la que se representa a unos hombres prehistóricos que no tienen tiempo para atender al inventor de la rueda porque están demasiado ocupados arrastrando pesadas cargas de forma manual, lo que les impide aprovecharse de una tecnología que les permitiría desplazar fácilmente cualquier tipo de elemento, si no estuvieran tan ocupados en su día a día.
Un día a día, el de los profesionales del Derecho, donde dedicamos horas y horas -muchas veces de forma improductiva- a leer, revisar y escribir documentos de toda clase (actas, contratos, políticas, clausulas, planes, requerimientos, etc.). Cuando, en realidad, nuestra formación especializada durante todos estos años y, sobre todo, nuestras expectativas profesionales, se centraban en la identificación, gestión y resolución de complejos problemas legales, que suponían una aportación de alto valor añadido para los clientes.
Resulta indudable que la Inteligencia Artificial tiene el potencial de mejorar la eficiencia, la precisión y la calidad del trabajo legal. Para muestra, el lanzamiento de la pionera herramienta de detección de incumplimientos legales, conocida como MiA, que ha hecho evidente el cambio (pero, sobre todo, la oportunidad) que nos espera a los juristas. No obstante, mucho se habla de las bondades de soluciones legaltech, pero no son tantos los despachos que -a día de hoy- las están usando en su actividad diaria.
Son varios son los motivos que se esgrimen a la hora de tratar de justificar la no inversión en este tipo de herramientas por parte de despachos de abogados. Algunos de dichos motivos van perdiendo fuerza a medida que la tecnología se expande y reducen sus costes de implementación. El primero de ellos, claro está, es el del coste de adquisición o de inversión inicial, que se amortiza a gran velocidad si uno es capaz de, con su uso, ahorrar varias horas de trabajo al día sin perder (de hecho, incrementando si lo sabes hacer), la calidad del trabajo prestado al cliente.
La curva de aprendizaje es otro de los motivos que ralentizan la asunción de nuevas tecnologías por parte de los abogados. Sin embargo, la usabilidad de las actuales plataformas, unidas a innumerables formaciones, lo convierten en herramientas que, si eliges bien al proveedor, no plantea problemas en su utilización.
La cultura del cliente suele ser otra de las excusas que se aporta cuando se debate sobre la transformación digital de la abogacía, recurriendo a que “el cliente lo quiere como siempre”. Sin embargo, pocos son los clientes que no estén abordando procesos de transformación digital, persiguiendo una mayor eficiencia en su actividad, y, por tanto, también en la de sus proveedores.
Aunque tendemos a centrar el foco de interés en los despachos de abogados, la IA es ya una herramienta con un enorme potencial en cualquier otra profesión de corte legal: procuradores de los tribunales, gestores, notarios, procuradores… Todos ellos pueden encontrar en esta tecnología elementos de transformación que les permitan prestar sus servicios de una forma mucho más eficiente y rentable.
Este concepto, el de la rentabilidad (y no el de la facturación), resulta mucho más relevante de lo que parece, especialmente en estos tiempos en los que grandes despachos basan su estrategia de desarrollo en abrir líneas de actividad de lo que -a mi juicio desafortunadamente- califican de low cost.
En efecto, el problema de aquellos asuntos “de poco valor añadido para el despacho”, como ahora se les denomina, no está en el importe que se puede cobrar al cliente, sino en que, si le dedicas demasiado tiempo porque no puedes hacerlo más rápido sin perder calidad, el asunto se convierte en poco rentable por culpa de las tarifas del despacho, pero no porque el asunto no sea jurídicamente interesante o digno de ser llevado por tal despacho.
Dicho con otras palabras, si gracias a la tecnología, el abogado puede resolver ese asunto en la mitad de tiempo que lo haría sin aquella, pocos serán los asuntos que no alcancen el nivel de rentabilidad exigido, aunque su importe global sea aparentemente poco en comparación de otros asuntos que pueda llevar el despacho. Un ejemplo claro puede ser el de las due diligence en M&A o las auditorías internas.
La cuestión se centra, como suele ocurrir en este tipo de escenarios de disrupción tecnológica, en poder demostrar casos de éxito que permitan visualizar el verdadero potencial de este tipo de herramientas. En el caso de la IA no es diferente. A los abogados siempre nos ha costado entender lo que no podemos ver.
Desde la ventaja que me da la práctica, puedo afirmar que la inteligencia artificial (IA) tiene muchos usos potenciales para el sector legal en general. Por destacar solo algunos, puedo mencionar:
- Tareas de investigación.
Los abogados podemos utilizar la IA para recopilar información de valor para los asuntos que nos encomienda el cliente, usando un recurso más rápido y eficiente que la investigación manual. En efecto, la IA puede ayudarnos a encontrar y analizar grandes cantidades de datos, incluyendo precedentes judiciales, lo que nos puede proporcionar una visión más completa y detallada de los temas relevantes que afecten a ese asunto en particular.
Adicionalmente, también pueden obtenerse más información de valor y mejorar otros aspectos del asunto, gracias al ahorro de tiempo que ofrecen estas nuevas soluciones.
- Análisis documental.
Al enfrentarnos a cada vez mayores cantidades de documentos, los abogados podemos utilizar la IA para analizar grandes volúmenes de documentación, lo que puede resultar de especial relevancia durante la fase de análisis probatorio en el caso procesal, y para los abogados de empresa durante su actividad diaria. Y, durante aquella, identificar patrones y tendencias en los datos, que nos ayude a tomar decisiones más informadas, y a encontrar detalles que pueden resultar muy valiosos a la hora de diseñar argumentaciones jurídicas, tanto desde la postura de la acusación como de la defensa.
- Predicción de resultados.
Aunque este es un asunto no exento de cierta controversia, la IA ayuda a los abogados a predecir los resultados de los casos legales (pe. la herramienta eRadar te ofrece estadísticas sancionadoras), utilizando datos históricos y modelos estadísticos que ofrecen aspectos probabilísticos interesantes, que pueden ayudar a los abogados a prepararse mejor para los posibles resultados y tomar decisiones más informadas durante el desarrollo del proceso.
- Automatización de tareas.
En la operativa diaria de los abogados de despacho y de los de asesoría jurídica de empresa, la IA puede ayudar a automatizar tareas repetitivas, como la revisión de documentos legales, las revisiones de documentación y la preparación de documentación jurídica.
Una correcta automatización ofrece un gran ahorro de tiempo, lo que permite mejorar la eficiencia en la práctica legal. También en la relación con proveedores, donde tanto desde la óptica del compliance, ciberseguridad o de la protección de datos, son asuntos que cada vez cobran un mayor protagonismo dentro de las empresas y de la responsabilidad de sus directivos.
A nivel de gestión, la IA puede ayudar a automatizar procesos administrativos, como la gestión de contratos, la facturación y la programación de citas. Esto puede ayudar a los despachos de abogados a mejorar la eficiencia y reducir sus costes de gestión.
- Asesoramiento legal.
Aunque este es un tema actualmente en revisión bajo la nueva propuesta de Reglamento de IA, la IA puede ayudar a proporcionar asesoramiento legal automatizado y personalizado a los clientes, utilizando chatbots y otras herramientas de inteligencia artificial que mejoren el acceso a la justicia y hagan que los servicios legales sean más accesibles y asequibles para más personas.
- Monitorización de cambios legales y análisis de impacto.
La IA puede ayudar a los abogados a monitorizar los cambios en la normativa relevante para su ámbito de práctica, agilizando la adaptación al nuevo entorno legal y agilizando, por tanto, el asesoramiento a los clientes.
En resumen, la IA ofrece una amplia gama de oportunidades para los despachos de abogados, que van desde la automatización de tareas administrativas hasta la asistencia en la toma de decisiones y la identificación de riesgos. Al aprovechar estas oportunidades, los despachos de abogados pueden mejorar la eficiencia y la calidad de sus servicios, lo que puede suponer un notable incremento y mejoría tanto de los servicios prestados, como del trabajo de los propios profesionales que trabajan en el despacho.
Sin embargo, debemos ser conscientes de las barreras que actualmente existen en la adopción de tecnologías por parte de los abogados, tanto de despacho como de empresa, lo que -a mi juicio- conviene ser abordado a nivel institucional.
A nivel de negocio, es un asunto que puede ralentizar el crecimiento y desarrollo de la firma, lo que debe gestionarse a nivel interno.
¿Despachos “tradicionales” que pueden desaparecer por tecnológicamente inadaptados y, por tanto, poco competitivos? El tiempo lo dirá.
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