Los whatsapps de Bravo desmontan la versión exculpatoria que ofreció al juez
El equipo de Bravo habría accedido a la historia clínica de menores sin autorización judicial, según las defensas
Imagen de una de las conversaciones entre Bravo y la mujer con la que mantuvo una serie de encuentros. (Imagen: E&J)
Los whatsapps de Bravo desmontan la versión exculpatoria que ofreció al juez
El equipo de Bravo habría accedido a la historia clínica de menores sin autorización judicial, según las defensas
Imagen de una de las conversaciones entre Bravo y la mujer con la que mantuvo una serie de encuentros. (Imagen: E&J)
Los mensajes de Whatsapp que el brigada Sergio Bravo intercambió con la persona con la que mantuvo la conversación, cuyos audios fueron publicados en exclusiva en este medio el pasado mes de julio, se vuelven en su contra. El miembro de la unidad orgánica de la policía judicial de la Guardia Civil en la Comandancia de Madrid (Tres Cantos) aseguró que las afirmaciones que hizo en una conversación en la que afirmó “ser el más ilegal de los ilegales”, haber colocado balizas de seguimiento sin autorización judicial o haber falsificado informes de seguimientos eran completamente falsas. Los mensajes aportados ahora por una de las defensas desmienten gran parte de las afirmaciones que se expusieron ante el juez y revelan posibles nuevas irregularidades.
Según el oficio enviado al juez el pasado 26 de julio – y la declaración mantenida posteriormente en sede judicial-, firmado por Bravo y avalado por el teniente Abel Marín Seoane, todo respondía a una estrategia policial, de la que no había informado a sus compañeros ni a ningún superior, para mostrarse fácilmente corruptible ante una persona ligada a la organización criminal que estaba investigando, a fin de obtener información. “Las afirmaciones vertidas por el suboficial son temerariamente falsas”, se podía leer en aquel informe.
Las conversaciones que mantenían Bravo y la chica con la que llegó a pasar una noche en un hotel denotan un interés mutuo. No se observa el tono evasivo del que hablaba el guardia civil. En esos mensajes de texto y audio enviados por la aplicación de mensajería instantánea, el brigada da nombres de sus compañeros (cuyas identidades se ha negado la Guardia Civil a aclarar ante el juez amparándose en la Ley de Secretos Oficiales) y aporta datos de las operaciones y de los investigados. Gracias a estas conversaciones, se sabe que conocían las citas médicas que tenía la pareja de uno de ellos, una persona que estaba siquiera siendo investigada. Una de las defensas denuncia que se ha llegado a acceder sin autorización al historial clínico de menores de edad. «Bueno, pues menos mal que ayer no te dije nada de quedar porque ya veía el día un poquito negro para hoy… Se aclaró un poco por la noche porque salimos a hacer una cosilla y nos salió bien, pero justo ahora me han llamado que a las cinco ha pedido cita en consulta uno de nuestros objetivos. Así que tiro para cerca de Vallecas a ver si tenemos la suerte de ver lo que necesitamos. Están los viernes últimamente a flor de piel, no me jodas, que los viernes son de toda la vida para tomar cervezas y estar agosto. Esto es de locos». Este medio ha podido confirmar que esas citas médicas a las que se refiere Bravo existían.
“Absolutamente todos los datos ofrecidos por Bravo en lo que se refiere a su vida personal y profesional son reales”, asegura la defensa.
En alguno de esos mensajes, el guardia civil se jacta de haber eludido un control de alcoholemia invocando su condición de Guardia Civil. «Hola corazón, pues qué decirte que no te haya dicho ya, que me encantas multiplicado por 1000 vamos eres espectacular y nos tenemos que ver mucho más pronto y muchas más veces. (…) Por cierto, que sepas que me ha encantado ser guardia civil, porque conforme salía de Rivas estaban haciendo un control impresionante y me han parado y me he escaqueado jajaja«, escribe el brigada.
“Se rie de la institución que representa y de los ciudadanos a partes iguales”, afirma el letrado. Bravo envió su geolocalización desde el lugar en el que estaba realizando una vigilancia y aportó detalles de las operaciones que se encontraban en marcha: “Si todo sale bien, mañana le queríamos cascar”, cuenta después de informar que el investigado acudirá con su pareja a una cita de ginecología. O “tenemos que detener esta semana a un montón de gente”, informa a su interlocutora en otro mensaje. “Tengo puesta una cámara y una baliza y si pita… mal. Tengo que hacer como que no la veo porque además dí vacaciones a todos así que no hay ni dios. Qué descanses (sic) también los malos”, dice en otro mensaje.
En el oficio que se envió al Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional, que ya se ha inhibido en favor del juzgado de instrucción al que por turno corresponda, al no enmarcarse los posibles delitos en los que podría haber incurrido el guardia civil en el artículo 65 de la LOPJ, se dejaba caer que el brigada podía haber sido drogado en el encuentro que mantuvo con la persona con la que intercambió mensajes en tono romántico durante meses. Los mensajes, sin embargo, apuntan en otra dirección. “Estuvo super guay. Nos trascamos dos botellas. Es de locos. Tu mira como iría yo que traté de hablar con los del curro porque habían tenido movida y acabaron casi a las dos de la mañana también. Y yo no me acordaba de nada. O sea que imagínate”, confesó a la mujer.
Según se desprende de las conversaciones, el brigada no acudió en una ocasión a un reconocimiento médico porque se equivocó de día y pidió a los compañeros que le cubriesen y dijesen que estaba enfermo. “Es una muestra de que los miembros de su unidad mienten por sistema”, infiere el abogado que presenta esas conversaciones. La defensa utiliza los mensajes de Whatsapp para mostrar también cómo el supuesto agente infiltrado no recordaba siquiera las fechas en que se habían encontrado.