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Actualidad

Obligado a quedarse con un mastín porque su gran tamaño ponía en riesgo la salud de su exmujer

Un Juzgado ha decretado que es el hombre quien debe cuidar al perro que compartía con su expareja

(Imagen: Cesión propia)

Sara Zarzoso

Redacción E&J




Tiempo de lectura: 3 min



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Obligado a quedarse con un mastín porque su gran tamaño ponía en riesgo la salud de su exmujer

Un Juzgado ha decretado que es el hombre quien debe cuidar al perro que compartía con su expareja

(Imagen: Cesión propia)



El tamaño sí importa, al menos, importa cuando se trata de un mastín de unos 95 kilogramos cuidado por una mujer que no supera los 170 centímetros de altura. Bajo esta rúbrica, el Juzgado de Primera Instancia número 30 de Sevilla ha otorgado la custodia completa del imponente animal a la exmarido de la mujer, a pesar de la negativa inicial de éste a hacerse cargo del can.

Según ha explicado a Economist & Jurist Francisco Javier Valverde López-Cañete, el abogado de familia que ha llevado el caso, «esta sentencia establece un precedente vital para futuros casos de custodia de mascotas. Reconoce que el cuidado de un animal de gran tamaño no es comparable al de un perro pequeño y deben de ponderar quién es más apto para su custodia.»



Tal y como consta en el fallo (cuyo contenido puede consultarse pinchando en ‘descargar resolución’), ambos individuos contrajeron matrimonio en julio de 2010. De esta unión nacieron tres hijas, menores de edad. Además, entraron a formar parte de la familia dos miembros más: primero un yorkshire, de unos 3 kg; y posteriormente un mastín, de unos 95 kg.

Este segundo perro, aunque eventualmente fue aceptado por la mujer, fue comprado e introducido en el hogar por el esposo después de una reconciliación familiar. Sin embargo, la situación cambió drásticamente poco tiempo después, cuando ambos cónyuges decidieron poner fin a su matrimonio divorciándose. Fue en este punto crítico donde surgió el conflicto: ninguno de los dos quería hacerse cargo del mastín.



«Sacar a pasear al perro va a acabar conmigo»

Ante este choque de pareceres, ambos individuos acudieron a la Justicia, alegando que —si bien se habían puesto de acuerdo en todo lo referente a la custodia compartida de las tres hijas— no sabían qué hacer con el segundo perro, que ni él ni ella querían. Así, durante el juicio la dueña del mastín expuso con gran detalle las numerosas complicaciones que enfrentaba al cuidar del perro en solitario, alegando que «sacar a pasear a un mastín dos veces al día va a acabar conmigo. Su tamaño, peso y fuerza, especialmente cuando se trata de controlar su comportamiento en espacios públicos, es imposible, tanto para mí como para las niñas».



(Imagen: El mueble)

Una opinión también compartida por su abogado, del despacho Santa Cruz Abogados, quien ha declarado a este medio que «nuestra cliente lo ha pasado de pena durante los siete meses que ha durado el procedimiento contencioso. De pena. La desesperación ha sido diaria y su salud mental ha peligrado muchísimo«.

Además, ha expresado que las dificultades inherentes al cuidado de un perro de gran tamaño como un mastín son enormes y muy reales. Según él, este fallo judicial representa un reconocimiento de estos desafíos y una señal clara de que los tribunales están dispuestos a considerar tanto el bienestar del animal como la carga que esto supone para sus dueños.

En base a estos argumentos, el Juzgado de Instancia ha decidido darle la custodia completa del can al hombre. Según la resolución judicial, «por lo que se refiere a las dos mascotas de la familia, yorkshire y mastín, se acuerda que la madre se quede con el cuidado del primero de forma permanente y el padre con el segundo, de forma que las menores podrán disfrutar de la compañía de ambas mascotas según estén con uno u otro progenitor.»

Este acuerdo se fundamenta en las explicaciones proporcionadas por la progenitora sobre las dificultades para manejar adecuadamente un mastín, «que dada la envergadura del animal, compromete seriamente la integridad del animal, de ella y de las menores al carecer de fuerza suficiente para realizar un control adecuado del animal.»

Cabe señalar, en este sentido, que el padre ha reconocido ante el tribunal que el perro está siendo adiestrado en un centro especializado para evitar situaciones de descontrol del animal. Como resultado, ha establecido que cada uno de los progenitores deberá asumir por igual los gastos que generen cada animal, tanto de alimentación como de salud y cuidados

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