Sobre el Brexit, otra cuestión de identidad
Sobre el Brexit, otra cuestión de identidad
El devenir de las dinámicas sociales, especialmente después de la gran crisis económica, parece tener anclaje en el concepto de identidad. Ésta encuentra su dimensión, para unos, en las demandas de ciertos colectivos sedientos de una justicia histórica que les dispense el estatus de equivalencia en derechos con sus semejantes. Para otros, el juego identitario tiene que ver con la nación, con la gloria perdida, con un destino común. Y he aquí el Brexit.
El troquel de esta identidad –la historia lo corrobora- es la creación de un enemigo común. Reino Unido requiere de un adversario que vuelva a enardecer el orgullo patrio, de una reformulación nacional.
En nuestro entorno encontraremos a videntes capaces de vaticinar el colapso de Reino Unido, midiendo el análisis desde el resentimiento que produce el abandono. Los recién huidos han necesitado del agitamiento de los mercachifles que ahora pretenden convertir el 31 de enero como una suerte de nuevo día de la nación.
No sabemos nada del destino de las naciones, cualquier vaticinio es estéril. Debemos abstraernos en esa empresa y alejarnos de la construcción inane que supone la identidad colectiva. Con estos hitos, lo que verdaderamente corre peligro es la identidad individual, el ejercicio del derecho, la igualdad de todos ante la Ley. Que no se nos olvide.