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1980: asesinato de los marqueses de Urquijo

El caso conmocionó a la sociedad española de la época y sigue levantando mucho interés más de 40 años después

Imagen de los marqueses de Urquijo, asesinados del 1 de agosto de 1980

Andrés Lara

Director de Economist & Jurist




Tiempo de lectura: 9 min

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1980: asesinato de los marqueses de Urquijo

El caso conmocionó a la sociedad española de la época y sigue levantando mucho interés más de 40 años después

Imagen de los marqueses de Urquijo, asesinados del 1 de agosto de 1980



Es muy posible que si se hubiera hecho una encuesta el 31 de Julio de 1980 preguntando quiénes eran los marqueses de Urquijo, unas pocas personas metidas en el mundo de la economía se referirían al marqués como un banquero, otras, las que leían las revistas del corazón, habrían profundizado algo en su matrimonio y su familia. La mayoría, sin embargo, se habría referido a una calle del barrio de Arguelles de Madrid que va desde la Calle de la Princesa al Paseo del Pintor Rosales. Solo un día después, el 1 de agosto, todo cambió y los marqueses se convirtieron en unos personajes de los que todo el mundo hablaba.

En la madrugada de ese 1 de agosto, María Lourdes Urquijo Morenés (V marquesa de Urquijo) y su marido, Manuel de la Sierra y Torres, fueron asesinados mientras dormían en su chalet de la urbanización de Somosaguas, a las afueras de Madrid. El principal sospechoso, y luego condenado por los crímenes, fue su yerno, Rafael Escobedo.



El crimen se produjo en uno de los años más sangrientos de la banda terrorista ETA, solo dos días antes de que terminaran los juegos olímpicos de Moscú y con la mitad de España a punto de irse de vacaciones. Sin embargo, la sociedad española de la época, alimentada por el gran despliegue informativo que se produjo en torno a este caso, quedó conmocionada por la muerte del matrimonio.

Antes de entrar en los detalles del caso, y para entender algunas cuestiones del mismo, es necesario bucear, aunque no sea a mucha profundidad, en los antecedentes de esta historia.

Una historia de éxito

El Marquesado de Urquijo fue concedido por Amadeo I en 1871 al financiero y político alavés Estanislao de Urquijo Landaluce. Estanislao de Urquijo Ussía, tercer marqués de Urquijo, obtuvo en 1918 con Alfonso XIII la Grandeza de España para este título. Juan Manuel de Urquijo y Landecho, IV marqués de Urquijo, tenía también los títulos de XIII marqués de Loriana y IX marqués de Villar del Águila. María Lourdes Urquijo Morenés, asesinada en 1980, fue la quinta marquesa de Urquijo.



El primer marqués, Estanislao, inició lo que luego sería la principal actividad y fuente de riqueza de la familia: el negocio bancario.

Antigua sede del Banco Urquijo en Madrid. (Foto: Wikipedia)

Tras haber trabajado en la agencia de los Rothschild, Estanislao se establece por su cuenta como agente de Cambio y Bolsa e inicia una actividad como prestamista, sobre todo de importantes familias de la vieja nobleza, como los Osuma o los Salamanca. Con la crisis de 1866, y ante la imposibilidad de que algunos de sus deudores pudieran hacer frente a sus obligaciones, el marqués de Urquijo terminó haciéndose con un importante patrimonio inmobiliario. El patrimonio familiar fue creciendo y en 1918 se constituyó el Banco Urquijo, que se convirtió en el buque insignia del patrimonio familiar.

El 15 de junio de 1935 nació María de Lourdes de Urquijo y Morenés V marquesa de Urquijo, XIV marquesa de Loriana (por cesión de su padre en 1995). En mayo de 1955 se casó en la iglesia de Santa Bárbara de Madrid con Manuel de la Sierra y Torres. El matrimonio tuvo dos hijos. Miryam, nacida en 1957, y Juan Manuel, que nació un año después.

La vida de la familia dio un vuelco cuando Miryam conoció a un apuesto joven en el Club Hípico de Somosaguas. El chico se llamaba Rafael Escobedo Alday y tenía 25 años. Era uno de los seis hijos varones del abogado Miguel Escobedo y de Ofelia Alday Mazorra. Vivían en el Paseo de la Castellana de Madrid y pasaban los fines de semana en su finca familiar de Moncalvillo de Huete, en Cuenca.

Después de un año y medio de noviazgo, contrajeron matrimonio el 21 de junio de 1978. El padre de Miryam no veía con buenos ojos el enlace, ya que consideraba que Rafi, así le llamaban sus allegados, era inmaduro. Además, no tenía trabajo y no había terminado sus estudios de Derecho. En pocos meses se cumplieron los temores del marqués. Rafi se mostró como un maestro del dolce far niente, a pesar de que él y su esposa tenían problemas económicos y de que el marqués no los ayudaba porque consideraba que su yerno debía aprender a ganarse la vida.

Boda de Rafael Escobedo y Miryam de la Sierra. (Foto: El cierre Digital)

Rafi, que llegó a empeñar la pulsera de compromiso que le había regalado a Myriam, llamaba a su suegro cerdo, tacaño y cretino, entre otros epítetos poco considerados. Su relación con los marqueses de Urquijo se terminó pudriendo hasta el punto de que él y sus suegros dejaron de dirigirse la palabra.

Ante las constantes peleas con su marido, Miryam decidió contar a sus padres sus desdichas matrimoniales. Manuel, su padre, terminó convenciéndola para que rompiera su matrimonio y Miryam finalmente presentó una demanda de nulidad matrimonial. La reacción de Rafi fue furibunda. En el transcurso de una discusión que tuvo lugar el 28 de julio de 1980, solo cuatro días antes de los asesinatos de los marqueses, pronunció unas palabras que seguramente marcaron su futuro. Con grandes gritos, le dijo a su mujer: “Te vas a acordar de mí, voy a hundir a tus padres, esta vez va en serio”.

El asesinato

A las 9 de la mañana del 1 de agosto de 1980, una criada descubrió los cadáveres de los marqueses en sus respectivas habitaciones (dormían en estancias separadas). Según quedó establecido por la versión oficial, Rafi Escobedo entró a escondidas en el chalé de sus suegros. Fue directo a la habitación del marqués, que se encontraba en el primer piso, y le disparó justo detrás de la oreja con una pistola Star del calibre 22 causándole la muerte inmediata. Según la reconstrucción de los hechos de la fiscalía, tropezó y se le disparó el arma. Esto despertó a Marieta, la marquesa. Aunque parece que ella no era el objetivo, recibió dos disparos que le provocaron la muerte.

Entierro de los marqueses de Urquijo. (Foto: RNE)

Desde el primer momento, la investigación de los crímenes presenta circunstancias como mínimo raras, que han provocado que se ponga en duda si el caso se ha resuelto del todo.

Al margen de que un redactor del periódico El Caso llegara a la escena del crimen antes que la policía, uno de los hechos más extraños fue el papel jugado por el administrador de los Urquijo, Diego Martínez Herrera. Apenas supo de lo ocurrido y antes de que aparecieran los forenses, ordenó que lavaran los cadáveres. Además, destruyó documentos guardados en la caja fuerte de los marqueses. A pesar de que el administrador pudo haber eliminado pruebas que podrían haber resultado cruciales para la investigación, ni la policía ni el juez ordenaron que se le investigara.

En el inicio de la investigación la policía barajó varias hipótesis. Una de ellas fue la trama financiera. En esa época se estaba negociando la integración del Banco Urquijo en el Hispano Americano. El marqués, casi en solitario, se oponía a esta fusión, pero tras su muerte fue aprobada por sus hijos. También se barajó la posibilidad de un atentado terrorista. Sin embargo, las pesquisas terminaron apuntando a Rafael Escobedo, que tenía como móvil la venganza personal por el odio acumulado contra sus suegros.

Detención de Escobedo

El 8 de abril de 1981, Rafael Escobedo fue detenido en la casa que tenía su familia en Cuenca. En la casona familiar fueron encontrados unos casquillos de bala parecidos a los que utilizaba el arma sospechada en los homicidios. El detenido fue trasladado a la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol de Madrid, donde tras un duro interrogatorio se derrumbó y terminó confesándose culpable de la muerte de sus suegros.

Rafael Escobedo con su abogado, Marcos García-Montes. (Foto: Cierre Digital)

Su abogado llegó a decir que su cliente había sido torturado física y psicológicamente para arrancarle esa confesión escrita. De hecho, esa fue la única vez que Rafi Escobedo se declaró culpable. Aunque reconoció haber estado en la mansión de Somosaguas la noche de autos, siempre mantuvo que no había cometido los crímenes.

La investigación policial estuvo jalonada de fallos. A la ya relatada falta de investigación de la actividad del administrador de la familia tras los crímenes, se le suma el hecho de que la principal prueba contra Rafi, su confesión escrita del crimen, desapareció de los archivos policiales antes del juicio. Asimismo, en su día se afirmó que el arma utilizada fue una pistola Star calibre 22 long rifle, un arma de coleccionista y que era muy parecida a la que tenía el padre de Rafi Escobedo. Pero también se evaporaron de los sobres que contenían la evidencia los casquillos que habían sido hallados en la casa de los Escobedo.

El 7 de julio de 1983, se hizo pública la sentencia del juez Bienvenido Guevara (que fuera confirmada luego, en 1985, por el Tribunal Supremo). A Rafi Escobedo Alday por ser el autor de “dos delitos de asesinato con la concurrencia de las circunstancias agravantes de premeditación y nocturnidad” se lo condenaba a “la pena de 26 años, 8 meses y un día de reclusión mayor por cada uno de los delitos”. La sentencia dictada por el juez Guevara, lejos de aclarar el misterio, no hizo más que agrandarlo. En un momento de su escrito afirmaba que Escobedo asesinó a sus exsuegros “por sí solo o en compañía de otros”. ¿Quiénes eran esos otros? ¿Por qué lo hicieron?

Nuevos sospechosos

En 1983, con Rafi cumpliendo condena en la cárcel de El Dueso (Cantabria), la revista Interviú publicara un reportaje en el que relataba que Mauricio López-Roberts, marqués de la Torrehermosa y gran amigo de Escobedo, había comprado un silenciador para un rifle dos días antes del crimen. López-Roberts demostró que esa compra no tuvo que ver con el arma del crimen y defendió en todo momento la inocencia de su amigo. Aseguró que Escobedo estaba “pagando el pato” por los verdaderos autores del asesinato de los marqueses. En su testimonio relató que la noche del suceso Rafi llegó a la casa de los Urquijo acompañado por otro joven conocido suyo: Javier Anastasio. En enero de 1983, Anastasio fue detenido. Se lo acusó de ser coautor de los hechos.

Javier Anastasio, en primer término. (Foto: El Español)

Las investigaciones posteriores apuntaron a que Rafi le había pedido a Anastasio que se deshiciera de un arma marca Star, que figuraba registrada a nombre de su padre, Miguel Escobedo. Anastasio la arrojó al pantano de San Juan, pero meses después fue encontrada por unos niños y quedó bajo custodia policial. El arma también desapareció como otras muchas pruebas.

Se abrió un segundo sumario, en el que fueron procesados López-Roberts y Anastasio. López-Roberts fue condenado a 10 años de prisión por encubridor. Anastasio fue acusado de ser el supuesto coautor, junto a Rafi, de los asesinatos, y enviado a prisión a la espera de juicio. Pero en 1987 salió de la cárcel tras pasar entre barrotes el periodo máximo de prisión preventiva, y huyó a Brasil, que no tenía tratado de extradición con España.

López-Roberts murió en Madrid en junio de 2014, después de haber cumplido su condena, mientras que Anastasio vive en Madrid totalmente libre ya que los crímenes de los marqueses han prescrito.

La extraña muerte de Escobedo

Durante su internamiento en El Dueso Rafi Escobedo se refugió en la cocaína y en los pocos amigos que lo visitaban. La vida en la cárcel era demasiado dura para un joven de familia acomodada que había tenido hasta entonces pocos problemas. Llegó un momento en el que no pudo más y el 27 de julio de 1988 su cuerpo sin vida, de 33 años, apareció colgado de una sábana sujeta a los barrotes de la celda número 4 situada en la segunda planta del penal, que él ocupaba en solitario.

Sólo unos días antes, Rafi había confesado en una entrevista en televisión concedida al periodista Jesús Quintero en su programa El perro verde: “Me paso horas mirando las rejas de la ventana y repitiéndome: cuélgate, termina de una vez con todo esto”.

Captura de pantalla de la entrevista que Rafael Escobedo concedió a Jesús Quintero. (Foto: Dailymotion)

Su abogado, Marcos García-Montes, sostiene que Escobedo fue asesinado, “y me remito al informe de los doctores del Anatómico Forense que le practicaron la autopsia, que encontraron 14 miligramos de cianuro en sus pulmones, riñones, hígado e intestinos. Los autores fueron dos sicarios, gracias a los cuales los verdaderos asesinos de los marqueses brindaron con champán”, ha declarado el letrado.

Han pasado ya más de 41 años del crimen y los medios lo siguen recordando cada 1 de agosto como si fuera una efeméride del estilo del final de la II Guerra Mundial. Esto viene alimentado por el hecho de que hay muchas incógnitas en torno a este caso, sobre todo en lo que se refiere a “los otros” a los que hace referencia la sentencia. En cualquier caso, parece que estamos condenados a no llegar a conocer nunca los detalles de este caso.

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