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1986: España, miembro de la Comunidad Económica Europea

La petición española de ingreso solo se tuvo en cuenta con la llegada de la democracia

Firma del Acta de Adhesión de España a las Comunidades Europeas (Foto: Google)

Andrés Lara

Director de Economist & Jurist




Tiempo de lectura: 10 min

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1986: España, miembro de la Comunidad Económica Europea

La petición española de ingreso solo se tuvo en cuenta con la llegada de la democracia

Firma del Acta de Adhesión de España a las Comunidades Europeas (Foto: Google)



El 12 de junio de 1985 se firmó en el Palacio Real de Madrid el Acta de Adhesión de España a las Comunidades Europeas. El 1 de enero de 1986, España se convertía en miembro de pleno derecho de la Comunidad Económica Europea (hoy Unión Europea). Este hito representa el final de un largo camino que comenzó en plena dictadura y que estuvo plagado de obstáculos.

Tras la Segunda Guerra Mundial, España se vio aislada. Todo comenzó el 17 de julio de 1945. El presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, el de la URSS, José V. Stalin, el primer ministro del Reino Unido, Winston Churchill y el nuevo primer ministro electo del país, Clement Attle se reunieron en la localidad alemana de Potsdam para establecer el orden mundial de postguerra. En el comunicado final incluían un párrafo dedicado a España.



En el citado documento se decía: “Los tres Gobiernos se sienten obligados a especificar que, por su parte, no apoyarán solicitud alguna que el Gobierno español pueda presentar para ser miembro de las Naciones Unidas, por haber sido establecido dicho Gobierno con la ayuda de las potencias del Eje y porque en razón a su origen, naturaleza, historia e íntima asociación con los Estados agresores, no reúne las condiciones necesarias para justificar su admisión.”.

Churchill, Truman y Stalin en la Conferencia de Potsdam. (Foto: Google)

El 9 de febrero de 1946, la primera Asamblea General de las Naciones Unidas, reunida en Londres, acordó la exclusión de España. El 4 de marzo siguiente, los Gobiernos de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, publicaron una nota conjunta comunicando que el pueblo español no podía asociarse con las naciones del mundo hasta que modificase su régimen político. Se señalaba que las Naciones Unidas habían luchado contra todo lo que Franco representaba y se pedía su destitución, una amnistía y la convocatoria de elecciones. El día 26 del mismo mes de marzo de 1946, el Gobierno francés decidió cerrar sus fronteras con España.



Aislamiento

La culminación del aislamiento se produjo el 12 de diciembre de 1946. La Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada ya en Nueva York, recomendó que se sancionase a España con la retirada de embajadores. La medida fue aprobada por 34 países, con 13 abstenciones y seis votos en contra.

Las sanciones se levantaron el 4 de noviembre de 1950 a través de una resolución en la que autorizó a los Estados miembros a enviar embajadores a Madrid. Se levantó simultáneamente la prohibición de admitir a España en las Instituciones especializadas de la ONU. Sin embargo, España no ingresó en las Naciones Unidas hasta el 15 de diciembre de 1955, después de que el régimen de Franco había recibido un importante espaldarazo por parte de Estados Unidos.

Representantes de los Gobiernos de España y EE.UU. suscriben los Pactos de Madrid. (Foto: Google)

El 23 de septiembre de 1953 fueron firmados los Pactos de Madrid entre Estados Unidos y España. Según los mismos, se instalarían en territorio español cuatro bases militares estadounidenses a cambio de ayuda económica y militar. Para el régimen franquista supusieron, junto con el concordato con la Iglesia católica firmado un mes antes, la integración definitiva en el bloque occidental tras el aislamiento que había padecido desde el final de la Segunda Guerra Mundial por su vinculación con las potencias del Eje.

El germen de la Unión Europea

Mientras todo esto ocurría, en Europa se daban los pasos para una integración entre países que potenciara la cooperación y evitara posibles enfrentamientos bélicos, como los dos que habían desangrado al continente en el siglo XX. El 23 de julio de 1952 se firmaba en París el Tratado Consultivo de la Comunidad Europea el Carbón y del Acero (CECA). Por primera vez, seis Estados europeos aceptaban seguir la vía de la integración: Francia, República Federal de Alemania, Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo.

Firma del Tratado de Roma. (Foto: Google)

El 25 de marzo de 1957 se firmaron en Roma los Tratados constitutivos de la Comunidad Económica Europea (CEE) y de la Comunidad Europea de la Energía Atómica (CEEA, llamada Euratom). Mientras que el objetivo de la CEE era establecer un mercado común basado en las cuatro libertades de circulación de mercancías, personas, capitales y servicios, Euratom buscaba coordinar el suministro de materiales fisionables y los programas de investigación ya iniciados por los distintos Estados o que éstos se disponían a lanzar con miras a la utilización pacífica de la energía nuclear.

Hubo muchos países que permanecieron ajenos a estos importantes cambios por decisión propia. Este sería el caso de Reino Unido o Suiza. Pero hubo otros, como España, a los que se les cerró la puerta desde el primer momento.

Primer intento de España

El régimen franquista, consciente de la importancia de la cooperación entre países que se estaba produciendo en Europa, vio la necesidad de llegar a algún tipo de acuerdo para formar parte del nuevo club.

El 9 de febrero de 1962, el ministro español de Asuntos Exteriores, Fernando María Castiella dirigió una carta al presidente del Consejo de las Comunidades Europeas, entonces el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Maurice Couve de Murville, en la que en nombre del Gobierno español solicitaba “una asociación susceptible de llegar en su día a la plena integración después de salvar las etapas indispensables para que la economía española pueda alinearse con las condiciones del Mercado Común”.

Fernando María Castiella. (Foto: Google)

 

El mensaje del ministro Castiella no mereció más que un acuse de recibo cortés. En ese momento la incorporación de España a las Comunidades Europeas estaba bloqueada. Los tratados recogían que toda nueva incorporación se aprobase por unanimidad y España no la obtendría. Además, en un documento conocido como Informe Birkelbach, y que fue presentado en el Parlamento Europeo el 15 de enero de 1962 con el título Los aspectos políticos e institucionales de la adhesión o de la asociación a la Comunidad, se exigía como requisito para entrare en el club europeo ser un país democrático. Sin embargo, no impedía mantener otro tipo de relaciones.

Entre 1966 y 1970 se produjeron negociaciones entre ambas partes para firmar un Acuerdo Preferencial Comercial y Aduanero, que fue finalmente suscrito en Luxemburgo en junio de 1970. El pacto tenía por objeto la supresión progresiva de los obstáculos a los intercambios y un acercamiento en dos etapas a una zona de libre comercio o a una unión aduanera.

Este acuerdo supuso el inicio de una etapa de colaboración entre España y las Comunidades Europeas en el plano económico. Pero esto no se reprodujo en el ámbito político por la intensificación de la política de represión del régimen cuando estaba dando sus últimos estertores.

Una nueva etapa

Tras la muerte de Franco, y con el inicio del proceso de transición hacia la democracia, hubo quien pensó que la entrada de España en las Comunidades Europeas sería sencilla. Nada más lejos de la realidad.

Adolfo Suárez. (Foto: Google)

El 26 de julio de 1977, el Gobierno español, entonces dirigido por Adolfo Suárez, realizó una solicitud formal de ingreso en el club europeo. Al contrario de lo que ocurrió en 1962, la Comisión aprobó iniciar las negociaciones de adhesión el 29 de noviembre de 1978. La decisión de la Comisión tenía una fuerte carga política en tanto que suponía un apoyo para fortalecer la embrionaria democracia española. Sin embargo, este proceso, en el que también estaban Portugal y Grecia, presentaba dificultades económicas dado el menor desarrollo de estos estados del sur de Europa y que suponía que la CEE pasara a tener 329 millones de habitantes, lo que conllevaba cambios institucionales de calado.

Antes de avanzar en las negociaciones, entre 1977 y 1980 España tuvo que ir cumpliendo los requisitos relacionados con los valores europeos y el respeto a la dignidad de las personas. España ratificó los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y de Derechos Económicos y Culturales de las Naciones Unidas, se convirtió en miembro del Consejo de Europa y firmó el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales. También suscribió la Carta Social Europea y formuló la Declaración reconociendo la competencia de la Comisión Europea de Derechos Humanos para tramitar demandas de particulares.

Las negociaciones entre España y la CEE comenzaron el 5 de febrero de 1979. En el primer encuentro participaron Jean François-Poncet, entonces presidente del Consejo Europeo, y por parte española Leopoldo Calvo-Sotelo, ministro para las Relaciones con las Comunidades Europeas, y Marcelino Oreja, ministro de Asuntos Exteriores. En aquellos momentos no solo España estaba inmersa en profundos cambios. La Comunidad se encontraba en un profundo proceso de transformación, lo que a la postre terminaría ralentizando la adhesión de España.

En septiembre de 1980 se produjeron una serie de cambios en el Gobierno español que representaron un cambio en los interlocutores, ya que Calvo-Sotelo fue nombrado vicepresidente económico. Aunque esto no influyó en el ritmo de las negociaciones, el avance de estas se veía constreñido por los problemas internos de la Comunidad. –El Gobierno británico había lanzado un órdago para reducir su aportación al presupuesto comunitario. Al final se logró el acuerdo, pero después de unas agrias negociaciones-.

El teniente coronel Tejero en la tribuna del Congreso el 23-F. (Foto: Google)

Cuando en febrero de 1981 se produjo el intento de golpe de Estado en España, las alarmas se encendieron en Europa. Había que ayudar a la joven democracia española a asentarse. Esto llevó a que el 11 de marzo de ese año el Parlamento Europeo solicitara que las negociaciones de adhesión de España se aceleraran. Pero esto no ocurrió.

Leopoldo Calvo-Sotelo llega a la presidencia del Gobierno aupado por un partido Unión de Centro Democrático, en plena descomposición. La unanimidad mostrada por los partidos políticos españoles a la hora de apoyar el ingreso de España en la Europa comunitaria saltó por los aires con la adhesión de España a la OTAN, que finalmente se produjo en mayo de 1982. Durante el otoño de 1981, el Parlamento Europeo recomendó al Consejo Europeo y al Consejo de Ministros la adopción de la fecha del primero de enero de 1984 como la más tardía para la adhesión de España y Portugal a la Comunidad.

Gobierno del PSOE

En octubre de 1982, el PSOE, con Felipe González a la cabeza, gana las elecciones con mayoría absoluta. El nuevo encargado de las negociaciones como ministro de Asuntos Exteriores es Fernando Morán. Desde 1981 Francia, el país que más reticencias ponía a la entrade de España en la Comunidad, estaba presidido por el también socialista François Mitterand, lo que mejoró la sintonía entre los dos países y un cambio de postura de Francia.

Felipe González. (Foto: Google)

Ya en el verano de 1981 Francia exigió a España un compromiso claro de que iba a introducir en su sistema fiscal el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) como muy tarde en el momento de la adhesión, si no era antes. Además, y esta era la razón principal de la reticencia francesa a la entrada de España en la Comunidad, los franceses veían en los sectores agrícolas y pesqueros de España un peligroso competidor para sus intereses.

A pesar de que se preveía terminar las negociaciones con España para que pudiera ingresar en el club europeo el 1 de enero de 1984, esta fecha se vio postergada varias veces por los Estados miembros, especialmente Francia, que ante la competencia de los productos españoles presionaron para revisar la Política Agraria Común (PAC) antes del ingreso.

En una importante cumbre celevrada en la ciudad alemana de Stuttgart en julio de 1983 se planteó la reforma de la PAC, la reforma de los Fondos Estructurales, la instrumentación de nuevas políticas comunitarias y el incremento de los recursos propios. Además, se decidió profundizar en la integración europea.

El PSOE dio un giro radical en su postura sobre la OTAN. (Foto: Google)

La cuestión de la OTAN

En el largo proceso de negociación entre España y la CEE hubo una serie de temas que de una forma u otra influyeron en el mismo. Entre estas cuestiones estaban la relación entre ingreso en la Comunidad y la pertenencia y mantenimiento de España en el seno de la OTAN, la relación también con el reconocimiento del Estado de Israel que, precisamente, se producirá inmediatamente después del ingreso en la Comunidad; la relación entre la actitud de Francia y la lucha antiterrorista; o el órdago lanzado por el Gobierno de Suárez en la apuesta por una política neutralista y no alineada, como forma de presión para que se aceleraran las negociaciones en curso.

Finalmente, las resistencias de los miembros de la CEE se lograron vencer cuando Felipe González aceptó la permanencia de España en la OTAN, lo que suponía un giro de 180 grados de lo que había sido hasta entonces su política sobre la Alianza Atlántica. Este paso se concretó en un referéndum que se realizó en marzo de 1986, una vez que España había ingresado en la CEE.

 

comision europea banderas UE

La Unión Europea cuenta ahora con 27 Estados miembros. Foto: (Unión Europea)

Después de un periodo de intensas y maratonianas negociaciones, el 29 de marzo de 1985, durante la presidencia italiana del Consejo, se finalizaron las negociaciones de ingreso de España. Aún así hubo que rematar algunos asuntos pendientes, especialmente relacionados con agricultura, pesca, asuntos sociales, Canarias y recursos propios. Tras 61 rondas de contactos, de las que 29 fueron a nivel ministerial, el 6 de junio de 1985 se finiquitó el proceso.

Finalmente, el Acta de Adhesión de España a las Comunidades Europeas se firmó en Madrid el 12 de junio de 1985 por el presidente del Gobierno, Felipe González, en el Salón de Columnas del Palacio Real. Estuvieron también presentes el ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán; el secretario de Estado de Relaciones con las Comunidades Europeas, Manuel Marín, y el embajador Representante Permanente ante las Comunidades Europeas, Gabriel Ferrán. Ese mismo día Portugal firmó su Tratado de Adhesión.

El 1 de enero de 1986, España y Portugal se convertían en miembros de pleno derecho. Nacía así lo que se conoció como la Europa de los Doce y se cerraba para España un proceso iniciado hacía 25 años.

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