1991: desaparición de la URSS
La Unión Soviética no pudo soportar la crisis económica y las tensiones separatistas
La URSS dejó de existir el 25 de diciembre de 1991 (Foto: Google)
1991: desaparición de la URSS
La Unión Soviética no pudo soportar la crisis económica y las tensiones separatistas
La URSS dejó de existir el 25 de diciembre de 1991 (Foto: Google)
Para el actual presidente ruso, Vladímir Putin, la caída de la URSS y su división en quince repúblicas fue «una de las mayores catástrofes geopolíticas» del siglo XX. Desde que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) dejó de existir formalmente el 25 de diciembre de 1991, Rusia ha intentado mantener la influencia en los países de su entorno. En Asia Central mantiene aliados y Bielorrusia es una especie de satélite de Moscú. En cuanto a influencia en lo que ha sido la URSS, poco más.
Los antiguos aliados del Pacto de Varsovia y las repúblicas ex-soviéticas optaron por alejarse de Rusia y entrar en la Unión Europea (UE) y, lo que es más hiriente para Moscú, en la OTAN. Hungría, Polonia y República Checa se unieron a la Alianza en 1999 y en 2004 les siguieron Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Rumanía y las repúblicas bálticas.
La posible entrada de Ucrania y Georgia en la OTAN es una «línea roja» para Moscú. Precisamente con el argumento de evitar que Ucrania termine en la Alianza Atlántica, Putin podría estar preparando la invasión de este país, lo que está colocando al mundo en una grave crisis y está haciendo recordar la violencia que estuvo detrás de la formación de la URSS.
La creación de la URSS
Desde el siglo XIX Rusia había anexionado varias repúblicas de Asia Central y Europa. Tras la Revolución Soviética comenzó lo que se ha conocido como la guerra civil rusa, que tuvo lugar entre 1917 y 1923 en el territorio del disuelto imperio ruso, entre el nuevo gobierno bolchevique y su Ejército Rojo, en el poder desde la Revolución de Octubre de 1917, y los militares del ex ejército zarista, agrupados en el denominado Movimiento Blanco. En el transcurso de esta guerra muchas de las repúblicas se levantaron contra los rusos, pero finalmente fueron derrotadas.
El 28 de diciembre de 1922, en una conferencia de delegaciones plenipotenciarias de la República Socialista Federativa Soviética (RSFS) de Rusia, de la RSFS de Transcaucasia, de la RSS de Ucrania y de la RSS de Bielorrusia, se aprobó el Tratado de Creación de la Unión Soviética y la Declaración de la Creación de la Unión Soviética, formándose la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y unificándose las repúblicas soviéticas ya existentes creadas tras la Revolución rusa y durante la posterior guerra civil.
En 1924 se elaboró una nueva Constitución en la que se delimitaban las competencias del nuevo Estado en materia de planificación económica, defensa, papel de las repúblicas, a las que se les reconocía el derecho de igualdad y se respetaba en teoría la posibilidad de abandono de la unión.
El órgano supremo legislativo residía en el Soviet Supremo (constituido por los delegados de los soviets de las repúblicas). Era elegido por sufragio universal e indirecto. El Soviet Supremo elegía el Presidium, cuyo presidente era el jefe del Estado de la URSS. Igualmente elegía al Consejo de los Comisarios del Pueblo, una especie de consejo de ministros.
Toda la organización política quedaba controlada por el Partido Comunista, muy jerarquizado, cuyo principal órgano era el Comité Central, dirigido por el secretario general.
Lucha por el poder
Tras la muerte de Lenin en 1924 se produjo una intensa lucha por el poder entre varias facciones del PCUS. Finalmente triunfó la liderada por Josef Stalin, que a base de aplastar a sus oponentes se hizo con el poder absoluto. El mecanismo utilizado por Stalin para llevar a cabo su política y acallar las voces disidentes fue el régimen de terror. Éste afectó a señalados líderes de la revolución, oficiales del ejército, cuadros, militantes del PCUS, intelectuales y técnicos responsables de la planificación económica.
A partir de 1928 Stalin impuso una nueva forma de dirigir la economía: la planificación y la centralización. El Estado controlaría a partir de entonces toda la actividad y establecería las directrices a seguir, tanto en el sector industrial como en el agrícola. La actividad económica se proyectó en períodos de cinco años, denominados “Planes Quinquenales”. De 1928 a 1941 hubo tres planes, el último de los cuales quedó interrumpido por la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar la contienda los planes quinquenales volvieron a retomarse.
El objetivo de los planes quinquenales era librar a Rusia del atraso económico, dotarla de un fuerte potencial industrial y hacerla agrícola y militarmente autosuficiente. La planificación afectó a todos los campos de la economía: inversión, producción, consumo, salarios y precios. Dejó de lado cualquier tipo de autogestión de los obreros y las empresas.
Se suprimió el sistema mixto de propiedad estatal y privada y se volvió al dirigismo estatal de las fases iniciales de la revolución. Para alcanzar los objetivos fijados se establecieron como prioritarias dos tareas: la colectivización del campo y la socialización de la industria.
En 1936 se aprobó una nueva Constitución que configuró un Estado totalitario en el que quedaba reforzado el poder del Partido Comunista frente al resto de las instituciones. Nació un grupo constituido por varios cientos de miles de individuos que dirigieron la planificación económica y que creó una verdadera élite burocrática sumisa al dictador. Este colectivo, denominado «Nomenklatura«, una vez desaparecido Stalin, siguió manteniendo un gran poder en el seno del Estado soviético.
La II Guerra Mundial
El 23 de agosto de 1939, la Alemania nazi y la Unión Soviética firmaron el Tratado de no Agresión entre Alemania y la URSS llamado coloquialmente Pacto Ribbentrop-Mólotov, en alusión a los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países. Oficialmente era solo un tratado de no agresión, aunque incluía un protocolo adicional secreto, que dividía toda Europa Oriental en esferas de influencia alemana y soviética. Se prometió a la URSS la parte oriental de Polonia, así como incluir a Letonia, Estonia y Finlandia en la esfera de influencia soviética.
Sin embargo, 22 de junio de 1941, Hitler traicionó el pacto al lanzar la Operación Barbarroja, la invasión del Eje de los territorios controlados por los soviéticos y la Unión Soviética que inició la guerra en el Frente Oriental. Los soviéticos lograron parar la ofensiva nazi y expulsar a los alemanes de su territorio. Finalmente, los soviéticos llegaron a Berlín y, junto a las fuerzas aliadas occidentales, derrotaron a los nazis. Más de 26,6 millones de soviéticos murieron en la contienda.
Tras la guerra, el mundo quedó dividido en dos bloques antagónicos que se enfrentaron en lo que se ha conocido como la Guerra Fría. Uno liderado por Estados Unidos y otro por la Unión Soviética. La Guerra Fría duró hasta 1989. Durante ese tiempo, parecía que las dos superpotencias iban a la par, no solo en el terreno militar, sino también en el económico, pero con el tiempo la economía soviética se fue viendo afectada por la ineficacia de su sistema productivo. En los años 80 comenzó una crisis que terminó haciendo metástasis y llevándose el régimen por delante. Un elemento fundamental para el cambio fue Mijail Gorbachov.
Comienzan los cambios
El 11 de marzo de 1985, a la edad de 54 años, Mijail Gorbachov, miembro del aparato del PCUS, fue nombrado secretario general del partido por el Comité Central. Eso ocurría solo 24 horas después de la muerte de su predecesor, Konstantin Chernenko.
Gorbachov puso en marcha un proceso que tenía como fin último el desmantelamiento de la economía estatalista soviética. Para lograr este objetico desarrolló los programas de glásnost (apertura, transparencia) y perestroika (reestructuración política, reformas económicas), que comenzaron a funcionar en 1986. Sin embargo, la economía soviética ya estaba en caída libre y la inflación y el desabastecimiento se extendieron por todo el país. Además, los elevados gastos militares y de mantenimiento de un aparato estatal gigante terminaron extenuando al país.
En enero de 1987, Gorbachov hizo que se aprobaran una serie de medidas democratizadoras. En junio de 1988, en la XIX Conferencia del PCUS, Gorbachov impulsó reformas radicales, que permitieron reducir el control del partido sobre el Gobierno. Esto llevó a que, en diciembre de ese año, el Soviet Supremo aprobara la fundación del Congreso de los Diputados del Pueblo, que sería el nuevo cuerpo legislativo de la Unión Soviética. Las elecciones al Congreso se celebraron en toda la URSS en marzo y abril de 1989. Tras estos comicios, el 15 de marzo de 1990 Gorbachov fue elegido primer (y único) presidente de la Unión Soviética.
Desaparece el Bloque del Este
Mientras que esto ocurría en la URSS, en los países europeos del conocido como Bloque del Este comenzaron a desarrollarse movimientos democratizadores que en cierto modo seguían la senda que estaba marcando Gorbachov desde la Unión Soviética. Los ciudadanos de los países de Europa oriental comenzaron a presionar para tener su propia glasnost y perestroika.
En junio de 1989 se celebraron unas elecciones parlamentarias en Polonia en las que pudieron participar por primera vez los candidatos de la oposición, lo que rompió el monopolio del poder comunista en Polonia. También en otros países empezaron a verse cada vez más indicios de un cambio de era. En Hungría, el Gobierno ya había comenzado en mayo a reducir los puestos de vigilancia en la frontera con Austria. El 19 de agosto de 1989 se abrió la frontera entre los dos países, lo que terminó desintegrando el bloque soviético.
Finalmente, el 9 de noviembre de 1989 cayó el Muro de Berlín, el gran símbolo de la división europea en bloques. En poco tiempo ascendieron al poder disidentes tan significados como el antiguo líder del sindicato Solidaridad Lech Walesa en Polonia (9 de diciembre de 1990), o Václav Havel en Checoslovaquia (29 de diciembre de 1989). Gradualmente, todas las naciones de la órbita soviética vieron caer a sus gobiernos comunistas, ya fuese a través de elecciones populares o, como en el caso de Rumanía, por una sublevación popular, secundada por las Fuerzas Armadas el 17 de diciembre de 1989.
Agitación interna
Paralelamente a lo que ocurría en Europa comenzó a extenderse la agitación en las repúblicas soviéticas. Tras los cambios introducidos por Gorbachov, los reformistas y los nacionalistas lograron importantes victorias en las elecciones a las asambleas regionales de las repúblicas soviéticas. Esto pilló al sistema de control político del PCUS con el pie cambiado. Las reformas habían mermado la capacidad de Moscú para imponer su voluntad a las repúblicas, que comenzaron a afirmar su soberanía nacional ante Moscú. En este contexto, la RSFS de Rusia, en la primera sesión del Congreso de los Diputados del Pueblo de Rusia del 12 de junio de 1990, aprobaba la Declaración de Soberanía Estatal.
Comenzó un proceso de protestas masivas de carácter pacífico en las repúblicas bálticas, tales como la Cadena Báltica, una cadena humana de 600 kilómetros que se extendió por Estonia, Letonia y Lituania.
El 11 de marzo de 1990 Lituania, dirigida por el presidente del Consejo Supremo, Vytautas Landsbergis, declaró su independencia. Moscú no aceptó esta decisión y envió al ejército, que reprimió el movimiento independentista con el uso de carros de combate, lo que hizo recordar otros tiempos y otras revueltas como las de Praga o Budapest. Además, inició un bloqueo económico sobre la república, a la que trasladó tropas para «asegurar los derechos de los rusos”. El 13 de enero de 1991, las tropas soviéticas, junto con el KGB, asaltaron la torre de televisión de Vilnius, capital de Lituania. En el ataque se produjeron catorce víctimas civiles lituanas, así como cientos de heridos.
El 30 de marzo de 1990, el Consejo Supremo Estonio comenzó un proceso para restablecer la soberanía estonia. Por las mismas fechas, Letonia iniciaba el proceso de restauración de la independencia con el voto del Consejo Supremo letón el 4 de mayo de 1990 que estipulaba un período de transición hacia la soberanía. Una vez más, estos movimientos fueron duramente reprimidos.
Nacionalismo en el Cáucaso
El ascenso del nacionalismo pronto reavivó las tensiones étnicas latentes en varias repúblicas soviéticas, atacando directamente el ideal soviético de un pueblo unificado, sobre todo en el Cáucaso.
Los problemas en esta zona comenzaron en 1986. En diciembre de ese año en Alma Ata, la ciudad más grande de Kazajistán, miles de personas participaron en una manifestación de protesta porque Moscú había intentado imponer en la secretaría del Comité Central del Partido Comunista de la República a su candidato. La manifestación fue aplastada por el ejército.
Los acontecimientos más graves se produjeron en 1989 en Nagorno-Karabaj (Azerbaiyán), un conflicto que más de 30 años después no se ha solucionado. En esta ocasión se produjo un enfrentamiento armado entre armenios y azerbaiyanos. El Sóviet Supremo de Armenia declaró Nagorno-Karabaj, un enclave de mayoría armenia en Azerbaiyán, como parte de su territorio. Azerbaiyán comenzó un bloqueo sobre la zona que derivó en una guerra abierta entre las dos repúblicas que comenzó en abril de 1991.
Parecía claro que la URSS se estaba deshaciendo y ante esta situación Gorbachov decidió mover ficha. El domingo 17 de marzo de 1991 se celebró un referéndum sobre el futuro de la Unión Soviética con la siguiente pregunta para los votantes: “¿Usted considera necesaria la preservación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas como una federación renovada de repúblicas soberanas iguales en la que serán garantizados plenamente los derechos y la libertad de un individuo de cualquier nacionalidad?”. El referéndum se hizo con el objetivo de aprobar el Nuevo Tratado de la Unión.
Un 78 % de los participantes votó a favor de la permanencia de la Unión Soviética, pronunciándose también a favor de la reforma de la misma. Estonia, Letonia, Lituania, Armenia, Georgia y Moldavia boicotearon la convocatoria. En cada una de las otras nueve repúblicas, la mayoría de los votantes apoyó que se mantuviera la Unión Soviética.
Gorbachov propuso la creación de un nuevo Tratado de la Unión que dejaría al gobierno central solo los asuntos de defensa y política exterior con tal de mantener unidas a las repúblicas.
Golpe de Estado
Estos movimientos coincidían con el deseo de las autoridades locales, sobre todo de Yeltsin, de establecer su pleno poder sobre sus territorios, deshaciéndose del control ideológico de Moscú. Contrarios al acercamiento de los reformadores al nuevo tratado, los conservadores comunistas de la URSS, una facción todavía fuerte dentro del PCUS y el Ejército, se oponían completamente a lo que percibían como debilitamiento del Estado soviético. El malestar dentro del régimen era cada vez mayor, así como la idea de los más conservadores de que había que dar un golpe de timón.
El 19 de agosto de 1991, el vicepresidente de Gorbachov, Guennadi Yanáyev, el primer ministro Valentín Pávlov, el ministro de defensa Dmitri Yázov, el jefe de KGB Vladímir Kryuchkov y otros altos funcionarios dieron un golpe de Estado para evitar la firma del nuevo Tratado de la Unión.
Un teletipo de la agencia de noticias soviética TASS informaba de que el presidente de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, acaba de ser sustituido por el vicepresidente Guenadi Yanayev. “El líder del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS)”, informa el texto, “no está en condiciones de seguir al frente del Estado por razones de salud”.
La Televisión Central Soviética reiteraba en un boletín extraordinario la sustitución del presidente Gorbachov por su vicepresidente Yanayev, efectiva desde ese mismo día. Durante la emisión, una locutora anuncia la declaración del estado de emergencia en el país por un periodo de seis meses.
El comité encabezado por el vicepresidente Yanayev afirma en un comunicado que ha declarado el estado de emergencia y se ha hecho con el poder para salvar al país “del caos económico y la desintegración”. En el mismo texto señala que “la implantación del estado de emergencia es «provisional» y de «carácter obligado, pues lo dicta la necesidad vital de salvar la economía del derrumbe, y al país del hambre, así como evitar la creciente amenaza de un vasto conflicto civil con consecuencias impredecibles para los pueblos de la URSS y toda la comunidad mundial».
Los golpistas pusieron a Gorbachov (en aquel momento de vacaciones en Forós, Crimea) bajo arresto domiciliario. Además, introdujeron de nuevo la censura política e intentaron restaurar el Estado de unión. Los líderes golpistas publicaron un decreto de emergencia que suspendía la actividad política y prohibía la mayor parte de los periódicos.
Columnas de blindados rodearon Moscú y el ejército fue desplegado tanto en la capital como en otras zonas del país. Sin embargo, en Moscú, miles de personas salieron a defender la Casa Blanca, sede del Parlamento ruso. Finalmente, Yeltsin lideró la oposición masiva al golpe.
Después de tres días de máxima confusión, el 21 de agosto Gorbachov vuelve a Moscú. El golpe de Estado ha sido y un fracaso y, además, terminó acelerando la disolución de la URSS, justo lo contrario de lo que pretendían los golpistas.
La figura del presidente ruso, Boris Yeltsin, salió claramente reforzada de la asonada y no tardó en jugar sus cartas. En una sesión del Parlamento soviético celebrada el 23 de agosto, Yeltsin se dirigió a Gorbachov y le exigió que firmase un decreto para que cesaran las actividades del PCUS. El líder de la Federación de Rusia argumenta que no se puede confirmar el papel del PCUS en el golpe de Estado. Gorbachov se niega varias veces y Yeltsin regresa a su asiento pero, en un movimiento sorprendente, Yeltsin vocea: «Camaradas, acabemos con esto de una vez», y firma el decreto ante los aplausos de los diputados sentados en la Cámara. Al día siguiente, Gorbachov dimite como secretario general del PCUS. La formación tiene los días contados.
Yeltsin da la puntilla a la URSS
El 8 de diciembre de 1991, los presidentes de la RSFS de Rusia, la RSS de Ucrania y la RSS de Bielorrusia (Borís Yeltsin, Leonid Kravchuk y Stanislav Shushkévich, respectivamente) firman en la reserva natural bielorrusa de Belavézhskaya el Acuerdo de Belavezha. Este acuerdo declara la disolución de la URSS y establece en su lugar la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Este documento se firma a pesar del referéndum de marzo de 1991, en el que el 78% de los soviéticos dijeron “si” a la conservación de la URSS. La firma del Acuerdo fue comunicada por teléfono al presidente de la Unión Soviética Mijaíl Gorbachov por líder bielorruso.
El 21 de diciembre en Almá-Atá, los presidentes de 11 de las 15 repúblicas de la Unión Soviética (salvo Georgia y los Estados bálticos) ratificaron la creación de la CEI mediante la firma del Protocolo de Almá-Atá.
Cada vez estaba más claro que el final de la Unión Soviética era inminente y que Gorbachov se estaba convirtiendo en el presidente de ninguna parte, por lo que el 25 de diciembre de 1991 dimitió como presidente de la URSS. En el Kremlin se arrió la bandera roja comunista y se izó la tricolor de Rusia, poniendo fin así a 74 años de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
El Soviet Supremo reconocería al día siguiente la extinción de la Unión, y Rusia asumió los compromisos y la representación internacional del desaparecido Estado, siendo reconocida como el país sucesor de la Unión Soviética en el derecho internacional.