1993: El Banco de España interviene Banesto
El presidente de la entidad, Mario Conde, pasó de ser ejemplo de éxito a terminar en prisión
Rueda de prensa tras la intervención de Banesto (Foto: Google)
1993: El Banco de España interviene Banesto
El presidente de la entidad, Mario Conde, pasó de ser ejemplo de éxito a terminar en prisión
Rueda de prensa tras la intervención de Banesto (Foto: Google)
En 1987, y con tan solo 39 años, Mario Conde, un brillante abogado del Estado hijo de un inspector de aduanas y de un ama de casa, se hizo con la presidencia del Banco Español de Crédito (Banesto). Solo seis años después, el Banco de España intervenía esta entidad, que estaba al borde de la quiebra. Entre estos dos momentos se desarrolló una historia de ambición, corrupción y mala gestión que llevó a Mario Conde de ser una especie de semidios para todos aquellos que querían dedicarse al mundo de los negocios y de codearse con lo más granado de la sociedad, a dar con sus huesos en la cárcel.
Banesto fue creado el 1 de mayo de 1902 con un capital social de 20 millones de pesetas. El promotor de la entidad fue un grupo francés presidido por Gustavo Pereire, administrador de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España. A partir de 1940, inició un proceso expansión y absorción de otras entidades que lo situó entre los primeros bancos españoles. En 1955 Banesto adquirió el Banco de Vitoria (que mantuvo como filial hasta su integración en 2003), y en 1978 adquirió el Banco Coca.
En los años Sesenta se produjeron importantes cambios en la legislación bancaria y se aprobó un nuevo marco normativo propio para la banca industrial. Esto, unido al fuerte crecimiento económico, movieron a Banesto a constituir una filial especializada en la gestión de sus negocios industriales: el Banco de Desarrollo Económico Español (Bandesco). Sin embargo, cuando el ciclo económico cambió como consecuencia de la crisis del petróleo de 1973, el grupo industrial comenzó a tener problemas, que se fueron agravando a lo largo de la década de los Ochenta de manera paralela a la grave crisis bancaria que se vivió en España entre 1977 y 1985.
Sin olvidar los factores de carácter macroeconómico, esta crisis se produjo por la ausencia de mecanismos de supervisión y control adecuados, en particular en lo que concierne a condiciones de acceso a la profesión bancaria. La gestión de muchos de los bancos de nueva creación se vio envuelta en prácticas irregulares, que acabarían comprometiendo la solvencia de todo el sistema. Ante esta situación, el Banco de España tuvo que intervenir y creó el Fondo de Garantía de Depósitos.
Crisis bancaria
De los 110 bancos que operaban en España a finales de 1977, 51 se vieron afectados por problemas de solvencia entre 1978 y 1983. Inicialmente se trató de entidades de menor tamaño; sin embargo, las dificultades acabaron extendiéndose a entidades de dimensiones considerables. La crisis alcanzaría el punto álgido en 1983, con la expropiación de los 20 bancos del conglomerado industrial Rumasa, y se alargaría hasta 1985.
En este contexto, el punto más bajo en la trayectoria de Banesto se produjo cuando, en 1986, presentó una cuenta de resultados con beneficio cero, lo que testimoniaba las dificultades que esta sociedad atravesó en el curso de la crisis bancaria abierta desde 1977. La mala situación de Banesto le convertía en un candidato ideal para ser absorbido por otra entidad.
El 19 de noviembre de 1997, el Banco de Bilbao apoyado por el Banco de España, presentó una propuesta de fusión con Banesto que, al ser rechazada por esta entidad, se convirtió en una OPA hostil. El entonces presidente de Banesto, Pablo Garnica, se preparó para montar una cerrada defensa frente a lo que consideraba como una nueva agresión. El Banco de Bilbao ofrecía seis acciones nuevas más una vieja de las suyas y 15.000 pesetas en efectivo por cada diez acciones de Banesto.
Contraopa de Petromed
Sin embargo, Petromed, una de las empresas del grupo Banesto, lanzó una contraoferta por el banco limitada al 20% del capital, pagando en metálico 5.000 pesetas por acción, con la que consiguió hacer fracasar la OPA. El artífice de esta operación fue un joven consejero del bando: Mario Conde. En reconocimiento a su actuación, el propio Garnica consiguió la unanimidad del Consejo de Administración para que fuera nombrado presidente en su sesión de 16 de diciembre de 1987.
A principios de ese año, Mario Conde y su socio, Juan Abelló, habían empezado a comprar acciones de Banesto. Después de un rápido goteo de compra de títulos en el mercado y de conseguir que el propio Garnica les vendiera parte de la autocartera del banco, en octubre de 1987 disponían ya de un 3,8% de su capital social y estaban sentados en su Consejo de Administración. ¿De dónde había saludo el salvador de Banesto?
Mario Antonio Conde Conde nació en la localidad pontevedresa de Tuy el 14 de septiembre de 1948. Hijo de un inspector de aduanas, estudió en el colegio de los Maristas de Alicante, donde estaba destinado su padre. Posteriormente realizó la carrera de Derecho en la Universidad de Deusto, donde destacó por su brillantez y su capacidad de estudio. Con 24 años aprobó las oposiciones de abogado del Estado con la mejor nota de la historia de este cuerpo.
El ‘pelotazo’ de Antibióticos
En 1977 se incorpora como director general adjunto al laboratorio farmacéutico Abelló, dirigido ya en aquel momento por Juan Abelló. En 1983 se vende esta empresa a una multinacional y en 1984 Conde y Abelló compran un 23% del capital social del laboratorio farmacéutico español Antibióticos. Solo tres años después, en marzo de 1987, Antibióticos es vendida a la multinacional italiana Montedison por 58.000 millones de pesetas. Esta operación, la más importante realizada en España hasta el momento, no hubiera sido posible sin la aprobación del Gobierno de Felipe González y, además, hizo que se popularizara la palabra “pelotazo”.
La venta de antibióticos convirtió a Conde y Abelló en personas muy ricas, hasta el punto de que se podían permitir el lujo de entrar a saco en Banesto, uno de los cinco bancos más importantes de España: la entidad llegó a tener siete millones de clientes, medio millón de accionistas, 15.000 trabajadores y 50 empresas participadas. Además, tuvieron la suerte de que su entrada en el Consejo de Administración de la entidad se produjera en el momento en el que Banesto recibió la OPA del Banco de Bilbao.
Primeras decisiones
Como presidente de Banesto, no tardó en dejar su impronta. El mismo día en que asumió las funciones de presidente, Conde hizo ya el primer reajuste en el Consejo de Administración, todavía con la aquiescencia de Pablo Garnica, el anterior presidente. Cesaron como consejeros representantes de las familias que tradicionalmente habían controlado el banco: Jaime Argüelles, Pablo Garnica, Luis Sela Figaredo, Inocencio Figaredo, José María Sainz de Vicuña, Gabriel Garnica y Francisco Luzuriaga. Además, colocó en el Consejo a dos hombres de su máxima confianza, Enrique Lasarte y Luis Ducasse, así como a un trío de técnicos vinculados al partido socialista en el poder, Juan Belloso, Antonio Torrero y Paulina Beato.
Por mucho que Conde fuera una persona considerada brillante, no podía hacer milagros. La situación de Banesto seguía siendo mala y había que buscar una solución. La entrada de España en la Comunidad Europea en 1986 estaba obligando al atomizado y un tanto anticuado sector bancario español a modernizarse. Al margen de operaciones como la del Banco de Bilbao, la necesidad de alcanzar una mayor escala de negocio que permitiera asumir los desafíos de un marco europeo mucho más competitivo tenía como punto obligatorio de destino los procesos de concentración en el sector bancario español.
En 1988 se planteó una fusión amistosa con el Banco Central, entonces presidido por Alfonso Escámez. Pese al clima de cordialidad que caracterizó las discusiones, la deseada fusión no terminó de materializarse. Se constataron profundas divergencias de criterio entre las dos sociedades y, además, accionistas del Central como los Albertos (Cartera Central) y Javier de la Rosa (KIO) hicieron todo lo posible por chafar la operación y en febrero de 1989 se anunció que la operación quedaba cancelada.
Después de que fracasara un improvisado acuerdo de fusión con el Banco Central, Conde decidió que no había ya lugar en el Consejo de Administración para las familias históricas del banco, que habían jugado un papel equivoco en este proceso, y salieron Juan Herrera, Jacobo Argüelles y Pablo Garnica Gutiérrez.
Conde llegó a la presidencia de Banesto en un momento especialmente bueno para la economía española como consecuencia del acceso del país a la Comunidad Económica Europea en 1986 y la entrada de un crecido flujo de capitales extranjeros. Parecía que los problemas de Banesto habían desaparecido.
Mario Conde era el nuevo ídolo. Si su operación con Antibióticos puso en el vocabulario popular la palabra “pelotazo”, su estilo de vida y su relación con la alta sociedad pusieron de moda términos como beautiful people o VIP (very important person) se pusieron de moda. Su afición a las sevillanas popularizó este baile entre el pijerío patrio y todo el mundo le cortejaba. En su nombramiento como doctor honoris causa por la Universidad Complutense se juntaron a su alrededor políticos, editores de periódicos y personalidades de toda índole. Sin embargo, y como se demostró poco después, todo era fachada.
Tanto Banesto como el Central habían salido debilitados de su intento de fusión. No obstante, mientras que el Central alcanzó un acuerdo con el Banco Hispano Americano en 1991 que dio como resultado la fusión de ambas entidades, dando como resultado el Banco Centra Hispano (BCH), a Banesto le tocó continuar su negocio en solitario.
En esos años de euforia económica, Conde puso en marcha una política expansiva muy cuestionada por el sector. Aceptaba clientes de alto riesgo, realizó inversiones poco afortunadas y elevó el coste financiero de su pasivo muy por encima del de sus competidores. Cuando en 1991 el ciclo económico entró en la fase de una severa crisis, los problemas en Banesto reaparecieron con virulencia.
Al objeto de salvar la situación, intentó sacar a Bolsa la Corporación Industrial Banesto, que agrupaba las participaciones empresariales de la sociedad. Sin embargo, la operación se vio frustrada por el desplome bursátil que siguió al desencadenamiento de la Primera Guerra del Golfo. Solo pudo vender las joyas del grupo industrial y se tuvo que quedar con las empresas que estaban en peor situación y que eran un lastre para la cuenta de resultados de Banesto, que entre las crecidas provisiones y el elevado riesgo crediticio asumido vio gravemente dañada su solvencia.
El Banco de España no era ajeno a estos problemas y su presidente, Luis Ángel Rojo, envió a los inspectores a la sede de Banesto en la Plaza de canalejas de Madrid para que revisaran las cuentas. Tras constatar que Banesto estaba en una situación crítica, el Banco de España urgió al Español de Crédito a presentar un plan de actuación que incluía un decidido incremento de sus recursos propios.
La ampliación de capital, que contó con el apoyo del banco estadounidense J.P. Morgan, cumplió las expectativas en sus dos primeros tramos, pero cuando en otoño de 1993 se aplazó la tercera fase la autoridad monetaria exigió proyectos adicionales de saneamiento que, finalmente, no lograron obtener la aprobación del supervisor. Todo se precipitó cuando en el último trimestre de 1993 los inspectores del Banco de España detectaron numerosas irregularidades contables. Temiéndose lo peor, Mario Conde viajó a Estados Unidos para pedir ayuda a J.P. Morgan, pero no tuvo éxito.
Dado el carácter irreversible de su situación y el riesgo sistémico que implicaba para todo el sector bancario español, el 28 de diciembre de 1993 el Banco de España anunciaba su decisión de intervenir la entidad y sustituir provisionalmente a sus administradores. En el momento de su intervención, Banesto tenía un desfase patrimonial de unos 450.000 millones de pesetas. El resultado consolidado del grupo Banesto correspondiente a 1993, presentó unas pérdidas de 585.150 millones de pesetas de los cuales 407.383 millones correspondían al banco matriz
El Banco emisor puso al frente del nuevo Consejo de Banesto a Alfredo Sáenz Abad, cuyo prestigio se había fraguado en el proceso de saneamiento de Banca Catalana. Sáenz puso en marcha un plan de saneamiento que implicó una reducción de capital—que se saldó con una minusvalía para los accionistas de 320.000 millones de pesetas—y la toma de posición del Fondo de Garantía de Depósitos por valor de 285.000 millones de pesetas.
En 1994 Banesto fue subastado en una puja que ganó el Banco Santander. Posteriormente, en febrero de 1998 esta entidad lanzó una OPA sobre el 100% del capital social de Banesto, en virtud de la cual se hizo con el 97,5% de las acciones.
Mientras, el 26 de marzo de 1994, los accionistas del banco decidieron, en junta de accionistas extraordinaria, presentar una acción social de responsabilidad civil contra Mario Conde. El 15 de noviembre la fiscalía se querella contra Conde, ocho exconsejeros y un exdirector general, dando comienzo el caso Banesto.
La investigación del Banco de España, que concluyó en febrero de 1996, ponía de manifiesto un fraude contable continuado por parte de los gestores de Banesto, que ascendía a 501.200 millones de pesetas y un agujero de 605.000 millones de pesetas. Dada la complejidad de los hechos analizados, tanto la instrucción como el juicio oral convirtieron este caso en uno de los procesos más largos de la historia de los delitos económicos.
El juicio por el conocido como Caso Banesto se prolongó desde el 1 de diciembre de 1997 hasta el 3 de diciembre de 1999, y la sentencia de la Audiencia se conoció el 31 de marzo de 2000. Conde fue condenado a 10 años de cárcel por los delitos de estafa y apropiación indebida, además de a devolver 7.200 millones de pesetas a la entidad bancaria. Sin embargo, logró evitar la cárcel tras pagar una fianza de 500 millones de pesetas.
El recurso de las defensas y de las acusaciones llevó el caso al Supremo. Dos años después, en julio de 2002, el Alto Tribunal daba carpetazo al caso aumentando de 10 a 20 años de cárcel la pena impuesta por la Audiencia Nacional al ex presidente de la entidad.
También amplió de seis a diez años la condena del exconsejero Rafael Pérez Escolar y condenó a cuatro años de prisión al financiero Jacques Hachuel y al ex consejero delegado de Banesto Enrique Lasarte, que habían sido absueltos por la Audiencia Nacional, por los delitos de apropiación indebida y falsedad en documento mercantil, respectivamente.
Sin embargo, el Supremo mantuvo la pena de trece años y ocho meses para el exvicepresidente Arturo Romaní y la de seis años del director general, Fernando Garro.
El 29 de julio de 2002 Mario Conde, Enrique Lasarte y Rafael Pérez Escolar entraron en la prisión de Alcalá-Meco y Arturo Romaní en la cárcel de Soto del Real. Conde salió de prisión por esta condena en 2009.
Esta, sin embargo, no fue la primera condena contra el exbanquero. En marzo de 1997 le cayeron seis años de prisión por apropiación indebida y falsedad en documento mercantil, por retirar de Banesto 600 millones de pesetas, que en un primer momento fueron ingresados en una cuenta suiza de la sociedad Argentia Trust, una compañía fantasma de Conde.
Por este asunto fue sentenciado a cuatro años y dos meses de prisión, al pago de una multa de 15 millones de pesetas, a una indemnización a Banesto de 600 millones de pesetas y a la inhabilitación para ejercer cargos en entidades financieras durante la duración de la pena.
Conde permaneció en prisión más de 17 meses, aunque desde septiembre de 1998 disfrutó del tercer grado restringido y, finalmente, fue puesto en libertad condicional el 10 de agosto de 1999.
Por lo que respecta a Banesto, el 17 de diciembre de 2012, el Banco Santander anunció la absorción de la entidad. Tras la integración, en mayo de 2013, de la marca Banesto ésta desapareció y comenzó a operar bajo la del Grupo Santander. El 3 de mayo de 2013, Banesto dejó de cotizar en bolsa antes de culminar su integración en el Banco Santander, por la que sus accionistas pasaron a serlo del grupo financiero que presidía Emilio Botín. Como consecuencia de la fusión por absorción realizada por el Banco Santander, Banesto quedó extinto como entidad.