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1999: matanza en la escuela de Columbine

El país quedó conmocionado por el tiroteo en el centro escolar, pero no ha sido el último ni el peor que se ha producido

Imagen del vídeo de vigilancia de Columbine en el que aparecen Eric Harris y Dylan Klebold (Foto: Mirror)

Andrés Lara

Director de Economist & Jurist




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1999: matanza en la escuela de Columbine

El país quedó conmocionado por el tiroteo en el centro escolar, pero no ha sido el último ni el peor que se ha producido

Imagen del vídeo de vigilancia de Columbine en el que aparecen Eric Harris y Dylan Klebold (Foto: Mirror)



El 20 de abril de 1999, Eric Harris y Dylan Klebold, dos alumnos de último curso de la Escuela Preparatoria de Columbine (Colorado) entraron en el centro escolar fuertemente armados y con varias bombas caseras. Una vez en el interior de la escuela, los dos alumnos, menores de edad, iniciaron un tiroteo en el que mataron a 12 de sus compañeros y a un profesor e hirieron a 24 personas más. Posteriormente se suicidaron.

Este tiroteo conmocionó al país porque fue la mayor matanza perpetrada en un colegio del país y por las circunstancias que rodearon al suceso, que fue seguido prácticamente en directo por la televisión.



Como ha ocurrido en otros tiroteos similares, los homicidas dieron pistas sobre sus intenciones. Eric Harris tenía un block en Internet en el que incluía amenazas de muerte contra sus compañeros y profesores. Ya en 1998, un oficial de policía de la oficina del sheriff del Condado de Jefferson, donde se encuentra la escuela, fue informado del contenido de la web por los padres de uno de los alumnos amenazados.

Este agente pudo confirmar que en esa página web no solo había amenazas contra profesores y compañeros, sino que se podían ver algunas frases que Harris había escrito acerca de su odio general a la sociedad, y su deseo de matar a quienes le molestaban. Además, afirmaba que había fabricado algunas bombas caseras y añadió una lista negra de individuos a los que quería eliminar.

A pesar de estos indicios, y de que el agente preparó los papeles para pedir a un juez una orden de registro de la casa de Harris, la petición finalmente no fue presentada. La oficina del Sheriff del condado de Jefferson ocultó el asunto, que no se conoció hasta septiembre de 2001, como resultado de una investigación realizada por el programa de televisión 60 Minutes.



Cartel de la escuela Columbine. (Foto: The conversation)

Un plan muy preparado

El fatídico 20 de abril de 1999, Harris y Klebold llegaron a la escuela de Columbine a las 11:14 horas por separado. Además de abundante armamento, llevaban varias bombas caseras. Las dos más grandes, unos artefactos de propano de unos diez kilos, fueron colocadas en la cafetería para que explotaran a las 12:00 horas. Una vez hecho esto, salieron de nuevo al aparcamiento de la escuela. Su idea era causar el mayor número de muertes con las explosiones y disparar desde el aparcamiento a todo el que huyera del colegio.

Sin embargo, las bombas no explotaron, por lo que Harris y Klebold decidieron entrar en la escuela y disparar a toda persona que se les pusiera a tiro. Primero en los alrededores de la entrada de la escuela, donde se enfrentaron a tiros con el agente encargado de la seguridad del centro escolar. Allí mataron a varias personas que estaban sentadas en unas escaleras. Posteriormente pasaron a la cafetería, donde dispararon a varios estudiantes. Finalmente fueron a la biblioteca, donde alcanzaron a 21 personas con sus disparos, de las que murieron diez.

Harris y Klebold salieron de la biblioteca a las 11:36 y se dedicaron a deambular por la escuela buscando nuevos blancos a los que disparar. Volvieron a pasar por la cafetería y finalmente terminaron en la biblioteca, donde solo quedaban dos alumnos heridos e inconscientes. Una vez adentro dispararon nuevamente por las ventanas hacia la policía. Aproximadamente a las 12:08 Harris y Klebold se suicidaron.

Estudiantes de Columbine en momentos posteriores al ataque. (Foto: Amazon)

Pudo ser peor

De la lectura de los diarios manuscritos de Harris y Klebold a los que tuvo acceso la policía tras el ataque se desprende que la tragedia pudo ser mucho mayor y que, por la planificación del ataque, éste se parecía más a un acto terrorista puro y duro que la acción de un par de jóvenes que se consideran incomprendidos y que la emprenden un día a tiros.

En estos diarios aseguraban que querían llevar a cabo una gran acción con explosivos que rivalizaría con el ocurrido en Oklahoma City. En esa ciudad, el 19 de abril de 1995, Timothy McVeigh y Terry Nichols pusieron una potente bomba en el Edificio Federal Alfred P. Murrah. Este atentado, que fue el más importante sufrido por Estados Unidos hasta los ataques del 11-S, se cobró la vida de 168 personas.

Los diarios contenían planes sobre formas de escapar a México, secuestrar un avión en el aeropuerto internacional de Denver y estrellarlo contra un edificio en la ciudad de Nueva York, y detalles sobre el ataque planeado. Harris y Klebold esperaban que la detonación de los explosivos caseros colocados en la cafetería en la hora más concurrida del día matara a cientos de estudiantes y que después dispararían a los sobrevivientes que huían de la escuela. Además, dejaron explosivos en sus respectivos coches para que explotaran cuando llegaran a la escuela los vehículos de policía, ambulancias, camiones de bomberos y reporteros, al objeto de liquidar también al personal de emergencia. Finalmente, los explosivos en sus automóviles no detonaron.

Captura del vídeo de seguridad que recoge la imagen de Harris y Klebold cuando se disponen a perpetrar la masacre. (Foto: Esquire)

Uno de los puntos más oscuros ocurridos con posterioridad a la matanza se produjo el 30 de abril. Ese día se celebró una rueda de prensa en la que participaron funcionarios del Condado de Jefferson y la Oficina del Sheriff del Condado de Jefferson para informar de las investigaciones. Como se supo después, previamente habían pactado ocultar que un año antes del ataque un oficial de policía había intentado iniciar una investigación contra uno de los atacantes basándose en el contenido de su block personas en Internet. Además, toda la documentación relativa a esta investigación se perdió.

En aquel momento, la matanza de Columbine fue el tiroteo más letal jamás ocurrido en un centro escolar en Estados Unidos. En esos años, aunque Internet ya era una realidad, no existía la cultura de redes sociales que conocemos ahora. Sin embargo, el suceso tuvo una cobertura sin precedentes. Familiares de los estudiantes y del personal que trabajaba en la escuela se quedaron pegados frente a televisores que mostraban imágenes de jóvenes corriendo con los brazos en alto y agentes de policía rodeando el lugar. Los medios cubrieron Columbine sin descanso, buscando las razones por las que pasó, y apuntaron a la música (Marilyn Manson) y los videojuegos que la gente de esa edad consumía.

Otro de los elementos que caracterizó el tiroteo de Columbine fue la fascinación que despertaron, y aun despiertan, los autores de la masacre.

En Internet se llegó a crear un grupo de blogueras que se hacen llamar Columbiners que escriben sobre su pasión por Eric Harris y Dylan Klebold. Dylan y Eric atraen a otras personas jóvenes que se sienten marginadas o víctimas de bullying porque representan la fantasía de vengarte de quien las atormenta y también de permanecer por siempre en la memoria colectiva», explica Sascha Cohen, historiadora y escritora estadounidense.

Cambios en los protocolos

La matanza de Columbine llevó a una serie de cambios que, aunque aplaudidos en su momento, 23 años y varias matanzas en centros educativos después, se han mostrado insuficientes.

La policía auxilia a víctimas del tiroteo de Virginia Tech, donde fueron asesinadas 32 personas en 2007. (Foto: Chron)

Se introdujo la táctica del Despliegue Rápido de Acción Inmediata que la policía pone en marca en las situaciones en las que hay un pistolero activo. También hizo que se pusiera más énfasis en la seguridad de las escuelas y propició que se abriera el debate sobre el control de armas. Sin embargo, la lectura que se hace actualmente es que, tras los tiroteos de Virginia Tech (32 asesinados en 2007), Sandy Hook, Connecticut, (murieron 27 personas en 2012) y Parkland, Florida (fueron masacradas 17 personas en 2018), por citar únicamente los ocurridos en centros educativos, la situación no ha hecho más que empeorar.

El debate sobre las armas de fuego

Columbine fue un duro baño de realidad para los estadounidenses, es como si se hubieran dado cuenta de repente que vivían con armas a su alrededor. A parte de que esta masacre se ha convertido en inspiración de otros tiroteos masivos que se han producido posteriormente en el país, una de las consecuencias inmediatas fue que el debate sobre la regulación de las armas de fuego, inactivo desde hace varios años, se reactivó.

Nacieron nuevos grupos de presión con el fin de reducir el poder de la Asociación Nacional del Rifle y de que se recorte la venta de armas en un país en el que hay más pistolas y fusiles entre la población que habitantes. Sin embargo, en este campo se han producido más pasos atrás que avances.

En 1994, el entonces presidente Clinton firmó una ley por la que se prohibía la venta de 19 modelos de armas de asalto de uso militar. Sin embargo, la norma incluía una cláusula según la cual la norma expiaría a los diez años a menos que el Congreso la reautorizara específicamente. El Congreso no lo hizo.

Texto de la Segunda Enmienda de la Constitución de EE.UU. (Foto: El Pais)

Siempre que se habla del control de armas o del derecho de los estadounidenses a tener el armamento que estimen oportuno sale a colación la Segunda Enmienda de la Constitución del país, que dice que “siendo necesaria una milicia bien organizada para la seguridad de un Estado libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas». El gran debate se ha producido siempre en torno a la interpretación de esta Enmienda y lo cierto es que la discusión jurídica y política es tan acalorada y apasionada como interesante.

El papel de la Segunda Enmienda, como muchos derechos constitucionales, es poner límites a las regulaciones que puede aprobar el Gobierno Federal. Académicos y abogados han debatido su alcance desde que fue ratificada en 1791. Uno de los elementos fundamentales de esta discusión tiene como base la decisión de 2008 del Tribunal Supremo (que en Estados Unidos hace las veces de Tribunal Constitucional) en el caso Distrito de Columbia contra Heller. En esta ocasión, gran parte del debate giraba en torno al significado de una «milicia bien regulada». Esta decisión anuló una prohibición de armas de fuego en Washington, DC, y estableció el derecho de las personas a tener un arma para ciertos fines privados, incluida la autodefensa en el hogar.

El tribunal amplió la protección de la propiedad privada de armas dos años después en McDonald contra la ciudad de Chicago. En este caso, el Supremo determinó que los gobiernos estatales y locales también están sujetos a la Segunda Enmienda.

Tribunal Supremo de Estados Unidos. (Foto: RTVE)

Joseph Blocher, profesor de derecho y codirector del Centro de Derecho de Armas de Fuego de la Facultad de Derecho de Duke, en unas declaraciones a la cadena de televisión estadounidense ABC, explica que “la Declaración de Derechos [documento que recoge las diez primeras enmiendas de la Constitución de Estados Unidos], según sus términos, solo se aplica al Gobierno Federal, pero la Corte Suprema, a través de una doctrina conocida como incorporación, ha hecho que casi todas sus garantías sean aplicables también contra los gobiernos estatales y locales. Esa es la pregunta en McDonald».

Este profesor asegura en las mismas declaraciones que “algunos estados han optado por ir más allá de lo dispuesto por el tribunal”. En este sentido, según señala, en el caso Distrito de Columbia contra Heller el Supremo estableció limitaciones a ese derecho individual y preservó una gama relativamente amplia de posibles regulaciones de armas, como permitir su restricción en edificios gubernamentales, escuelas y lugares de votación, pero en muchos casos, las legislaturas estatales han decidido no hacer uso de la autoridad que el tribunal les ha otorgado.

Joseph Blocher. (Foto Duke University)

«La mayoría de los estados han optado por no utilizar su plena autoridad reguladora», afirma Blocher. «Si un estado decide no prohibir a las personas tener cargadores de gran capacidad, por ejemplo, eso no necesariamente resulta en una ley. Puede ser la ausencia de una ley lo que tenga el mayor impacto«.

Adam Winkler, profesor en la Facultad de Derecho de UCLA, asegura que la Segunda Enmienda está perdiendo su relevancia legal al distinguir las políticas legales de las ilegales debido a la brecha entre lo que él llama la «Segunda Enmienda judicial» y la «Segunda Enmienda aspiracional«.

Winkler define la «Segunda Enmienda judicial» como la forma en que los tribunales interpretan la disposición constitucional en sus decisiones, y la «Segunda Enmienda aspiracional» como la forma en que se utiliza la enmienda en el diálogo político. Este último es «mucho más hostil a las leyes contra las armas que el judicial», dijo, y también más frecuente.

Blocher coincide en esta apreciación y asegura que «hay una diferencia entre la Segunda Enmienda tal como la interpretan y aplican los tribunales y la Segunda Enmienda tal como se invoca en las discusiones políticas. Y para muchos defensores del derecho a portar armas, la versión política de la Segunda Enmienda protege un poco más las armas que la Segunda Enmienda». como lo ha aplicado la Corte Suprema y los tribunales inferiores».

A juicio de Winkler, «la Segunda Enmienda aspiracional está superando a la Segunda Enmienda judicial en la ley estadounidense». En un ensayo publicado en el Indiana Law Journal en 2018, sostiene que “la ley estatal está adoptando una visión tan sólida y antirreguladora del derecho a poseer y portar armas que la Segunda Enmienda judicial, al menos tal como se interpreta actualmente, parece tener cada vez menos que decir sobre la forma de las leyes de armas de Estados Unidos”.

Feria de venta de armas. (Foto: Wikipedia)

Hay algunas leyes que, según muchos expertos, refuerzan el derecho a portar armas de forma que la Segunda Enmienda no exige explícitamente.

En más de 40 estados hay leyes de preferencia (preemption laws) que limitan expresamente la regulación de las armas por parte de las ciudades, y algunas llegan incluso a imponer multas y demandas a los funcionarios que desafíen las reglas del estado. Esto significa que, aunque una ciudad altamente poblada tuviera un apoyo abrumador para aprobar una ordenanza local que regula las armas, el estado puede impedir que el gobierno local tome medidas en virtud de estas leyes de preferencia.

Según la doctrina estadounidense, el concepto de leyes de preferencia se refiere a que cuando hay colisión entre la norma de una autoridad superior, en este caso el estado, y una inferior, el ayuntamiento, prevalece el criterio de la considerada autoridad superior.

“Ha habido un esfuerzo concertado por parte de las organizaciones defensoras del derecho a portar armas para promulgar leyes favorables a las armas en los estados. Y lo hacen usando la retórica de la Segunda Enmienda, aunque nada sobre la Segunda Enmienda necesariamente requiere que el estado apruebe dicha legislación”, asegura Darrell Miller, experto en leyes de armas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Duke.

La cuestión sobre el derecho a portar armas parece enquistada. Las organizaciones defensoras de este derecho tienen un gran poder, tanto que mantienen atados de manos a muchos políticos que dependen de su apoyo, y sus donaciones, para salir elegidos. Esto hace que sacar adelanta cualquier iniciativa para recortar el uso de armas de fuego cueste muchísimo, y eso si se logra.

Un grave problema

La cuestión de la venta y posesión de armas en Estados Unidos va más allá de discusiones académicas o de partido. Es un grave problema para el país. Desde que se produjo la matanza de Columbine ha habido un incremento de este tipo de ataques en Estados Unidos. Según el FBI, los tiroteos de este tipo han pasado de tres en 2000 a 40 incidentes en 19 estados en 2020. Durante ese período, han estallado tiroteos en lugares de lo más variado, desde escuelas a negocios y espacios abiertos. Algunos han sido especialmente dramáticos.

Jóvenes huyen durante el ataque de un individuo a los asistentes a un concierto en Las Vegas el 1 de octubre de 2017. (Foto: AFP)

Por poner solo unos ejemplos, en 2012 fueron asesinados 26 niños y educadores en una escuela en Sandy Hook, Connecticut. Cuatro años después, 49 personas murieron y otras 53 resultaron heridas en el club nocturno Pulse en Orlando (Florida). Hasta agosto de 2021, la mayor cantidad de víctimas se debió a un incidente en Las Vegas el 1 de octubre de 2017, cuando un hombre armado mató a 60 personas.

No obstante, las organizaciones, tanto públicas como privadas, que de un modo u otro hacen seguimiento de las muertes violentas por armas de fuego en Estados Unidos llaman la atención sobre un hecho importante. Según asegura el Gun Violence Archive (GVA), una ONG que identifica los tiroteos masivos como casos en los que cuatro o más personas reciben disparos y los analiza, señala que entre 2015 y 2019 los tiroteos masivos representaron solo el 2,8% de los 74.565 homicidios con armas de fuego.

Lo que resulta más chocante y menos conocido es que, a pesar del número de homicidios que hay en el país, los suicidios, con un 60% del total, representan el mayor número de muertes por arma de fuego, según el Departamento de Justicia. En 2019, un promedio de 66 personas cada día se suicidó con un arma, según el GVA. Solo el año pasado hubo más de 13.500 suicidios con armas, asegura el GVA.

El 74% de los casi 95.000 homicidios que tuvieron lugar entre 2015 y 2019 se cometieron con armas de fuego. (Foto: Independent)

En un informe publicado el año pasado, el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) desvelaba que alrededor del 74% de los casi 95.000 homicidios que tuvieron lugar entre 2015 y 2019 se cometieron con armas de fuego. Los homicidios, que habían tenido una tendencia a la baja durante décadas en Estados Unidos, han aumentado significativamente desde 2014, según la agencia.

Además de los homicidios, 383 500 personas resultaron heridas por armas de fuego entre 2015 y 2019, aproximadamente 76.700 personas al año, según el CDC.

El año 2020, último ejercicio del que hay datos cerrados, fue el más mortífero en incidentes relacionados con tiroteos en Estados Unidos en al menos dos décadas. Según el CDC, 45.222 personas murieron por incidentes relacionados con armas de fuego en EE.UU. Esa cifra incluye asesinatos y suicidios con armas, junto con otros tres tipos menos comunes de muertes relacionadas con armas rastreadas por el CDC: las que no fueron intencionadas, las que involucraron a la policía y aquellas cuyas circunstancias no se pudieron determinar.

En casi ocho de cada diez (79%) asesinatos en EE.UU. en 2020 (19.384 de 24.576) había involucrada un arma de fuego. Eso marcó el porcentaje más alto desde al menos 1968. Un poco más de la mitad (53%) de todos los suicidios en 2020 (24.292 de 45.979) se llevaron a cabo con un arma, un porcentaje que en general se ha mantenido estable en los últimos años.

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