45 aniversario del asesinato de los ‘abogados de Atocha’
El crimen se produjo en una de las semanas más duras de toda la Transición
'El abrazo', de Juan Genovés (Foto: Google)
45 aniversario del asesinato de los ‘abogados de Atocha’
El crimen se produjo en una de las semanas más duras de toda la Transición
'El abrazo', de Juan Genovés (Foto: Google)
Siempre se ha dicho que la Transición española, el camino seguido por España desde la muerte del dictador Franco hasta la instauración de la democracia, fue difícil y estuvo plagada de obstáculos, pero también de sangre y sufrimiento. Hoy se cumplen 45 años del asesinato de cinco personas ligadas a un despacho laboralista en el número 55 de la Calle Atocha de Madrid. Los asesinos, tres ultraderechistas, también hirieron a otros cuatro compañeros de los muertos.
Este ataque, que conmocionó a la sociedad en pleno proceso hacia la democracia, se enmarca en una espiral de violencia e inestabilidad que llegó a su cénit en la semana entre el 23 y el 28 de enero de ese 1977. Los actos terroristas perpetrados esa semana fueron reivindicados por grupos de diversas ideologías, pero tanto desde el Gobierno hasta la mayoría de los partidos de oposición se pusieron de acuerdo en que la oleada terrorista debía ser frenada de inmediato independientemente de quién hubiera cometido los delitos.
‘Semana negra’
La semana negra de la Transición comenzó el 23 de enero con el asesinato en una manifestación pro amnistía de Arturo Ruiz, un joven estudiante. En plena protesta, un individuo se acercó al joven y le disparó hiriéndole de muerte. A primera hora del día siguiente, 24 de enero, el presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, Emilio Villaescusa Quilis, fue secuestrado por el grupo terrorista GRAPO.
Casi a mediodía del 24 de enero, en una manifestación por la muerte de Arturo Ruiz, la joven estudiante de 21 años María Luz Nájera murió a causa del golpe recibido por un bote humo lanzado por las fuerzas del orden público. Ese día, por la noche, se produjo el asesinato de los abogados laboralistas de Atocha.
El 28 de enero, se cerró, al menos por esa semana, la oleada de terror. Dos miembros de la Policía Armada (lo que hoy es la Policía Nacional) y un guardia civil fueron asesinados en sus respectivos puestos de vigilancia en entidades financieras. Además, en uno de los ataques, otros tres guardias civiles resultaron gravemente heridos. Este acto fue reivindicado por el GRAPO.
La noche de los asesinatos
La noche del 24 de enero de 1977, un grupo de nueve personas ligadas a Comisiones Obreras y del Partido Comunista de España seguían trabajando después de una reunión en las oficinas para debatir sobre la huelga de trabajadores del transporte contra el Sindicato Vertical, que llevaba en marcha varias jornadas.
En los primeros días de 1977, la huelga de transporte privado de viajeros había paralizado buena parte de Madrid. Francisco Corredera Albadalejo, entonces secretario del Sindicato Provincial de Transportes y Comunicaciones de Madrid y afín a partidos políticos de extrema derecha, había tenido duros enfrentamientos con Joaquín Navarro. Este era secretario general del Sindicato de Transportes de CC.OO., también asesor del despacho laborista donde se cometió la matanza. El objetivo de los asesinos era “dar un susto” a Joaquín Navarro.
Poco antes de las 11 de la noche alguien llamó al timbre y cuando abrieron irrumpieron en las oficinas tres hombres al grito de “arriba esas manitas, las manitas arriba”. Sin apenas tiempo para reaccionar, los atacantes la emprendieron a tiros con todos los presentes. Los asesinos se dieron a la fuga y los vecinos del número 55, alarmados, llamaron a la policía. La barbarie se saldó con cinco fallecidos —tres durante el tiroteo, dos en el hospital— y cuatro heridos.
Resultaron muertos los abogados laboralistas Enrique Valdelvira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz y Francisco Javier Sauquillo; el estudiante de derecho Serafín Holgado; y el administrativo Ángel Rodríguez Leal. Resultaron gravemente heridos Miguel Sarabia Gil, Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell, Luis Ramos Pardo y Lola González Ruiz, casada con Sauquillo. Esa noche, Manuela Carmena, la magistrada que terminó siendo alcaldesa de Madrid entre 2015 y 2019 y que entonces trabajaba Atocha 55, salvó la vida porque Luis Javier Benavides le había pedido usar su despacho para una reunión, así que se marchó a otro bufete situado a dos manzanas de distancia en la misma calle.
Entierro multitudinario
Al entierro en Madrid acudieron más de 100.000 personas, en lo que se convirtió en la primera gran manifestación multitudinaria de la izquierda tras la muerte de Franco. Además, en toda España se dieron manifestaciones, protestas y paros en fábricas.
A pesar del clima de violencia que se vivía en el país, hubo una circunstancia que dio muestra de que las cosas, aunque tímidamente, empezaban a cambiar. Se dio la paradoja de que en esas manifestaciones la policía terminó protegiendo a miembros del PCE, un partido que en ese momento era ilegal (en abril de ese año fue legalizado por el Gobierno).
Captura y condena de los asesinos
Tras la matanza, los asesinos no se tomaron la molestia de huir de Madrid, creyéndose amparados por sus contactos políticos. Casi dos meses después del atentado fueron detenidos y puestos a disposición judicial.
En pocos días, la Policía Armada detuvo a José Fernández Cerrá, Carlos García Juliá y Fernando Lerdo de Tejada en calidad de autores materiales de los hechos, y a Francisco Albadalejo Corredera como autor intelectual. También fueron detenidos Leocadio Jiménez Caravaca y Simón Ramón Fernández Palacios, excombatientes de la División Azul, por suministrar las armas, y Gloria Herguedas, novia de Cerrá, como cómplice.
En 1980, la Audiencia Nacional condenó a Fernández Cerrá y a García Juliá a 193 años de prisión cada uno como autores materiales del atentado. Francisco Albadalejo Corredera, el autor intelectual, fue condenado a 63 años de prisión, donde permaneció hasta su muerte en 1985. Leocadio Jiménez Caravaca fue condenado a 64 años de cárcel. Simón Ramón Fernández Palacios no pudo ser juzgado porque falleció en 1979, antes del juicio. Por último, Gloria Herguedas Herrando fue sentenciada a un año de prisión como cómplice.
El tercer detenido como autor material de los asesinatos, Fernando Lerdo de Tejada, se fugó tras concederle el juez un permiso penitenciario antes del juicio. Aunque la orden de búsqueda y captura contra él prescribió en 2015, no se sabe nada sobre su paradero. Por su parte, Fernandez Cerrá disfrutó de la libertad condicional 14 años después de ingresar en prisión, y empezó a trabajar en una empresa de seguridad.
Garcia Juliá se fugó durante un permiso en 1991, cuando le quedaban diez años de condena Permaneció desaparecido hasta noviembre de 2018, cuando fue detenido en Brasil. Fue extraditado a España, donde volvió a ingresar en prisión el 7 de febrero de 2020. En noviembre fue excarcelado.
El 10 de junio de 2003, en la Plaza de Antón Martín, muy cerca de donde se cometieron los asesinatos, fue erigida una escultura que es una adaptación tridimensional de la pintura El abrazo, de Juan Genovés. Desde entonces, cada 24 de enero, representantes de Comisiones Obreras hacen un homenaje a los abogados asesinados.