6 Consejos para el interrogatorio ante los testigos contrarios u hostiles
"Deberemos ponernos serios y ser duros en el interrogatorio"
Jamal Zougam siendo interrogado en el juicio del 11M en la Audiencia Nacional (Foto: Archivo)
6 Consejos para el interrogatorio ante los testigos contrarios u hostiles
"Deberemos ponernos serios y ser duros en el interrogatorio"
Jamal Zougam siendo interrogado en el juicio del 11M en la Audiencia Nacional (Foto: Archivo)
1.- Desenmascarar a los testigos contrarios
Si entendemos que los testigos que perjudican a nuestro defendido -si actuamos como defensa- o a la víctima o al acusador -si ejercemos como acusación particular o popular- están mintiendo o están perjudicando a nuestra línea de defensa, debemos aprovechar nuestro turno para intentar restarles credibilidad. No nos demos por vencidos antes de tiempo ni intentemos compensar unas declaraciones perjudiciales con otras que van a respaldar a nuestro cliente. Siempre hay una posibilidad y debemos hacer uso de nuestro tiempo.
Aunque sea difícil, podemos tumbar a un testigo hostil que ya ha contestado a la parte contraria formulándole preguntas sobre «las generales de la ley», si no ha contestado antes al respecto (e incluso si ya ha contestado): interés personal, amistad o enemistad, dependencia, etc. Igualmente, según los casos, podrá preguntársele si ve bien, si oye bien, si había ruido, si veía con claridad, a qué distancia estaba, etc. De la misma forma, si es procedente, podrá ponerse a prueba su memoria, ya que si ha declarado recordando fechas, colores o fisonomías muy precisos, podrá repreguntársele por otros datos que tengan relación con los hechos para comprobar si sigue manteniendo la buena memoria o si ésta es selectiva.
Y, cómo no, debemos tomar nota de las incoherencias y contradicciones existentes tanto en las mismas respuestas como las que se aprecien al poner éstas en relación con anteriores declaraciones de los deponentes o con otras pruebas. Y si el testigo es extranjero, podemos interesarnos por si su comprensión del idioma es satisfactoria y cómo pudo entender ciertas conversaciones.
Por último, si hemos conseguido con nuestras preguntas que un testigo contrario haya quedado deslucido, no sigamos preguntándole si no es esencial.
2.- Ganarse a los testigos contrarios
Hay abogados y fiscales que tienen un don para empatizar con los testigos que en principio no les benefician y se los meten en el bolsillo. A ello, por supuesto, ayuda el tono amable del interrogatorio, la complicidad, darles la razón y ser comprensivos. En fin, unas reglas de relaciones humanas que también se pueden aplicar en la vida cotidiana pero que muchas veces olvidamos cuando estamos en estrados: dirigirnos al testigo llamándolo de usted, llamarle por su nombre o apellido con el “don” o “señor” y, muy importante, no discutir con el testigo. Pero aparte de las dotes de diplomáticos que tengamos, es esencial fijarnos bien en lo que dicen y haber estudiado antes a conciencia lo que han manifestado en el procedimiento, para encontrar una oportunidad de acercarlos a nuestras tesis.
Es decir, hay que encontrar los puntos comunes entre lo que manifiesta el testigo y lo que mantenemos nosotros en cuanto al transcurrir de los hechos.
Fiscal: ¿Vio usted como el conductor del vehículo se saltó el semáforo en rojo?
Testigo: Sí, perfectamente.
Defensa: ¿Vio usted cómo el ciclomotor cambió de sentido saltándose la mediana?
Testigo: Sí.
Defensa: Si usted hubiera manejado el vehículo en ese momento y desde esa posición ¿Habría podido esperar que se le cruzara de pronto un ciclomotor?
Testigo: No, la verdad es que el ciclomotor apareció de pronto y a toda velocidad.
3.- Escuchar atentamente las respuestas
La concentración del abogado en el juicio es uno de los requisitos para hacer buenos interrogatorios. Si estamos atentos a todo lo que dice un testigo hostil y lo escuchamos de verdad, tendremos oportunidades para darle la vuelta a algunas de sus respuestas.
Donde menos lo esperemos puede surgir la ocasión: el testigo puede ofrecer en la vista oral unas respuestas que no estuviesen previstas o que no convengan a la parte contraria. Con lo cual, cuando estemos en nuestro turno, debemos recalcar las respuestas que sean positivas para nuestra posición y formular preguntas nuevas en relación con éstas. Ejemplo:
Testigo (al Fiscal): Sí, una vez salió del despacho el empresario, el concejal extrajo del sobre un fajo de billetes y lo introdujo en el bolsillo de su chaqueta.
Defensa: ¿No le extrañó a usted que sacara los billetes estando usted delante?
Testigo: Bueno, es que el concejal no me podía ver.
Defensa: ¡Explíquese!
Testigo: Porque yo estaba viendo lo que pasaba por el agujero de la cerradura de una de las puertas, desde un pasillo.
4.- Dominar al testigo contrario
Antes nos hemos referido a cómo se pueden manejar o controlar los testigos contrarios, pero nos hemos centrado principalmente en lo que podemos hacer para llevarlos a nuestro terreno de modo astuto. Así, si conseguimos mediante nuestras preguntas acercarlos a nuestras posiciones, deberemos actuar como si fueran nuestros testigos.
Para el caso contrario, si el testigo no se mueve de su posición y queremos poner en duda su credibilidad, deberemos ponernos serios y ser duros en el interrogatorio. Y si no responde a lo que le preguntamos o intenta confundirnos, debemos repetirle la pregunta todas las veces que sea necesario, incluso pidiendo amparo al tribunal. Efectivamente, hay veces en que el testigo intenta sortear nuestras preguntas e, incluso, burlarse de nosotros en presencia del juez. En esta situación, si el juez no actúa, tendremos que requerir nosotros su atención sobre lo que está sucediendo para que intervenga y le advierta al testigo que su obligación es contestar a lo que se le pregunta. Y cómo no, si nos está faltando el respeto el declarante. Ejemplo:
Defensa: ¿Cómo le dio a usted tiempo de anotar la matrícula del coche?
Testigo: No la anoté, la memoricé.
Defensa: Pero ha dicho usted antes que cuando arrancaron el coche usted estaba a unos treinta metros ¿No es cierto?
Testigo: No, estaba al lado del coche.
Defensa: Señoría, solicito que conste la grave contradicción existente entre lo que acaba de contestar el testigo ahora y la respuesta que dio el mismo a preguntas del señor fiscal hace un momento, en cuanto a la distancia del testigo al coche en cuestión.
5.- Hacer preguntas cortas y concretas, para ser respondidas por sí o no
Se supone que los primeros que han interrogado al testigo que calificamos como “contrario” le han formulado la mayoría de las preguntas y seguramente lo habrán hecho de forma concisa. Sin embargo, a nosotros que vamos a protagonizar el contrainterrogatorio, nos conviene llamar la atención sobre unos puntos concretos y no debemos repetir las preguntas de las otras partes, entre otros motivos, porque el juez nos puede advertir sobre la reiteración. Lo aconsejable es hacer preguntas cortas y concretas, para que el testigo responda sí o no.
Cuando la cuestión sea principal, no hay que comenzar haciendo la pregunta directamente, de forma que se ponga en guardia al testigo, sino dando un rodeo. Ejemplo:
Defensa: Entonces ¿Usted estaba espiando al concejal de urbanismo?
Testigo: No, yo no espío a nadie.
Defensa: ¿Estaba usted mirando por el agujero?
Testigo: Sí.
Defensa: ¿Había abandonado su puesto de trabajo?
Testigo: Sí.
Defensa: ¿Estaba usted viendo y oyendo una entrevista a la que no estaba invitada?
Testigo: Sí.
6.- Acertar con los careos
Si no hemos conseguido desacreditar a un testigo contrario o no hemos podido obtener respuestas favorables a nuestra línea de defensa, podemos plantear al tribunal que se practique en el acto del juicio un careo en base a las graves contradicciones existentes entre las declaraciones de un concreto testigo contrario y otro nuestro, o con nuestro defendido; o también, entre nuestro patrocinado y otro acusado.
Pueden solicitarse uno o varios careos. Nos lo pueden conceder o no, pero se suelen practicar muy pocos careos en las vistas no porque los deniegue el juez sino porque no se piden por las partes.
Eso sí, debemos valorar la conveniencia del careo, ya que es fundamental la contundencia y claridad con la que se explique cada uno de los protagonistas.
Nota
Este artículo es el cuadragésimo séptimo de la serie Consejos para abogados altamente efectivos, del autor Luis Romero Santos. Pueden visitar su perfil clicando en este enlace para conocer el resto de contenido.