Brecha salarial en el sector legal: ¿mito o realidad?
"Lo cierto es que esta falta de presencia femenina en la cúpula legal se ha convertido es una normalidad asumida"
(Foto: E&J)
Brecha salarial en el sector legal: ¿mito o realidad?
"Lo cierto es que esta falta de presencia femenina en la cúpula legal se ha convertido es una normalidad asumida"
(Foto: E&J)
No debe dejar de asombrarnos que, pese a existir una mayoría de mujeres en los entornos académicos de la rama de ciencias jurídicas y sociales, en las altas esferas del sector legal nuestra presencia en determinados foros todavía escasea.
Y es que, un año más, los números nos permiten concluir con que existe una clara predominancia femenina en la representación de estudios de grado, másteres y doctorado, así como en los estudios relativos a las ciencias jurídicas y de negocios.
Cuestión similar ocurre dentro del sector privado, donde nos encontramos de bruces con que los fundadores de los grandes despachos son mayoritariamente hombres, así como los socios de los mismos, pese a que la presencia de letradas con alta formación es visible e incuestionable. Y esta situación tiene una relación, al menos indirecta, con la diferencia salarial entre hombres y mujeres.
A pesar de existir paridad en los censos institucionales, los profesionales que encabezan las conocidas listas y ranking jurídicos continúan siendo, en su mayoría, hombres (y no por falta de valía y talento de las mujeres, precisamente).
Es digno de análisis el funcionamiento de las grandes firmas y multinacionales las cuales actúan como una especie de pirámide, en cuyas bases existen un gran número de mujeres que impulsan y reman por los proyectos. Sin embargo, a medida que ascendemos en ese organigrama jerárquico, estas van disminuyendo hasta ser una figura residual en los consejos y puestos de dirección.
Los fundadores de los grandes despachos son mayoritariamente hombres, así como los socios de los mismos
También nos encontramos con un gran número de mujeres que emprenden, y crean sus despachos unipersonales, pero no existen a penas ejemplos de abogadas que empresarias que consigan hacer crecer sus negocios y expandirse. Por otro lado, no podemos obviar que ´el síndrome del abogado solitario´, desde luego, no ayuda en nada a esta causa, pues los obstáculos se multiplican a la hora de conciliar.
En esta misma línea -y aunque no podemos negar que es una realidad que paulatinamente va evolucionando-, topamos con el desequilibrio existente en el sector público, el cual encabeza la lista pues, aunque existe una amplia mayoría femenina en el sector, las posiciones de los órganos de gobierno raramente son ocupadas por mujeres.
A este respecto, resulta muy ilustrativa la composición del Consejo General del Poder Judicial, así como de los Altos Tribunales, tales como el Tribunal Constitucional, Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional, en la que las mujeres son, salvo casos excepcionales, una minoría preocupante. Esta realidad también influye, como no puede ser de otro modo, en la diferencia salarial a la que venimos haciendo referencia.
También nos encontramos con un gran número de mujeres que emprenden, y crean sus despachos unipersonales
Por último, en el plano institucional, observamos una casuística similar, pues las el número de decanas de los colegios profesionales (así como de candidatas al puesto) continúa siendo muy inferior al de hombres.
No obstante, lejos de impactar socialmente lo anteriormente expuesto, lo cierto es que esta falta de presencia femenina en la cúpula legal se ha convertido es una normalidad asumida por muchos y que parece incomodar sólo a unos pocos.
Y es que, a pesar de que actualmente existe más activismo y conciencia social, la realidad es que no se perciben grandes cambios en el sector legal, o al menos no los suficientes.
Tras analizar lo anteriormente expuesto, podemos determinar que existen distintas causas coyunturales que contribuyen a este fenómeno (socio-culturales, educacional, biología …, etc.) y que frenan, ralentizan y dificultan la presencia de las mujeres en puestos de alta responsabilidad dentro del mundo jurídico.
Esta realidad en si misma afecta a la brecha salarial dentro del sector legal, pues las mujeres encuentran un techo de cristal, todavía no eliminado, que afecta a su posibilidad de aspirar a mayores salarios acordes con perfiles profesionales de alta dirección.
Soy consciente de que cambiar esta realidad es un objetivo a medio plazo, el cual tiene que estar, y en mayúsculas, en todas nuestras agendas, especialmente en la de las instituciones.
En mi experiencia profesional como abogada y empresaria capitaneando uno de los despachos de familia más grandes de España (con actualmente 8 abogadas en plantilla), considero que el factor educacional y motivacional es clave.
La acción debe iniciarse desde los primeros pasos en la vida de las niñas, dentro del ámbito escolar, donde resulta imprescindible el implementar como una asignatura más el emprendimiento y el liderazgo, pues son habilidades necesarias en los tiempos que corren.
Nunca es tarde para cambiar el chip, por lo que ese mismo elemento educacional debe llevarse al resto de mujeres, con independencia de su edad, a fin de dotarlas de herramientas que les ofrezcan impulso, seguridad y conocimientos para crear sus negocios, generar alianzas y acuerdos y conseguir su expansión. Especialmente quiero poner el foco en compañeras de más de 50 años, quienes me comparten muchos de sus anhelos como emprendedoras y también sus miedos a la hora de llevar a cabo los proyectos que tienen en mente.
En este sentido, una red de personas y profesionales que `aúpen` a estas mujeres resulta fundamental. De hecho, actualmente me encuentro embarcada en un proyecto llamado ´Women Up´ que precisamente busca potenciar a compañeras para que consigan sus sueños profesionales a través de una red de mujeres referentes en el sector legal.
Las medidas de conciliación en la abogacía son otro de los caballos de batalla. Para una abogada, máxime si es autónoma, compatibilizar la vida profesional y familiar es una odisea. Si no trabajas, no facturas. Ninguna mujer debería verse condicionada a la hora de crear una familia, incluso en solitario, por no contar con el apoyo necesario para ello.
En este punto, las instituciones tienen un papel fundamental y considero que deberían destinarse presupuestos (que todos pagamos con nuestras cuotas) a estas medidas, de forma que los colegiados podamos beneficiarnos directamente de ellas. Muchas veces vemos como nuestros fondos van dedicados a proyectos insustanciales que no ayudan a mejorar la realidad de los abogados y abogadas, incluso se despilfarran en acciones que no tienen recorrido práctico.
Por ejemplo, una idea a tener en cuenta es crear puntos familiares cerca de los juzgados, donde los profesionales puedan dejar a sus hijos mientras acuden a sala (esto sí sería una forma de colaborar efectivamente a esta conciliación). Los estudios y los eventos son útiles para concienciar, pero la problemática sigue entre nosotros.
Facilitar cursos gratuitos, online y presenciales, para mujeres que acaban de ser madres podría ser otra forma útil de ayudar a que no pierdan el ritmo del mercado laboral.
Es evidente que queda mucho camino por recorrer, y que este proceso necesariamente debe comenzar con un cambio de mentalidad de todas y cada una de nosotras, pues muchas veces los miedos y las inseguridades nos paralizan.
El talento femenino es evidente. Ahora toca alzar la voz, trabajar y unir fuerzas para que volemos allí dónde queramos llegar.