Consejos para abogados altamente efectivos: cómo interrogar a los testigos propios en el proceso penal
"Hay testigos que desde que los vemos nos anuncian con sus actos que van a meter la pata"
Fotograma del film El juicio de los 7 de Chicago (Fuente: Paramount Pictures)
Consejos para abogados altamente efectivos: cómo interrogar a los testigos propios en el proceso penal
"Hay testigos que desde que los vemos nos anuncian con sus actos que van a meter la pata"
Fotograma del film El juicio de los 7 de Chicago (Fuente: Paramount Pictures)
1.- Elígelos cuidadosamente
Un abogado puede proponer testigos que sean favorables a la línea de defensa, tanto para una declaración en fase de instrucción como para el juicio, bien porque nos los proponga nuestro cliente o bien porque consten en el atestado o en las actuaciones posteriores y su testimonio pueda ser beneficioso. También se pueden solicitar testigos contrarios a los intereses de nuestro cliente porque su testimonio conste ya en la causa y debamos hacer uso del principio de contradicción.
Bien, pues cuando elijamos a los testigos que en principio nos van a ser propicios, debemos tener sumo cuidado, pues un testigo que en principio nos ha sido presentado como amistoso puede cargarse la defensa más sólida. Así, hay testigos que desde que los vemos nos anuncian con sus actos que van a meter la pata, porque van a contar lo que les ha dicho nuestro cliente sin tener en cuenta lo que ellos han visto u oído, porque interpretan los hechos libremente o por sus formas. Y hay testigos que en principio pueden parecer buenos pero después de someterlos a un breve interrogatorio en nuestra oficina nos demuestran que estábamos equivocados.
Una renuncia a un testigo a tiempo es una victoria, incluso aunque nos quedemos sin ningún testigo. Por supuesto, cuando nos reunamos con los deponentes previamente a su declaración, debemos cumplir con nuestra ética profesional y con la ley. Llevar a juicio un testigo falso nos puede salir muy caro.
2.- Prepáralos adecuadamente
Preparar a un testigo no significa aleccionarlo, pues podríamos estar cooperando o induciendo al falso testimonio. Preparar es organizar, informar, facilitar la labor del testigo. No en vano, muchos declarantes se quejan el día del juicio de que nadie los ha Ilamado para explicarle el motivo de su convocatoria. Un abogado puede citar a un testigo en su oficina para aconsejarle que diga la verdad, para preguntarle qué es lo que
Sabe, para informarle y facilitarle copia de su declaración. Un abogado puede hacerle saber a un declarante por qué lo ha citado y qué le va a preguntar, así como la trascendencia que puede tener su testimonio.
En definitiva, los abogados podemos comunicarles el objeto del juicio e interrogarles sobre lo que saben. Pero también hemos de tener cuidado con los testigos que nos pueden crear problemas o sobre los que tengamos dudas, sobre todo si ya nos ha advertido nuestro cliente sobre ellos. Y, cómo no, se debe informar a los testigos cómo será el desarrollo del juicio, de la obligación de llevar su documento de identidad, que han de permanecer fuera de la sala de vistas hasta que sean llamados y que han de tener un comportamiento respetuoso y educado en el despacho del juez o en el plenario.
3.- No los invalides
La mejor forma de no menoscabar a un testigo que en principio nos es favorable es actuar con psicología y tener empatía con él. Si al preguntarles somos bruscos o irrespetuosos, podemos predisponerlos en contra de nuestros intereses. Hemos de tener cuidado para no hacerles preguntas cuyas respuestas no tengan por qué saber o no estemos seguros de ello.
También debemos saber parar a tiempo un interrogatorio cuando ya se nos ha contestado lo que queríamos saber o, al menos, lo principal. Además, muchos declarantes no entienden que están obligados a acudir al juzgado cuando se les cita por conducto judicial y creen que están haciendo un favor, por lo que habrá que tratarles exquisitamente. Y otros, es la primera vez que acuden a un juicio y están desorientados y desubicados.
A veces, no tendremos ni que interrogarles, bien porque ya hayan contestado al fiscal, a otros abogados o al propio juez lo que interesa a nuestra defensa, bien porque haya quedado aclarada la cuestión por la contestación de otro testigo.
4.- Haz las preguntas apropiadas
El primer consejo es hacer preguntas relacionadas con los aspectos fundamentales de los hechos y de los temas que nos interese resaltar. No debemos formular cuestiones complejas: al contrario, debemos ser sencillos, de modo que se nos entienda fácilmente cuando interroguemos. Para ello, es aconsejable que preparemos con el debido tiempo y estudio el interrogatorio.
Si en vez de ir al grano, hacemos preguntas innecesarias, aparte de desviar la atención sobre las cuestiones esenciales, podemos arriesgarnos a que el juez nos deniegue la pregunta o a que no nos deje hacer ninguna más.
5.- Dirige el interrogatorio
Es importante que un interrogatorio a un testigo no se descontrole, es decir, debemos impedir que un declarante hable de lo que le parezca oportuno saliéndose de la cuestión que le hemos formulado. Lo ideal es que las respuestas sean cortas y precisas, a lo cual ayudará, desde luego, que las preguntas también lo sean. Y cuando veamos que una respuesta se está alargando, una vez contestado lo que a nuestro derecho interesa, debemos cortar la intervención bien formulándole otra pregunta o bien comunicándole al juez que no hay más preguntas. De todas formas, disponer del testigo no siempre es fácil, porque algunos van al juicio a lucirse y a contar su historia, aunque antes le hayamos advertido.
6.- Dales credibilidad
Para empezar, podemos hacer más creíbles a los testigos que hemos propuesto preguntándoles al inicio qué relación tienen con las partes, si recuerdan los hechos y la fecha en que ocurrieron, el lugar en el que estaban y otros datos que sitúen al testigo en el tiempo y lugar. También será importante hacer ver al tribunal que se trata de un testigo imparcial y que no tiene interés en el juicio.
Cuando nos refiramos con nuestras preguntas a los hechos esenciales de los que ha tenido conocimiento el testigo, se le restará credibilidad al mismo si en nuestra pregunta ya va la respuesta, es decir, si se le insinúa la respuesta.
También aconsejamos que si el testigo no ha sido muy certero en su respuesta o han quedado dudas sobre lo contestado, le preguntemos de nuevo para que el tribunal entienda lo que ha dicho.
Nota
Este artículo es el trigésimo quinto de la serie Consejos para abogados altamente efectivos, del autor Luis Romero Santos. Pueden visitar su perfil clicando en este enlace para conocer el resto de contenido.
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