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Consejos para abogados altamente efectivos: la clave del éxito puede estar en lo que te diga tu cliente, escúchalo atentamente

"No podemos pensar que lo sabemos todo por muchos años que llevemos ejerciendo"

"Debemos estar muy atentos a lo que nos diga nuestro defendido desde el primer momento que hablamos con él"(Foto: E&J)

Luis Romero Santos

Socio director de Luis Romero Abogados y doctor en Derecho Penal.




Tiempo de lectura: 4 min

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Consejos para abogados altamente efectivos: la clave del éxito puede estar en lo que te diga tu cliente, escúchalo atentamente

"No podemos pensar que lo sabemos todo por muchos años que llevemos ejerciendo"

"Debemos estar muy atentos a lo que nos diga nuestro defendido desde el primer momento que hablamos con él"(Foto: E&J)



Siguiendo con las estrategias de defensa penal, hoy voy a referirme a la importancia de escuchar atentamente a nuestro cliente cuando nos cuenta los hechos, es decir, cuando nos narra lo que ha sucedido con sus propias palabras. Y no solo lo que ha acontecido, sino también las pruebas que tiene para demostrar que lo que dice es verdad.

Debemos estar muy atentos a lo que nos diga nuestro defendido desde el primer momento que hablamos con él, bien en nuestro bufete o si está privado de libertad, en la prisión, en la comisaría o en el juzgado de guardia. Tomaremos nota de todos los detalles de su conversación, desde el qué, quién, cómo, cuándo, dónde, por qué, etc., hasta el nombre de las personas que estén involucradas en los hechos, testigos, documentos y cualquier otra circunstancia o prueba que pueda sernos de utilidad.



El detalle que quizás no consideremos importante en un primer momento, podría sernos de mucha utilidad posteriormente, incluso esencial. Y por muy complejo que consideremos el caso que han dejado en nuestras manos para su defensa, esa información suministrada por nuestro patrocinado podría ser indispensable para que después encajen todas las piezas como en un rompecabezas. Aunque el expediente judicial nos dé a entender que las cosas han ocurrido de otro modo, debemos valorar adecuadamente la versión de nuestro cliente pues muchas veces las cosas no son lo que parecen.

«El detalle que quizás no consideremos importante en un primer momento, podría sernos de mucha utilidad posteriormente» (Foto: E&J)

Es más, esa información inicial o posterior podría ser la base para sostener la concurrencia de eximentes o atenuantes si para nuestra estrategia fuese necesario proponerlas aunque sea subsidiariamente a la petición de una sentencia absolutoria.



En la mayoría de las ocasiones, solicito a mi cliente que me remita su versión de los hechos por escrito además de aportarme todos los datos y documentos necesarios, ya me haya encargado su defensa o ejercer la acusación en su nombre. Cuando recibo ese escrito suyo, lo contrasto con las notas que he tomado en nuestra primera reunión y con lo que obra en las actuaciones, en su caso, y a veces surgen nuevas cuestiones sobre las que tengo que volver a indagar.

Las prisas, el teléfono que nos interrumpe, la siguiente reunión, etc., no deben impedir que prestemos atención atentamente a nuestro cliente y a los que lo acompañan. Y digo esto, porque al menos en mi bufete, la mayoría de los clientes que me visitan por primera vez van acompañados casi siempre. Suelen ser familiares y alguna vez, amigos.

Bien, pues esas personas que los acompañan frecuentemente nos cuentan detalles nuevos y distintos a los que nos ha dicho el que será nuestro defendido. Es más, incluso al darnos un dato determinado esa tercera persona puede que lo haya dicho sin creer que tenga importancia para la defensa, pero podría ser un argumento para nuestra defensa.

Por todo ello, tras esa primera exposición por nuestro cliente y por los que le acompañan, si no acude solo a la reunión, debemos nosotros después efectuar las preguntas oportunas para situar el caso y sus principales circunstancias. Nuestra experiencia nos ayudará a hacer las preguntas oportunas para informarnos de todo lo que es trascendente y fundamental, incluso de lo que no es tan significativo.

En definitiva, no podemos pensar que lo sabemos todo por muchos años que llevemos ejerciendo. Nuestro patrocinado puede sorprendernos facilitándonos la clave del éxito en su defensa. Indaguemos sobre esos pequeños pormenores que nos cuenta o en la historia que él cree, pues lo que explica ante nosotros podría no ser tan descabellado. Confiemos en él. No nos digamos a nosotros mismos: “Es una excusa” “Es solo su imaginación” “Eso es solo para no reconocer los hechos” “Eso lo dice para no implicar a otras personas”.

(Foto: E&J)

Y en relación con lo expuesto hasta ahora, debemos contrastar la información que aparezca en las diligencias policiales y judiciales con nuestro defendido preguntándole por las posibles contradicciones e incoherencias en las que haya podido incurrir con nosotros a la vista de las pruebas obrantes en el expediente judicial: lo que dicen los policías, lo que han declarado los testigos presenciales y/o de referencia, las conclusiones de los informes periciales, etc.

Él o ella podrían desmontar una versión de un policía, de un testigo o incluso de un perito, con otras pruebas que pueda ofrecernos o con sus explicaciones. De nosotros dependerá saber emplear adecuadamente toda esas referencias. Por ejemplo, podremos proponer el careo entre nuestro defendido y un testigo, o un careo entre dos testigos. Podremos volver a llamar a algún testigo para que declare de nuevo o encargar un informe pericial que pueda mantener una tesis contraria a la de la acusación. Y cómo no, solicitar al juez la ampliación de la declaración de nuestro cliente.

Nos debemos a nuestro cliente, confiemos en él. Y si tenemos la sospecha o la certeza de que no nos está diciendo toda la verdad, expongámoselo claramente cuanto antes. Es fundamental la sinceridad para mantener la confianza entre cliente y abogado. Quizás al preguntarle nosotros por esas dudas que tenemos sobre su veracidad, nos desvele datos que desconocíamos hasta ese momento.

No desdeñemos todas esas notas que nos ha entregado nuestro cliente, a veces manuscritas. Esos correos que debemos tener archivados, incluso los numerosos mensajes de whatsap que nos ha remitido a pesar de haberle advertido de que lo hiciera por correo y en horas y días laborables.

Repasemos todos los documentos que nos ha dejado, incluidas posibles grabaciones. Tengamos en cuenta los testimonios de las personas que nos ofrece o nos cita como testigos: citémosles en nuestro bufete para interrogarles y decidir si nos conviene proponerlos.

En conclusión, confiemos en nuestro cliente, porque él puede procurarnos las claves para el éxito en su defensa.

Nota

Este artículo es el trigésimo octavo de la serie Consejos para abogados altamente efectivos, del autor Luis Romero Santos. Pueden visitar su perfil clicando en este enlace para conocer el resto de contenido.

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