«Efecto Rashomon» versus la prueba testifical en el proceso penal
Se ha denominado “efecto Rashomon” a las diferentes versiones que sobre un mismo hecho pueden dar distintos testigos
(Foto: Domenech Castelló/EFE)
«Efecto Rashomon» versus la prueba testifical en el proceso penal
Se ha denominado “efecto Rashomon” a las diferentes versiones que sobre un mismo hecho pueden dar distintos testigos
(Foto: Domenech Castelló/EFE)
Akira Kurosawa es considerado uno de los directores más relevantes del cine japonés. En 1950 rodó Rashomon, una película que lo catapultó internacionalmente. En dicha película, a través de sus personajes y con distinta narrativa, nos muestra “un hecho típico, antijurídico, culpable y punible”, el homicidio de un samurái y la violación de su esposa en el Japón del siglo XII[1].
El espectador asiste, a modo de tribunal o jurado popular, a la declaración de los diversos involucrados y testigos. Un monje que se encontró con el samurái y su esposa antes de suceder el crimen y la violación. Un leñador, testigo presencial. Un bandido, quien presuntamente mató al samurái y violó a su esposa. La esposa violada. El propio fallecido, al que le da voz una vidente[2].
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