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El informe oral ante el Tribunal del Jurado

Óscar Fernández León

Abogado, socio director de León Olarte y decano del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla (ICAS)




Tiempo de lectura: 5 min

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El informe oral ante el Tribunal del Jurado

«La atención de un integrante del jurado es limitada debido a que no tiene experiencia en la escucha en un contexto como el judicial».

I. La especialidad del jurado



El Jurado[1], como todo auditorio forense integrado por personas físicas, condiciona notablemente el discurso del abogado, por lo que es esencial conocer sus particularidades, ya que con este bagaje nos será más fácil transmitir nuestro informe oral de una forma más convincente y persuasiva. Para ello, a continuación vamos a examinar algunas de sus especialidades.

La primera característica del jurado reside en que sus miembros carecen del hábito de escuchar, pues siendo un arte que requiere tiempo y experiencia, no podemos esperar que éstos, obligados a permanecer en sala por imperativo legal, estén en disposición plena de escuchar todo lo que ocurre durante el juicio. Con ello nos referimos a que la atención de un integrante del jurado es limitada debido a que no tiene experiencia en la escucha en un contexto como el judicial, por lo que es difícil para ellos mantener la atención constantemente.  Ello nos lleva a que tendremos que emplear técnicas que garanticen poder alcanzar su atención en los momentos claves.



(FUENTE: Europa Press)



En segundo lugar, el jurado carece de técnica jurídica, por lo que el abogado deberá encargarse a través de su informe, que aquel comprenda perfectamente el mensaje que estamos transmitiendo. Todo abogado que intervenga ante un jurado no debe olvidar que hablamos ante gente lega, no especializada, que quiere que le hablen con claridad, sencillez y sin tecnicismos. En consecuencia, siempre que sea posible, y si no podemos, habrá que hacer comprender algunos términos y conceptos con ejemplos aclaratorios, pero nunca podremos dejarlos perdidos ante una terminología que desconocen.

En tercer lugar, hemos de considerar que el jurado carece de la capacidad de enjuiciar que dispone un juez técnico, es decir, el jurado, a diferencia de éste, prestará mucha atención a la forma en la que se expongan los argumentos, más incluso que al contenido argumental del mismo. Ello no supone que no sean relevantes los argumentos jurídicos, que lo son, lo que ocurre es que, ante su falta de experiencia, el jurado dará mucha importancia a los elementos periféricos de la exposición, pues le causará una mayor impresión la forma en la que le sean expuestos dichos argumentos.



II. La transmisión del mensaje al jurado

Partiendo de las ideas precedentes, para conseguir la atención del jurado es necesario que nuestro informe sea conciso, evitando reiteraciones innecesarias, hay que ir literalmente al grano para no agotar al jurado quien, recordemos, no está acostumbrado a estos «excesos».

«El informe debe estar construido con un lenguaje sencillo, no necesariamente coloquial, pero que sea entendible por cualquier persona».

Para paliar el desconocimiento de la técnica jurídica por el jurado, el informe debe estar construido con un lenguaje sencillo, no necesariamente coloquial, pero que sea entendible por cualquier persona. Igualmente,  hay que evitar términos técnicos salvo que ello sea imprescindible, y en tales casos hay que explicarlos, pero sin emplear un tono paternalista que pueda incomodar al jurado. Aquí la regla es ser humilde y buscar siempre la claridad y sencillez.

Por otro lado, para que el jurado entienda perfectamente el mensaje, este debe estar ordenado, y ello se consigue a través de una gran capacidad de síntesis, siguiendo un orden claro en la exposición de los argumentos, debiendo evitarse a toda costa digresiones, incisos o paréntesis.

En cuanto a falta de capacidad de enjuiciar de los jurados, la mejor medicina es que el abogado actúe con seguridad, logrando desde la primera intervención un claro canal de comunicación con todos sus miembros. Por ello, hay que tener sumo cuidado con las confusiones, dudas, titubeos, muletillas, etc. Ello es así, dado que el jurado, a diferencia del juez técnico, ante la falta de contundencia olvidará escuchar el fondo argumental y se centrará, como ya he anticipado, en aspectos periféricos que acompañan a la comunicación y que, de ser negativos, distraerán su atención. Por el contrario, si se emplea contundencia, qué duda cabe que el jurado se centrará en el mensaje que no genera distracción alguna.

Igualmente, como señala VICENTE TOVAR hay otros elementos de la comunicación del lenguaje que hemos de destacar cuando nos dirigimos a un jurado[2]: la honestidad, destacar contradicciones, fomentar la empatía y realizar alusiones a la presunción de inocencia.

Comenzando por la honestidad en el informe, nos referimos con ello a la necesidad de no mentir ni tergiversar descaradamente sobre material probatorio, pues de lo contrario perderemos en credibilidad. El jurado podrá ser lego, pero ha presenciado el desarrollo de la vista y sabe cuáles han sido los hechos que han quedado acreditados, por lo que cualquier falsedad podrá afectar al resto de la argumentación. A diferencia de un juez técnico, que percibirá el engaño pero dictará su resolución de acuerdo con el resultado probatorio real, el riesgo de que el jurado no olvide cualquier mentira, puede socavar el peso de una verdad, por muy bien argumentada que esté.

«Ser empático con el jurado significa conseguir hacer que este viva y entienda la experiencia del acusado o de la víctima, pues familiarizándolos con sus respectivas situaciones, podrán entender las razones de su actuación».

Igualmente, a la hora de informar, el abogado deberá refutar la argumentación adversa desacreditando sus argumentos o mostrando las inexactitudes de su defensa, bien a priori como a posteriori, pues así reduciremos notablemente el impacto de la misma cuando se realice por el contrario. De esta forma, lo desacreditaremos y proyectaremos una sombra de falta de credibilidad.

Ser empático con el jurado significa conseguir hacer que este viva y entienda la experiencia del acusado o de la víctima, pues familiarizándolos con sus respectivas situaciones, podrán entender las razones de su actuación, lo que suele estar muy relacionado con los planteamientos defensivos que se desarrollan en estos casos. Si apelamos al sentido común y nos dirigimos al corazón del jurado, este será mucho más accesible que el de un juez técnico.

Finalmente, es una buena regla para el abogado de la defensa apelar constantemente a la presunción de inocencia y al principio «in dubio pro reo», pues sobre estos principios va a girar un veredicto de inocencia o culpabilidad, y mientras más presente lo tengan, mucho mejor para la defensa.

III. La importancia del empleo de la emoción ante el Jurado: “un inocente prefiere un juez y un culpable a un Jurado”

El jurado, debido a su falta de conocimientos jurídicos y de su inexperiencia en el arte de enjuiciar, es claramente vulnerable al empleo de la emoción y de los afectos.

Si bien la convicción y persuasión del jurado dependerá de la contundencia de la argumentación racional, es indiscutible es que será muy influenciable por los aspectos emocionales de la defensa. No obstante, el argumento racional siempre será fundamental, es decir, el dirigido a la inteligencia del jurado, pero el dirigido al corazón, en casos dudosos puede tener un efecto clave en el resultado del procedimiento.

Por todo ello, si bien hemos de emplear siempre los argumentos racionales más poderosos, es recomendable dejar para el final de la exposición una llamada a la emoción y los afectos que puede tener un veredicto determinado en perjuicio del acusado, su familia, la sociedad, etc.

«Hay que apelar al corazón del jurado, y para ello hemos de tener cuidado en medir nuestra vehemencia, evitando exaltarnos más de lo debido perdiendo la compostura».

En definitiva, hay que apelar al corazón del jurado, y para ello hemos de tener cuidado en medir nuestra vehemencia, evitando exaltarnos más de lo debido perdiendo la compostura. Creo que la clave está en la naturalidad al expresar lo que se siente, y lo demás vendrá por añadidura.

[1] Emplearemos Jurado en mayúsculas para designar al tribunal y jurado para hacerlo con sus integrantes.

[2] Algunas claves para saber gestionar con éxito un juicio con jurado. MADRID, 07 de FEBRERO de 2014 – LAWYERPRESS. Vicente Tovar, Magistrado en Excedencia, Abogado de Medina Cuadros.

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