El surrealista robo del cadáver de Charles Chaplin
El cuerpo del cineasta, enterrado en una pequeña localidad suiza, fue sustraído dos meses después de su inhumación
Chaplin falleció en la noche de Navidad de 1977, a los 88 años. (Foto: XL Semanal)
El surrealista robo del cadáver de Charles Chaplin
El cuerpo del cineasta, enterrado en una pequeña localidad suiza, fue sustraído dos meses después de su inhumación
Chaplin falleció en la noche de Navidad de 1977, a los 88 años. (Foto: XL Semanal)
El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define “surrealista” como algo “irracional o absurdo”. Teniendo en cuenta esta definición, podríamos decir que algunos de los trabajos realizados por el cineasta Charles Chaplin pueden ser calificados como “surrealistas”. Un ejemplo claro es la famosa escena de la película La quimera del oro en la que Chaplin se come una vieja bota que ha cocinado previamente.
A pesar de escenas como esta, ni Chaplin ni su obra han sido incluidos en el movimiento surrealista, como lo fueron, por ejemplo, Dalí o Buñuel. Sin embargo, poco podía imaginar el cineasta británico que, como si de El Cid se tratara, una vez fallecido iba a ser protagonista de lo que seguramente ha sido la escena más surrealista de todas en las que ha participado. Chaplin falleció en la noche de Navidad de 1977, a los 88 años en la localidad suiza de Corsier-sur-Vevey. Tres días después fue enterrado en el cementerio de este pueblo, que también acoge los restos del actor Charles Manson.
Cuando solo habían transcurrido dos meses desde su enterramiento, en la madrugada del 2 de marzo, los trabajadores del cementerio encontraron la tumba de Chaplin vacía. Su ataúd había sido robado.
Antes de entrar en materia sobre el robo de su ataúd, parece necesario explicar por qué estaba viviendo una estrella de Hollywood de origen británico en Suiza.
Triunfo y caída en desgracia en Estados Unidos
Nacido en 1889 en Londres, Charles Spencer Chaplin se trasladó a Estados Unidos con apenas 20 años con un grupo de teatro. El gran éxito de sus actuaciones le abrió las puertas del mundo del cine. En poco tiempo se convirtió en uno de los personajes más influyentes, mejor pagados y más valorados de Hollywood.
Llegó a ser muy querido en su país de acogida dado que, durante la Gran Guerra, prestó su imagen para promocionar bonos de guerra a favor de Estados Unidos. Sin embargo, cuando llegó la Segunda Guerra Mundial, las cosas empezaron a torcerse. En esta ocasión, después de proclamarse pacifista, se negó a colaborar en actos de apoyo al Ejército. Además, abogó por que Estados Unidos apoyara a la Unión Soviética contra los nazis si llegaba a entrar en la guerra. Las acusaciones de que era comunista no se hicieron esperar.
Cuando el senador Joseph McCarthy comenzó lo que se conoció como la Caza de Brujas, que arruinó la carrera de muchos profesionales del mundo del cine, Chaplin fue uno de sus objetivos prioritarios. La comisión McCatrthy aprovechó el viaje que realizó Chaplin a Europa, en septiembre de 1952, con motivo del estreno de la película Candilejas, para convencer al fiscal general del Estado de la conveniencia de no dejar volver al actor a Estados Unidos, objetivo que consiguió sin demasiados problemas.
Chaplin, que solo pudo volver a pisar suelo estadounidense en 1972 para recoger el Oscar honorífico que le dio la Academia de Hollywood, se fue a vivir a Suiza con su cuarta esposa, Oona O’Neill, hija del dramaturgo y Premio Nobel de Literatura Eugene O’Neill y con los cuatro hijos que tenían entonces (llegarían a tener cuatro más). Chaplin murió pacíficamente en su casa y fue enterrado en silencio después de un pequeño servicio anglicano.
La noticia del robo del cadáver de Chaplin provocó una gran consternación en esta pequeña localidad suiza, en la que el cineasta se construyó una impresionante mansión en una finca de 15 hectáreas llamada Manoir de Ban y situada a casi 90 kilómetros al noroeste de Ginebra.
Investigación complicada
El inicio de la investigación fue un suplicio para la policía suiza, que inmediatamente pidió ayuda a Interpol. Los policías tan solo encontraron el hoyo donde fue enterrado el féretro, huellas de pisadas que se dirigían hacia la puerta del cementerio y marcas de ruedas de un vehículo.
Desde el primer momento, la policía pensó que se trataba de un macabro secuestro en el que los delincuentes iban a pedir un rescate, dada la importante fortuna de que disponían los herederos del cineasta. No obstante, como suele ocurrir en estos casos, la falta de pruebas concluyentes que permitieran encauzar la investigación permitió que se desarrollaran las más variopintas teorías.
Dado que había un rumor muy extendido de que Chaplin era judío, se apuntaba al Mossad israelí habría robado el cadáver para que tan insigne judío no descansara en un cementerio de otra fe. Se habló también de un comando nazi que se estaba vengando de la sátira de Hitler realizada en El Gran Dictador. Otra teoría hablaba de fanáticos admiradores que querían construir un santuario secreto para adorar a su ídolo, o para enterrarlo en Inglaterra. Hasta se comentó la posibilidad de que el cuerpo hubiera sido robado por algún grupo terrorista. Todas estas teorías se vieron tapadas muy pronto por la realidad.
Oona, la viuda de Chaplin, comenzó a recibir llamadas telefónicas en las que se le exigían cantidades exorbitadas para que pudiera recuperar los restos de su marido. La primera ascendía a 600.000 dólares, después fue rebajada a 600.000 francos suizos y, posteriormente, a 500.000. Sin embargo, la viuda dio una respuesta de las que hacen historia. Se negó a pagar el rescate alegando que “Charlie lo hubiera encontrado ridículo”.
Esto no sentó bien a los secuestradores, que pasaron directamente a amenazar a la familia. Oona O’Neill permitió que pincharan la línea telefónica de su mansión despues de informar que los secuestradores iban a llamarla de nuevo el 16 de mayo para obtener una respuesta definitiva. La policía realizó un gran despliegue e instaló equipos se vigilancia en 200 teléfonos públicos de la ciudad de Lausanne y sus alrededores. Gracias a este paso, los secuestradores fueron capturados.
Captura de los secuestradores
El primero en caer fue Roman Wardas, un joven de 24 años mecánico y refugiado polaco. Éste no tardó mucho en cantar y en delatar a su compañero de fechoría, Gantscho Ganev, búlgaro de 38 años y también mecánico y refugiado. Inmediatamente llevaron a la policía al lugar en el que habían vuelto a enterrar el féretro de Chaplin, un campo de trigo cercano al cementerio del que había sido robado.
No hizo falta un interrogatorio muy exhaustivo para colegir que ni Wardas era James Moriarty, el genio maléfico de las novelas de Sherlock Holmes, ni Ganev Lex Luthor, el inteligente enemigo de Superman.
Wardas había dejado Polonia en busca de trabajo y de una vida mejor lejos del opresivo régimen polaco, pero no le fue bien en Suiza. Confesó que se le ocurrió el robo del ataúd después de leer en la prensa la noticia de que la policía italiana había recuperado en Bari el ataúd y el cuerpo sin vida de Salvatore Matarrese, padre de un importante senador. Fue entonces cuando se puso en contacto con Ganev para que fuera su cómplice. La pareja desenterró el ataúd y lo colocó en el automóvil de Ganev, quien lo llevó al campo donde el cuerpo fue enterrado nuevamente en una tumba poco profunda.
El proceso contra los dos secuestradores tuvo algunos momentos que hubieran hecho las delicias de un guionista de comedias. Una vez que el cadáver de Chaplin fue enterado, Wardas llamó a la casa del cineasta para pedir el rescate. En sus comunicaciones utilizaba el nombre Señor Rochat. En un momento del juicio, Jean-Felix Paschoud, abogado de la familia Chaplin e interlocutor de ésta con los secuestradores, pidió hablar con el Señor Rochat. Warda se levantó como un resorte de su silla, dejando clara su culpabilidad. El abogado de limitó a desearle un buen día entre risas del público de la sala.
Cuando fue interrogado en el tribunal, Ganev afirmó que su participación en el delito comenzó y terminó con el transporte y el entierro del cuerpo. Alegó ignorancia de cualquier petición de rescate y, según los informes judiciales, se sorprendió por la respuesta pública al crimen, ya que creía que la cosa no iba a ser para tanto y que se exponía a un riesgo mínimo.
Finalmente, Ganev fue condenado a 18 meses de prisión. Wardas, sin embargo, fue identificado como el autor intelectual del crimen y sentenciado a cuatro años y medio de trabajos forzados.
En cuanto al cuerpo de Chaplin, volvió a ser enterrado en la tumba original, pero en un habitáculo de hormigón para evitar un nuevo robo de cadáver. Descansa junto a la sepultura de su mujer.
Desde abril de 2016, la mansión de los Chaplin se ha convertido en un museo a mayor gloria de este genio del cine. El Hotel Tiempos Modernos y una estatua en la orilla del lago Lemán completan el circuito chapliniano creado en este pequeño paraje de Suiza.
En octubre de 2015 fue estrenada la película El precio de la fama, un film francés dirigido por Xavier Beauvois que recrea la historia del robo del cadáver de Chaplin.