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En la conmemoración del 46 aniversario del asesinato de los abogados de Atocha

"El suceso causó indignación y estupor, mientras el gobierno temía, ante la celebración de la comitiva fúnebre por las calles de Madrid, graves altercados del orden público"

(GIF: Sebastián Moraga/E&J)

Pedro Tuset del Pino

Magistrado-Juez de lo Social de Barcelona.




Tiempo de lectura: 5 min

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En la conmemoración del 46 aniversario del asesinato de los abogados de Atocha

"El suceso causó indignación y estupor, mientras el gobierno temía, ante la celebración de la comitiva fúnebre por las calles de Madrid, graves altercados del orden público"

(GIF: Sebastián Moraga/E&J)



El año 1977 será recordado como uno de los más sangrientos tras la muerte del dictador Francisco Franco y de la etapa preconstitucional.

Tras la abdicación, el 15 de mayo, del Conde de Barcelona, don Juan de Borbón y Battenberg, a favor de su hijo, el rey don Juan Carlos I, culmina la legitimidad sucesoria en el trono, y, casi sin continuidad, se celebran las elecciones el 15 de junio, las primeras democráticas que ponían a prueba la transición política, otorgando la victoria a la UCD, liderada por un joven y ambicioso Adolfo Suárez, que obtuvo 170 escaños en el Congreso de los diputados, frente a los 115 del PSOE, a cuyo frente estaba Felipe González, otrora apodado “Isidoro”, seguidos de lejos de un decepcionante PCE, con Santiago Carrillo como protagonista, tras ser legalizado por sorpresa el 10 de abril, mientras media España disfrutaba de la Semana Santa, con tan solo 20 diputados, Alianza Popular, con 15 diputados, el PNV y el Partit Democràtic de Catalunya, con 10 escaños cada uno de ellos, la Unidad Socialista con 2, y otros partidos minoritarios, con 8.



Sin embargo, esas primeras elecciones generales quedaron empañadas por diversos sucesos que conmocionaron a la sociedad española de aquel año. El 25 de enero fue secuestrado por el GRAPO – desarticulado el 6 de agosto -, Emilio Villaescusa Quilis, presidente del Consejo Supremo de justicia Militar, luego liberado el 18 del mismo mes.

Portada de Diario 16 del 12 de febrero de 1977. (Foto: Diario 16)



Entre tanto, el 1 de marzo hubieron 22 muertos y 85 heridos en el trágico accidente ferroviario ocurrido entre Sant Andreu de la barca y Pallejà, a unos 15 minutos de Barcelona.



El 29 de marzo un Jumbo de la compañía KLM se estrelló en el aeropuerto de “Los Rodeos”, en Tenerife, tras colisionar con otro de la norteamericana “Pan American”, dejando 560 personas muertas y otras 72 heridas.

El 10 de mayo el industrial barcelonés Josè María Bultó Marqués murió asesinado al hacerle explosión un artefacto que, bajo amenazas, le habían pegado a su cuerpo, sujeto con esparadrapo, mediando un rescate de 500 millones de pesetas.

El 3 de septiembre un comando de ETA destruyó con un artefacto un edificio en obras en Éibar y, cuatro días después en la misma población, otro artefacto dañó seriamente un edifico escolar aún no inaugurado.

El día 21 de septiembre se produjo una explosión en las oficinas de la revista satírica y de humor “El Papus”, atentado que fue reivindicado por la “Triple A”, ocasionando un muerto y dos heridos.

El 25 de octubre, el president de la Generalitat de Catalunya, Josep Tarradellas, tras 38 años de exilio, regresó a Cataluña y ya en el balcón de la sede del Palau de la Generalitat, dirigiéndose en emocionado e histórico mensaje al público allí congregado, dijo, entre otras cosas: “Ciudadanos de Cataluña, ya estoy aquí. Ciudadanos de Cataluña: nuestra unidad hará de nuestra patria la avanzada de todos los pueblos de España y un ejemplo de democracia”.

Tres días después, todos los partidos políticos, exceptuando Alianza Popular, firmaron el “Pacto político de la Moncloa”, mientras se suprimía el 22 de diciembre la fiesta del 18 de julio.

Pero sin duda alguna el hecho que más conmocionó a toda España fue el asesinato a sangre fría y despiadada de cinco personas (Luis Javier Benavides, Serafín Holgado, Ángel Rodríguez, Javier Sauquillo y Enrique Valdevira abogados los tres, un estudiante y un administrativo), afiliados al PCE y al sindicato CCOO, en un despacho en la calle Atocha 55, tercero izquierda, de Madrid, el 26 de enero de aquel fatídico 1977.

El atentado, que dejó cinco heridos, se cometió  a las 23 horas mientras se celebraba una reunión entre varios abogados y los miembros de una comisión de trabajadores del sector de transportes privados de viajeros de Madrid, cuando en ese instante entraron por asalto unos jóvenes que empuñaban dos metralletas y vestían “trenkas” verdes.

Los recién llegados tras irrumpir en el despacho al grito de «Arriba esas manitas, las manitas arriba», buscaban a “los que han hecho la huelga del transporte, sucios marxistas cobardes”. El responsable del entonces ilegal sindicato de transportes de Comisiones Obreras, Joaquín Navarro, que había pasado allí la tarde organizando la huelga, se había marchado poco antes.

De izqda. a dcha. y de arriba a abajo: Enrique Valdevira (muerto), Alejandro Ruiz Huerta (herido), Luis Javier Benavides (muerto), María Dolores González Ruiz (herida), Luis Ramos (herido) y Javier Sauquillo (muerto), víctimas de la matanza de Atocha. (Foto: ABC)

Entre tanto, mientras uno apuntaba al grupo otro recorrió todos los despachos cortando los cables telefónicos y, después de asegurarse de que no había nadie más en el local, dispararon dos ráfagas de metralleta.

El suceso causó indignación y estupor, mientras el gobierno temía, ante la celebración de la comitiva fúnebre por las calles de Madrid, graves altercados del orden público y enfrentamientos entre comunistas y miembros del entonces denominado búnker franquista.

El entierro de los cinco asesinados en Atocha se convirtió en una multitudinaria manifestación. El PCE, de acuerdo con el Gobierno de Adolfo Suárez, se hizo cargo de la seguridad y la marcha transcurrió sin incidentes en un emocionado silencio que honró a las víctimas con el respeto debido y la emoción y congoja contenidas.

El entierro de los cinco asesinados en Atocha se convirtió en una multitudinaria manifestación

La investigación policial llevó a la detención de los responsables, miembros de comandos de extrema derecha ligados a grupos como Fuerza Nueva – partido político ultraderechista fundado en 1976 por Blas Piñar – y Falange, que pretendían acabar con los «enemigos de la Patria».

La Audiencia Nacional tardó tres años en dictar sentencia. Condenó a Fernández Cerrá y a García Juliá a 193 años de prisión cada uno como autores materiales del atentado. Francisco Albadalejo Corredera, el autor intelectual, fue condenado a 63 años de prisión, donde permaneció hasta su muerte en 1985. Leocadio Jiménez Caravaca y Simón Ramón Fernández Palacios, antiguos miembros de la División Azul, habían sido detenidos por facilitar las armas para el crimen, pero solo el primero pudo ser juzgado y condenado a 64 años de cárcel. Fernández Palacios falleció en 1979, antes del juicio. Por último, Gloria Herguedas Herrando fue sentenciada a un año de prisión como cómplice.

Cuarenta y seis años después de la matanza, en la plaza de Antón Martín, muy cerca de Atocha 55, una escultura en bronce del pintor valenciano Juan Genovés, inaugurada en junio de 2003, recuerda a los jóvenes abogados laboralistas asesinados.

Sirva estas líneas de emotivo y sincero homenaje a quienes murieron por la causa, vilmente a manos de unos desaprensivos que intentaron desestabilizar los inicios de la joven democracia y devolvernos a tiempos pretéritos.

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