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Consejos para abogados altamente efectivos: hablar en público se aprende practicando en cada oportunidad que encontremos

"La práctica en la oratoria se adquiere hablando ante los demás"

(Foto: E&J)

Luis Romero Santos

Socio director de Luis Romero Abogados y doctor en Derecho Penal.




Tiempo de lectura: 5 min

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Consejos para abogados altamente efectivos: hablar en público se aprende practicando en cada oportunidad que encontremos

"La práctica en la oratoria se adquiere hablando ante los demás"

(Foto: E&J)



Como decíamos la semana pasada, atreviéndonos a hablar en público descubriremos que no es tan difícil dirigirnos a un auditorio si tenemos la suficiente confianza en nosotros mismos y dominamos el tema que vamos a tratar.

La práctica en la oratoria se adquiere hablando ante los demás cada vez que encontremos una oportunidad para ello. Me han invitado a impartir una conferencia sobre “Estrategias de defensa penal a través de dos casos reales” en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid ante más de trescientos estudiantes. Cuando me lo propusieron, respondí a mi compañero Ángel Juárez, presidente de APROED-Abogados y Juristas Pro Estado de Derecho, que estaría encantado de dirigirme a los estudiantes en tan importante foro.



Ahora, cuando hace ya treinta y tres años que terminé la carrera de Derecho, recuerdo aquellos días en las aulas. En primer curso, en el aula IX, una tarde tras una clase de derecho romano, teníamos libre unos veinte minutos en los que se iban a tratar una serie de problemas de nuestro grupo con alguna asignatura, algún profesor y algún examen.



Salieron a hablar dos compañeros y tras pensarlo unos segundos, tomé la decisión de tomar la palabra ante más de cien alumnos acomodados en un escenario inclinado, todos mirando hacia mí. Yo subí los escalones hacia una plataforma donde estaba la mesa del profesor y un micrófono. No sé cómo, acabé pronunciando mis primeras palabras por primera vez ante un público tan numeroso. Cogí con fuerza el micrófono, miré al fondo sin querer detenerme en ningún rostro, una fuerza superior parecía dominarme pero conseguí mantenerme en pie sin que me flaquearan las piernas, aunque algo me temblarían.

«Tomé la decisión de tomar la palabra ante más de cien alumnos acomodados en un escenario inclinado» (Foto: E&J)



La voz que yo mismo me escuchaba me sonaba extraña. Sin embargo, observé la atenta mirada y el silencio absoluto de mis compañeros, quienes atendían absortos a mis palabras.

Me atreví a mirar enfrente y vi respeto en esas caras de compañeros y compañeras que me oían. Esto me dio aún más confianza y seguridad para seguir adelante. Mis amigos de la clase me dijeron al terminar que fui muy valiente y que les había gustado, incluso que se sorprendieron al verme hablar tranquilamente ante todos pues desconocían esa faceta mía. No quise decirles que precisamente para vencer mi timidez, me atrevía a hacer esas cosas.

Hasta entonces, yo había hablado en clases de unos treinta alumnos en el instituto, en las que era delegado o subdelegado. Tras ese día en el Aula IX de Derecho, pensé que debería participar en la política estudiantil y me encargué de coordinar y organizar CEI-Candidatura de Estudiantes Independientes en toda la Universidad de Sevilla. Gracias a eso, durante la carrera hice muchas amistades conociendo a alumnos y alumnas de los distintos centros universitarios. Además, siendo representante estudiantil, tuve la oportunidad de ponerme de pie muchas veces y hablar en público delante de catedráticos, profesores, estudiantes, etc.

Cualquier persona puede hablar en público sin miedo y seguro de sí pero para vencer ese temor debe atreverse a dar el primer paso. La segunda vez le será más fácil hablar ante los demás sin vergüenza. Cuando lo haga varias veces, comprobará que sabiendo algo sobre la cuestión que va a hablar y mirando a las personas que tiene delante, las palabras surgirán solas.

No es lo mismo leer un discurso escrito que hablar espontáneamente sobre un tema que conozcamos o incluso sobre el que tengamos algún interrogante. Aunque siempre nos vendrá bien tener algún esquema, haber leído sobre el contenido de la materia de que se trate, etc. Dependerá del foro en el que nos encontremos.

Cuando yo me dirigía en la iglesia a los fieles con ocho años, debía agradecer a mi padre que me animara a hacerlo y aún mucho más al párroco de esa iglesia. Los dos eran mis “coach”: con mucho entusiasmo y optimismo me animaron a hacerlo la primera vez, me dieron consejos para sentirme tranquilo cuando llegase el momento e incluso bromearon para que yo también me riese momentos antes de ese primer momento. Lograda esa primera experiencia ante un público numeroso, cada ocasión de hablar a un grupo de personas fue una oportunidad para superarme y lograr amar comunicar ante los demás.

Esta semana me han entrevistado en más de veinte medios de comunicación. Yo estaba tranquilamente el miércoles desayunando después de unas declaraciones en el juzgado cuando me llamaron de Tele5 para entrevistarme sobre las 13.00 horas. Cité al redactor y al cámara junto al lugar en el que había quedado momentos después con unas autoridades y colegas con los que comería tras tomar un aperitivo. A partir de ese momento, no paré hasta el viernes pues cuando iba en el taxi hacia la primera cita con los medios, también tuve que hablar con los principales diarios digitales locales y nacionales, quedé con TV1 en el mismo lugar, con RNE, la COPE, etc. Me llamaron también de 4TV, Antena 3, La Sexta, Canal Sur y más diarios digitales, con los que tuve que quedar el mismo día por la tarde. Ha sido por el caso de un joven fallecido en la detención y reducción por agentes de la guardia civil en el que me he personado como acusación particular en nombre de la familia.

Cuando me dirijo a las cámaras de televisión, algunos de los reporteros me dicen que ven que tengo experiencia y hablo con mucha tranquilidad. Yo les respondo que aunque efectivamente llevo más de treinta años dirigiéndome a los telespectadores gracias a tantas entrevistas que me han hecho, aún sigo percibiendo un poco de tensión antes de cada intervención ante una cámara porque sé que al otro lado hay decenas o cientos de miles de personas que me van a escuchar. Después, al salir a la calle, me encuentro con muchos conocidos que me dicen que me han visto, que me ha escuchado su madre, su hermano, etc.

Cuando me dirijo a las cámaras de televisión, algunos de los reporteros me dicen que ven que tengo experiencia y hablo con mucha tranquilidad (Foto: E&J)

Un día me dijo un abogado tributarista que me había visto en la primera noticia de un informativo nacional en televisión hablando sobre un caso judicial famoso en Marbella que trataba sobre un posible fraude fiscal y blanqueo de capitales. Sin embargo, a mi me preguntaron sobre derecho tributario internacional centrándose en los paraísos fiscales, Gibraltar, empresa offshore, evasión fiscal, testaferros, etc. Mi compañero se sorprendió porque yo había hablado como un especialista en derecho fiscal siendo penalista, y yo le dije que me habían llamado una hora antes de la entrevista explicándome el tema sobre el que iban a tratar y aproveché para instruirme.

Le añadí que todos tenemos una base sobre cualquier especialidad del derecho pues para eso hemos estudiado la carrera, y después cuando comenzamos en el ejercicio de la profesión muchos tocamos todas las ramas del derecho. Y lo más importante, que yo aproveché esa hora que tuve para preparar mis respuestas estudiando el caso y la materia en concreto, con ayuda de internet por supuesto, para poder responder con tranquilidad a las preguntas que me iba a hacer el periodista ante la cámara.

La cuestión es que al no ser que yo esté muy ocupado con juicios o un vencimiento de algún plazo para presentar algún escrito, siempre accedo a hablar ante el público pues me gusta dirigirme ante los demás y porque en cada ocasión aprendo preparándome el tema del que vaya a tratar, me pongo al día y contacto con personas interesadas en el contenido que yo voy a tratar.

Es una oportunidad para mejorar cada vez, pero debo reconocer que aún me equivoco y tengo mucho que aprender y corregir, por lo que haré caso a aquel profesor de oratoria que me recomendó seguir unas clases suyas.

Nota

Este artículo es el vigésimo séptimo de la serie Consejos para abogados altamente efectivos, del autor Luis Romero Santos. Pueden visitar su perfil clicando en este enlace para conocer el resto de contenido.

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