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Artículos

Hacia dónde nos lleva la guerra de Putin

"Las estepas ucranianas son un camino perfecto para un ejército motorizado y bien mandado"

Vladimir Putin (Foto: RTVE)

Roberto Muñoz Fernández

Socio en Muñoz Navarra Abogados




Tiempo de lectura: 5 min

Publicado




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Hacia dónde nos lleva la guerra de Putin

"Las estepas ucranianas son un camino perfecto para un ejército motorizado y bien mandado"

Vladimir Putin (Foto: RTVE)



Contra todo pronóstico Putin ha decidido invadir Ucrania y dejar boquiabierto a Occidente; ya advertía Churchill que Rusia es un acertijo envuelto en un enigma”. La invasión ha ido más allá de lo esperado, sin limitarse exclusivamente al reconocimiento de las repúblicas díscolas y la consiguiente ocupación, lo cual era esperable y hasta lógico, tal y como venía indicando Zelenski

Y la pregunta que todos nos hacemos es ¿ahora qué? Intentaremos dar una respuesta seria a esta cuestión



En primer lugar, es evidente que si Rusia ha decidido invadir toda Ucrania cuenta con las garantías de China. Putin no es ningún estúpido y es consciente que una medida de tal índole llevaría implícita un aluvión de sanciones a su país: Por tanto es de suponer que China suplirá y amortiguará las necesidades rusas; el acercamiento entre estos dos países es un hecho.



Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, durante su comparecencia el pasado 01-03-2022 (Foto: Gobierno de Ucrania)

Por mucho que se hable de comunismo y demás parafernalia, aquí el comunismo pinta poco: hablamos de geopolítica. Razonamientos similares no son debidos a desinformación, ni a Fake news ni a nada similar: el motivo principal es que Occidente carece de verdaderos expertos con los conocimientos y cultura necesarios para plantearse siquiera qué está pasando. Situaciones como la que vivimos exigen un conocimiento y entender apabullante que las Instituciones occidentales, de los cuatro poderes, evidentemente no poseen, ya que llevan demasiado tiempo jactándose de su triunfo en la guerra fría y embelesados con posturas cortoplacistas.



Por mucho que se hable de comunismo y demás parafernalia, aquí el comunismo pinta poco: hablamos de geopolítica

Ignoramos si al menos los encargados de exteriores sí disponen de la solvencia precisa, aunque cuando menos hemos de mostrarnos algo escépticos si recordamos que cuando cayó la URSS, ni un solo profesional de la CIA pudo sospechar en 1989 lo que estaba por llegar: que yo sepa, únicamente la historiadora Hélène Carrère, previó el colapso.

Lo que sí es cierto, y que se hace necesario apuntar, es que desde que cayó el muro Occidente se ha negado a tratar a Rusia como uno más en el club. Actitud nada sorprendente en una virtuosa Europa que está acostumbrada a que la periferia acuda en su ayuda cuando sus propios demonios amenazan consumirla: recordemos que fue España y Rusia las que más sufrieron para eliminar al Ogro de Ajaccio, al igual que fue Rusia la que ayudó a un milagro en el Marne en la primera gran guerra y la pulverización de la máquina de guerra alemana en la segunda.

«Únicamente la historiadora Hélène Carrère, previó el colapso» (Foto: Google)

Al mismo tiempo me fascina que se intente equiparar este momento con la conferencia del Múnich de 1938 y la repetición de la política de bajada de los pantalones de Chamberlain. Si estudiáramos la historia de forma más honesta, en lugar de los panfletos que últimamente nos inundan como la serie de Netflix, o los indecentes estudios de Tim Bouviere o Brendan Simms (la reseña de Richard Evans de este último en The Guardian es magnífica, a la par que demoledora), veríamos que el pretendido símil lo que demuestra es que hacer que Rusia se acerque a China en lugar de a Occidente es una estupidez enorme que a la larga producirá graves consecuencias. Porque, para los que quieran buscar paralelismos, sepan que en 1938 lo que ocurrió en Múnich fue que las potencias occidentales decidieron contentar a Alemania en lugar de pactar con la URSS para mantener en raya las aspiraciones germanas, provocando que la URSS se hartara del doble juego y se acercara a Alemania: Louise Grace Shaw lo relata magistralmente en “The British Political Élite and the Soviet Union”, lamentablemente no traducida a nuestra lengua.

Y todo ello porque décadas atrás, en lugar de aprender del pasado e incluir a Rusia en el club europeo y occidental, prolongamos la ya inexistente guerra fría, relanzamos la economía china y finalmente favorecemos el acercamiento entre estas dos potencias. Vivir para ver.

Seguidamente, volviendo a la guerra en sí, sorprende la lentitud del avance y el momento elegido. Estamos a las puertas de la primavera y por ende la raspútitsa hará su aparición pronto. Las estepas ucranianas son un camino perfecto para un ejército motorizado y bien mandado; ignoramos si la lentitud del avance se debe a una estrategia calculada para dilatar el tiempo y que Zelenski caiga o por el contrario el ejército ruso adolece de defectos graves de mando y material. En cualquier caso, dentro de poco la estación de barro los bloqueará.

Fila de convoyes rusos a las puertas de Kiev (Foto: Google)

Por otro lado, la actitud de EEUU nos hace ver que el antaño policía del mundo se repliega otra vez y que no tiene capacidad operativa para controlar dos frentes: si EEUU no hace un esfuerzo mayor en el este de Europa es porque teme que China aproveche para colarse en el Pacífico: prefiere mantenerse a la espera y atento al Mar de China, su verdadero frente de batalla. Ya apuntamos hace tiempo que Europa es un frente secundario.

Al mismo tiempo, el hecho de que Alemania se jacte de renunciar incluso al Nord Stream II y con ello al gas ruso, nos indica que tras ello está la propuesta de la Comisión de clasificar la energía nuclear como “verde” al menos hasta el 2045 y el gas hasta 2030. Es evidente que un corte del suministro de gas ruso obligará a aprobar dicha propuesta, con la consiguiente reactivación de las centrales nucleares de la eurozona.

Y ya, para concluir, es imposible saber si esta guerra será la guerra de Putin. Es posible que sea para él un despropósito y puede que incluso le cueste el cargo; pero el daño potencial ya está hecho. Esta guerra inevitablemente acercará Rusia a China: aún cayendo Putin la herida entre nuestras sociedades y la rusa no sanará; al mismo tiempo el conflicto aumentará el peso de los países del este en las Instituciones comunitarias, países de dudosa concepción democrática. E igualmente, favorecerá el desarrollo e implantación de verdaderos movimientos de ultraderecha. Porque, por mucho que Podemos o la prensa sensacionalista hablen de partidos de ultraderecha, no existen verdaderos movimientos de ultraderecha en España. Lo que hay son partidos conservadores más o menos hipócritas: la verdadera ultraderecha es iliberal, antidemocrática y republicana; sentimientos que a día de hoy están bastante adormecidos y controlados en el arco ideológico de la diestra.

la actitud de EEUU nos hace ver que el antaño policía del mundo se repliega otra vez y que no tiene capacidad operativa para controlar dos frentes

Sin embargo, una guerra en Ucrania, con un hipotético fracaso geopolítico de la democracia europea, unido a un aumento del autoritarismo procedente del este, conjugado con una verdadera alternativa autoritaria-totalitaria (Rusia-China) al modelo occidental, y finalmente coronado con un descenso generalizado en el poder económico -porque eso es lo que le espera a la mayor parte de las nuevas generaciones- puede a largo plazo ser la tormenta perfecta para hundir las ya tocadas democracias occidentales. Sólo el tiempo lo dirá.

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