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Hay mucho en juego en los próximos comicios europeos 

Las elecciones del próximo 9 de junio son una oportunidad de participar en la construcción de una Europa más próspera e igualitaria

Pedro Tuset del Pino

Magistrado-juez de lo Social de Barcelona




Tiempo de lectura: 7 min

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Hay mucho en juego en los próximos comicios europeos 

Las elecciones del próximo 9 de junio son una oportunidad de participar en la construcción de una Europa más próspera e igualitaria



Con el fin de acabar con los frecuentes y sangrientos conflictos que culminaron en la Segunda Guerra Mundial, los políticos europeos iniciaron a mediados del siglo pasado el proceso de construcción de lo que hoy conocemos como Unión Europea.

La Comunidad Europea del Carbón y del Acero, fundada en 1951, fue el primer paso para garantizar una paz duradera. En 1957, el Tratado de Roma estableció la Comunidad Económica Europea (CEE) y una nueva era de cooperación cada vez más estrecha en Europa.



Estos acontecimientos corrieron paralelos con otras dos fechas de la reciente historia colectiva europea. De una parte, el 4 de abril de 1949 se creó la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), una alianza intergubernamental de seguridad entre los Estados Unidos, Canadá y diez países de Europa Occidental. En 2020, la OTAN ya contaba con treinta miembros, de los cuales veintiuno son países de la UE.



De otra, el 5 de mayo de 1949 diez países de Europa Occidental crearon el Consejo de Europa para promover la democracia y proteger los derechos humanos y el Estado de Derecho, de cuya constitución derivó el Convenio Europeo de Derechos Humanos, cuya entrada en vigor tuvo lugar el 3 de septiembre de 1953.

De igual manera, la primera reunión de la Asamblea Parlamentaria Europea, precursora del Parlamento Europeo actual, se celebró en Estrasburgo (Francia), con Robert Schumann como presidente elegido, sustituyendo a la Asamblea Común de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, pasándose a denominar Parlamento Europeo el 30 de marzo de 1962.



Tras la adhesión de tres nuevos Estados miembros en la década 1970/1979 —Dinamarca, Irlanda y el Reino Unido —,  la adhesión en 2000/2009 de 12 nuevos países, la implantación del euro como moneda de curso legal, la firma del Tratado de Lisboa y, en la última década de 2010/2029, la adhesión de Croacia y la salida del Reino Unido de la UE —más conocido como Brexit— puede afirmarse que el proyecto europeo parece haberse consolidado, aun con la salida del Reino Unido.

La Unión Europea solamente puede encontrar su legitimación ante la ciudadanía si está dotada de mecanismos de control de las políticas de las instituciones europeas

Lo que en un inicio fue un proyecto  de cohesión y de solidaridad dirigido a conseguir una Europa pacífica, unida y próspera, que fuese el germen de su resurrección social, cultural y económica tras la debacle sufrida con la II Guerra Mundial, consolidando un modelo de Estado socialmente libre y respetuoso con los derechos fundamentales y libertades públicas, políticamente democrático, y económicamente avanzado y competitivo, es hoy en día una realidad constatada.

No obstante, la Europa del siglo XXI se enfrenta a nuevos y delicados retos ante un modelo de sociedad que no es la misma que en 1957, y que ha evolucionado de una manera constante e imparable lo que ha originado nuevos modelos sociales, políticos y económicos que no pueden ignorarse.

Sede del Parlamento Europeo, en Estrasburgo. (Foto: Google)

De ahí que las elecciones al Parlamento europeo del próximo 9 de junio de 2024 cobren un especial interés por lo que hay en juego, lo que requiere la máxima participación de la ciudadanía, porque en las manos de los futuros 720 eurodiputados que salgan elegidos, en representación de los 27 Estados miembros, estará la clave del futuro de todos nosotros.

Miguel Ángel Collado en su comentario “¿Tenía razón Jean Monnet?”, se hace eco del criterio sostenido por Marco Buti, en la actualidad director del gabinete del Comisario europeo de economía, cuando afirma que en no todas las crisis, la respuesta de la Unión habría superado lo que llama test de compatibilidad de Monne, que se resume en un triple indicador: la coherencia económica de las medidas, la coherencia institucional en cuanto a la adopción a un nivel de gobierno pertinente y coherencia política, es decir apoyo a la línea de actuación puesta en marcha. Y ello, porque es necesaria una Europa unida para aquello que es esencial y cuyos Estados actuando aisladamente no pueden hacer por sí solos.

La conclusión es que la Unión únicamente debe actuar en aquellos ámbitos respecto de los cuales pueda satisfacer una necesidad de los ciudadanos en cuanto que disponga de instrumentos efectivos para realizarlo, pero sin olvidar que la Unión Europea solamente puede encontrar su legitimación ante la ciudadanía si está dotada de mecanismos de control de las políticas de las instituciones europeas.

Los retos a los que se enfrenta el nuevo Parlamento Europeo

Los politólogos se refieren a diversos retos que deberá afrontar el nuevo Parlamento Europeo que salga elegido de las próximas urnas:

  • La difusión de los principios democráticos

La UE debe continuar siendo un paradigma en su modelo institucional basado en la defensa de los principios democráticos que inspiran su forma de gobierno federal.

Coordinar, impulsar y aplicar políticas cohesionadas en la diversidad de cada uno de los 27 Estados miembros no es tarea fácil, pero representa el verdadero motor y alma de un ente nacido con vocación de permanencia y de unidad, que se proyecta más allá de sus fronteras como ejemplo para otros países.

Formar a la ciudadanía en esos valores y principios, fomentar la toma plural de decisiones e impulsar políticas respetuosas con los derechos del hombre y de los colectivos en que se agrupa debe ser una signatura permanente.

(Imagen: Parlamento Europeo)

  • La ampliación de las fronteras

La guerra en Ucrania ha supuesto la reivindicación de este país para incorporarse a la UE, más por intereses político estratégicos que económicos. La tensión existente entre la UE y la Rusia de Putin, con EEUU como telonero, será otro punto de debate que supondrá, en un futuro más próximo que lejano, una nueva ampliación de Estados miembros.

  • La defensa militar

Precisamente, dicho conflicto bélico está comportando una importante partida de gastos derivada de la ayuda en armas al ejército de Ucrania. Además, han saltado las alarmas en torno a una posible III Guerra Mundial, lo que ha propiciado una mayor colaboración y coordinación entre los ejércitos nacionales y una mayor aportación a las fuerzas armadas de la OTAN y de la UE.

Precisamente, se ha profundizado en este campo en los últimos años, con la elaboración de la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) para la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC), con el propósito de unificar los 27 ejércitos nacionales en un único ejército europeo, siendo España el 4º mayor inversor en gasto militar dentro de la UE, con un 1,23% de su PIB (41.261 millones de euros), muy lejos de Francia, que se sitúa en primer lugar con un 2,29% de su PIB (54.152millones de euros).

  • La política de migración

El problema de la emigración proveniente de África, la falta de recursos suficientes para poder acoger a los migrantes y ofrecerles las ayudas suficientes para su estabilidad social, médica y laboral supone otro importante reto ante la descoordinación existente y las diferencias sustanciales entre los países del centro y norte de Europa, para los que representa un coste de 20.000 euros por cada migrante que rechacen, y los de la ribera mediterránea que deben soportar un mayor desgaste en medios e infraestructura, agravado con los mensajes de los partidos conservadores y de ultra derecha que discuten las políticas solidarias y de cooperación.

En cualquier caso, el acuerdo alcanzado en diciembre de 2023, supone un refuerzo de las fronteras, el aumento de la cooperación con terceros países y la introducción de los reconocimientos biométricos durante los procedimientos de asilo.

(Imagen: archivo)

  • La extrema derecha

La extrema derecha está en auge en Europa y puede ser decisiva en la composición del nuevo Europarlamento. Los últimos años, a medida que ha ido suavizando la imagen, ha conseguido sacar rédito de sus principales caballos de batalla, como el malestar del sector agrario contra las políticas medioambientales, el discurso contra la migración y el debate identitario.

Ante esto, los partidos tradicionales continúan debatiendo como combatir sus ideas, y si es conveniente, o no, hacer un cordón sanitario y aislar estos partidos ante cualquier posible pacto.

En la Eurocámara, la extrema derecha está dividida entre dos grupos: el populista, que tiene a Le Pen como referente, y el ultraconservador, a cuyo frente está la actual presidenta de Italia Giorgia Meloni. Está por ver qué peso tendrán estas fuerzas en el nuevo Parlamento y cómo influirá en las grandes decisiones comunitarias.

  • El cambio climático

La UE ha impulsado en este mandato el Pacto Verde Europeo, una ambiciosa estrategia de crecimiento para hacer que la Unión llegue a la neutralidad de emisiones en el año 2050.

Se han aprobado diversas leyes para descarbonizar el sector energético, la industria, el transporte y los edificios, pero no se han eliminado las subvenciones a los combustibles fósiles y se ha tomado la controvertida decisión de considerar algunas plantas de gas y las futuras centrales nucleares como fuentes de energía limpia.

La ambición inicial también se ha ido diluyendo, entre otras, en el diseño de un sistema alimentario sostenible, con la oposición de la derecha y movilizaciones generales de los agricultores que han forzado la vuelta atrás de proyectos como el del uso sostenible de los plaguicidas.

  • La desinformación

La voluntad de manipular los mensajes dirigidos a la población es una amenaza que va más allá de la legítima voluntad de los políticos de influir en la opinión pública.

(Imagen: E&J)

Ante esto, y de la evidencia que estas prácticas ya han influido en algunas elecciones, la UE trabaja desde hace tiempo para protegerse e intentar combatir los mensajes distorsionados. De ahí la necesidad de controlar la Inteligencia Artificial como freno a la fake news.

De este modo, las elecciones del próximo día 9 de junio se presentan como una oportunidad no solo de ejercer nuestro derecho al voto, sino de participar de manera activa en la construcción de una Europa más próspera e igualitaria, huyendo de extremismos y que dé efectiva solución a los problemas de nuestra sociedad y de nuestro tiempo, sin permitir que la desgana, la comodidad o el cansancio en haber participado en otras y recientes elecciones favorezca el absentismo.

Las elecciones del próximo 9 de junio son una oportunidad de participar en la construcción de una Europa más próspera e igualitaria, huyendo de extremismos y que dé efectiva solución a los problemas de nuestra sociedad y de nuestro tiempo

Para finalizar, recordemos las palabras de uno de los padres de la unidad europea, Jean Monnet: “Hace mucho tiempo, quedé impresionado por una reflexión del filósofo suizo Amiel, que decía: ‘La experiencia de cada hombre está siempre empezando. Sólo las instituciones se hacen siempre más sabias: las instituciones acumulan la experiencia colectiva, y con esta experiencia y esta sabiduría, los hombres sometidos a las mismas reglas verán, no cómo su naturaleza cambia pero sí cómo su comportamiento se transforma gradualmente’. Si hiciera falta alguna justificación para nuestras instituciones comunes, estaría ahí”.