La responsabilidad solidaria del administrador por deudas
La normativa exige que los administradores actúen ante la causa de disolución para evitar responsabilidades personales
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(Imagen: E&J)
La responsabilidad solidaria del administrador por deudas
La normativa exige que los administradores actúen ante la causa de disolución para evitar responsabilidades personales
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(Imagen: E&J)
Para todos es conocida la responsabilidad en la que pueden incurrir los Administradores sociales en el desarrollo de sus tareas, y cualquier profano en la materia entenderá que los Administradores de una sociedad que actúen de manera negligente o dolosa van a tener que responder por los perjuicios causados, tanto ante la propia sociedad como ante terceros.
No obstante, más allá de esta responsabilidad subjetiva de los Administradores, la Ley de Sociedades de Capital (LSC) prevé una responsabilidad solidaria por deudas de los Administradores que se configura como una responsabilidad objetiva, es decir, solo es necesario que se den unas circunstancias concretas, ante lo cual el Administrador responderá sí o sí, con independencia de su actuación.
¿Qué es la responsabilidad solidaria del administrador por deudas?
La responsabilidad solidaria del administrador se halla regulada en el artículo 367 de le Ley de Sociedades de Capital (LSC), en el cual se establece:
- “Los administradores que incumplan la obligación de convocar la junta general en el plazo de dos meses a contar desde el acaecimiento de una causa legal o estatutaria de disolución o, en caso de nombramiento posterior, a contar desde la fecha de la aceptación del cargo, para que adopte, en su caso, el acuerdo de disolución o aquel o aquellos que sean necesarios para la remoción de la causa, así como los que no soliciten la disolución judicial en el plazo de dos meses a contar desde la fecha prevista para la celebración de la junta, cuando esta no se haya constituido, o desde el día de la junta, cuando el acuerdo hubiera sido contrario a la disolución, responderán solidariamente de las obligaciones sociales posteriores al acaecimiento de la causa de disolución o, en caso de nombramiento en esa junta o después de ella, de las obligaciones sociales posteriores a la aceptación del nombramiento.
- Salvo prueba en contrario, las obligaciones sociales cuyo cumplimiento sea reclamado judicialmente por acreedores legítimos se presumirán de fecha posterior al acaecimiento de la causa de disolución o a la aceptación del nombramiento por el administrador.
- No obstante, el previo acaecimiento de causa legal o estatutaria de disolución, los administradores de la sociedad no serán responsables de las deudas posteriores al acaecimiento de la causa de disolución o, en caso de nombramiento en esa junta o después de ella, de las obligaciones sociales posteriores a la aceptación del nombramiento, si en el plazo de dos meses a contar desde el acaecimiento de la causa de disolución o de la aceptación el nombramiento, hubieran comunicado al juzgado la existencia de negociaciones con los acreedores para alcanzar un plan de reestructuración o hubieran solicitado la declaración de concurso de la sociedad. Si el plan de reestructuración no se alcanzase, el plazo de los dos meses se reanudará desde que la comunicación del inicio de negociaciones deje de producir efectos”.
De forma resumida, puede decirse que los Administradores van a responder de todas aquellas deudas que se hayan generado con posterioridad al momento en el que surja la causa legal de disolución y no se hayan llevado a cabo por parte de aquellos las actuaciones necesarias para proceder a disolver la sociedad. Por ello, no es preciso que el Administrador haya incurrido en negligencia en su actuación, si no que basta con que se de el supuesto de hecho descrito en el precepto legal.
La nueva LSC introdujo una restricción temporal a esta responsabilidad, pues, de acuerdo con la anterior legislación de Sociedades Anónimas y de Sociedades Limitadas, los Administradores respondían de todas las deudas, tanto las anteriores como las posteriores.
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(Foto: Redacción)
A efectos prácticos es evidente que la acción va a ser mucho más sencilla que la acción de responsabilidad de los administradores por infracción del deber de lealtad, en la que será necesario acreditar cuál es la actuación negligente en la que ha incurrido el Administrador y cuál ha sido el perjuicio causado, además de la relación de causalidad entre ambos. En la acción de responsabilidad solidaria por deudas, solo será necesario acreditar la situación financiera de la sociedad, lo cual es relativamente fácil si acudimos a las Cuentas Anuales depositadas en el registro Mercantil, y la fecha en la que se generó la deuda a reclamar.
¿Qué requisitos deben concurrir para que se pueda reclamar solidariamente a un administrador las deudas de una sociedad?
Más allá de los requisitos obvios, (1) concurrencia de causa legal de disolución, (2) falta de actuación por parte del Administrador para que se lleve a efecto la disolución de la sociedad en el plazo legal establecido, (3) deuda posterior a la causa de disolución, será necesario verificar en qué momento se considera que se ha devengado una deuda para considerar que esta pueda ser reclamada al Administrador de manera solidaria.
Tal y como hemos expuesto, la nueva LSC introdujo la novedad de restringir temporalmente la responsabilidad de los Administradores al limitarla a las deudas posteriores a la causa legal de disolución, por lo que resultaría evidente que cualquier factura a cargo de la sociedad que se emita con posterioridad a ese momento va a poder reclamarse de forma solidaria al Administrador. ¿Pero qué pasa cuando existe un contrato con la sociedad en cuestión y este se incumple por parte de dicha sociedad?
Dicho incumplimiento genera la acción en la otra parte de reclamación de cumplimiento o de resolución y restitución de prestaciones. Aunque pudiera parecer que, al haberse producido el incumplimiento con posterioridad al momento en el que se produce la causa de disolución de la sociedad, ello comportaría la responsabilidad solidaria de los Administradores, lo cierto es que nuestro Tribunal Supremo ha argumentado que habiéndose suscrito el contrato que ha dado origen a dicho incumplimiento con anterioridad a que se produzca la causa de disolución, dicha deuda se entendería anterior y por ello no sería reclamable de manera solidaria al Administrador. (STS 1634/2021 de 11 de mayo de 2021 ECLI:ES:TS:2021:1634).
Es decir, pongamos por ejemplo un contrato entre dos sociedades en que una de ellas se compromete a fabricar y suministrar unas sillas a cambio del pago de un precio. Si las sillas no llegan a suministrarse nunca, la sociedad que pagó el precio tendrá derecho a reclamar la devolución del mismo. En este caso, el momento en el que se entiende que se genera la deuda es cuando se acuerda la fabricación y suministro de las sillas, y no cuando se produce el incumplimiento por parte de la sociedad que las debe suministrar.
Por ello, si la sociedad que debía suministrar las sillas no se halla incursa en causa de disolución cuando se concretó el contrato, el Administrador no habría incurrido en responsabilidad solidaria por deudas, pues se entiende que fue en ese momento cuando se generó la deuda y no con el incumplimiento del contrato y su reclamación.
En conclusión, aunque la acción de responsabilidad solidaria por deudas pueda parecer una acción de fácil desarrollo si se cumplen con los requisitos legalmente establecidos, lo cierto es que, previo a disponernos a reclamar la responsabilidad solidaria de los Administradores por deudas, deberemos ser escrupulosos al verificar el momento en el que se produce la causa legal de disolución de la sociedad en cuestión y el momento de devengo de la deuda u obligación que se pretenda reclamar.
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