Los efectos de la reforma laboral en el sector agrario
"La temporalidad se ha disminuido desde el 95% al 51%, mientras que en el conjunto de los tejidos productivos lo ha hecho desde el 90% al 53%"
(Foto: E&J)
Los efectos de la reforma laboral en el sector agrario
"La temporalidad se ha disminuido desde el 95% al 51%, mientras que en el conjunto de los tejidos productivos lo ha hecho desde el 90% al 53%"
(Foto: E&J)
El agrario es uno de los sectores en los que la Reforma Laboral ha tenido un mayor grado de incidencia. La norma, que como bien sabemos persigue como objetivo principal la reducción de la temporalidad a través de la limitación de los contratos de duración determinada (incluida la supresión del contrato por obra o servicio) en la búsqueda del fomento de la contratación indefinida potenciando principalmente el contrato fijo discontinuo, ha incidido especialmente en el campo, donde la estacionalidad es intrínseca a la actividad desarrollada
Con la entrada en vigor de la Reforma Laboral y la desaparición del contrato por obra o servicio determinado, el campo se ve obligado a utilizar la figura del fijo discontinuo para dar cobertura a la realización de trabajos de naturaleza estacional o vinculado a actividades productivas de temporada, o para el desarrollo de aquellos que no tengan dicha naturaleza pero que, siendo de prestación intermitente, tengan periodos de ejecución ciertos, determinados o indeterminados. Por tanto, muchos de los trabajos de temporada asociados al campo como la siembra, poda, cosecha o recolección (tradicionalmente cubiertos con el contrato de obra o servicio determinado) encuentran encaje en la nueva redacción del art. 16 del Estatuto de los Trabajadores.
Según los datos suministrados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en el mes de octubre de 2021 la contratación indefinida en el sector agrario alcanzaba el 48%, frente al 4% con que iniciara el año. Por su parte, la temporalidad se ha disminuido desde el 95% al 51%, mientras que en el conjunto de los tejidos productivos lo ha hecho desde el 90% al 53%.
A un sector acuciado de por si por elementos desestabilizadores tales como la escalada de precios, la subida de los costes de producción, la guerra de Ucrania, la reciente sequía (máxime en el campo andaluz), se le une una reforma legislativa que no se ha negociado con ningún sujeto interesado y que no se ajusta a los requerimientos de un tejido caracterizado por la alta eventualidad.
A título estrictamente ejemplificativo, ¿qué sucederá cuando coincidan los llamamientos de trabajadores fijos discontinuos adscritos a varias explotaciones agrícolas? ¿Y, en un sector que ocupa a un porcentaje cuanto menos considerable de trabajador migrante, que ocurrirá cuando el permiso de trabajo lo sea por un periodo determinado no coincidente con el llamamiento?
Como ha sucedido en la construcción o en la cultura con la creación del denominado contrato laboral artístico, que pretende adaptar la norma a la realidad de un tejido productivo intermitente, el sector agrario reclama una reconsideración de las férreas y rigurosas modalidades de contratación vigentes tras la última Reforma Laboral.
El descenso en la contratación y la adopción de medidas de flexibilidad laboral interna han sido soluciones (hasta el momento) adoptadas por Empresas del sector para atajar una difícil coyuntura económica y productiva que no se ve acompañada de ninguna facilidad proporcionada por el legislador, que una vez más promulga una norma a espaldas de los sujetos interesados (empresario y empleador) que redunda en un perjuicio para ambas partes.
Y así, la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) hablaba ante la llegada de la campaña del olivo de inquietud entre los olivareros, al tiempo que la Unión de Uniones alertaba de una caída en el mes de mayo de más de un 26% en las contrataciones y de la carga administrativa asociada a la gestión del contrato fijo discontinuo.
No cabe duda de que un debido asesoramiento será fundamental para dar solución a todas las inquietudes de un sector en parte asfixiado, y que constituye un motor económico no sólo en Andalucía, sino en el conjunto de la nación.