«Los jueces somos malabaristas con muchas bolas»
La justicia “es más dura con los robagallinas que con los poderosos”, por los escasos medios con los que cuenta la justicia y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, sostiene en esta entrevista el juez Zipper, que cuenta con miles de seguidores en redes sociales y un libro divulgativo sobre derecho recién publicado
(Foto: Archivo)
«Los jueces somos malabaristas con muchas bolas»
La justicia “es más dura con los robagallinas que con los poderosos”, por los escasos medios con los que cuenta la justicia y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, sostiene en esta entrevista el juez Zipper, que cuenta con miles de seguidores en redes sociales y un libro divulgativo sobre derecho recién publicado
(Foto: Archivo)
Se define como juez indignado e inconformista y defiende que sobre Derecho también se puede hablar de forma que lo entienda todo el mundo. Se manifiesta bajo pseudónimo, Judge the Zipper, para preservar la imparcialidad, para que nadie llegue a su juzgado con prejuicios de ningún tipo. Tiene más de 90.000 seguidores en Twitter. Algunos, seguro, forman parte de ese grueso de personas que oye hablar de jueces, tribunales y condenas constantemente en los medios de comunicación y han encontrado en The Zipper una forma no tediosa de conocer las tripas de la justicia. Eso es lo que hace en “Destripando el Derecho: un libro sobre Derecho y jueces para quienes no entienden de derecho ni de jueces”, un libro divulgativo que pretende precisamente eso, hablar sobre derecho sin usar expresiones en latín ni continuas referencias a sentencias.
El juez señala que existen diferentes tipos de justicia dependiendo del bolsillo que cada uno tenga, que la justicia “es más dura con los robagallinas que con los poderosos”, por los escasos medios con los que cuenta la justicia y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Los delitos más complejos de investigar, los de cuello blanco, que requieren de mucho estudio, especialistas y documentación se quedan a veces sin investigar a fondo porque los medios se destinan a los delitos comunes, explica. Eso si, subraya, “la falta de medios nunca puede justificar la restricción de derechos fundamentales”.
Sostiene que no es propio de sociedades avanzadas modificar constantemente el Código Penal porque debe existir un “consenso social pacífico sobre aquellos bienes más importantes que queremos proteger y de qué ataques. Un cambio constante no parece serio”, afirma. Uno de las últimas modificaciones ha sido la del delito de malversación, en el que se ha producido una rebaja de penas cuando no exista lucro personal. “Cuando se trata de un delito que pueden cometer exclusivamente los poderosos, se tendría que explicar muy bien el motivo del cambio, dado que nos afecta a todos. Y esa explicación no ha llegado, lo que invita a la sospecha y a intuir intereses personales o partidistas”.
(En el audio se pueden escuchar algunas de las respuestas de la entrevista del Juez Zipper en Economist & Jurist)
En el libro se aborda también la alarma generada con la okupación, de forma injustificada, confundiendo interesadamente allanamiento con usurpación. Es algo que ha sucedido también con otros delitos. El juez considera que existe cierto populismo punitivo, que se legisla en caliente. “La gente piensa que estamos viviendo tiempos dantescos, pero la tasa de criminalidad ha disminuido mucho. Tenemos mayor sensibilidad y los medios repiten una noticia, generando un miedo o sensación de inseguridad. Y el político acude a ponerse la medalla, cambia el Código Penal y, de esa manera, cree mitigar la sensación de inseguridad. Cuando la mayor parte de la gente que aquí está en la cárcel tiene que ver con pobreza y drogas. Para disminuir esa criminalidad, habría que invertir mucho, pero eso cuesta mucho más. Es mucho más barato modificar el Código Penal, aunque no resulte efectivo”.
El autor de este libro es contrario a la figura del jurado por el riesgo de que se tomen decisiones emocionales, que exista contaminación mediática, fallos y nulidades sonadas, porque implica un mayor coste, lentitud y genera desconfianza.
No cree el Juez Zipper que deba haber juzgados en cada municipio. “Estamos viviendo en pleno Siglo XXI y la definición de nuestro entramado organizativo judicial responde a siglos pasados, no responde a la realidad actual. Tenemos buenas comunicaciones y telecomunicaciones. No hace falta tener al juez al lado; ya pasa esto en el orden social, por ejemplo. Se puede tener a jueces en los municipios para los asuntos más nimios, pero lo que realmente desatasca no es que el juez esté cerca, sino que haya muchos más jueces”, apunta. Si considera que se deben fomentar los mecanismos extrajudiciales de solución de conflictos porque “ahora mismo en España solo existe la mediación y de aquella manera. Tenemos uno de los mayores índices de litigiosidad en Europa y muy pocos jueces para resolver los conflictos. Esto es igual a sobrecarga y a retraso. La mediación y otros mecanismos supondría aliviar la carga y dar una respuesta a las víctimas mucho más satisfactoria, sin imponer. Es avanzar hacia lo moderno”, sostiene.
Reconoce este juez que a los jueces les vienen bien las conformidades entre las partes y, aunque la mayor parte de las veces contribuyen a facilitar y encauzar los conflictos de forma constructiva, sabe que hay jueces que presionan demasiado a los abogados para llegar a acuerdos. “No hay que olvidar que, a veces, el acuerdo es algo injusto y se hace por acortar el proceso. A veces forzamos acuerdos en civil o conformidades en penal porque nos viene bien, son sentencias más fáciles de poner, con argumentación jurídica de corta pega, sin recursos y que aligera la carga. Cuando forzamos conformidades penales podemos acabar con un error judicial”. Las negligencias, advierte, no solo las cometen los jueces, aunque “cuando se hace mal, hay que decirlo”.
En este sentido, sostiene que le preocupa el error judicial porque “en las condiciones en las que nos vemos obligados a trabajar, las posibilidades de error son mayores. Nuestro sistema es tan garantista que prefiere dejar a cien culpables en la calle que meter a un inocente en prisión, pero a mi me inquieta porque puede ocurrir. Trabajamos con muchísimos asuntos, con mucha presión y sin el reposo necesario. Sin el tiempo para darle varias vueltas al tema para ver si la solución es la correcta, las posibilidades de error se incrementan. Siempre pongo el ejemplo del malabarista; con dos o tres bolas puede aguantar mucho rato, pero si le ponen ocho o diez bolas, posiblemente se le caigan. Pues eso somos los jueces ahora mismo, somos malabaristas con muchas bolas y así es fácil que alguna se caiga”.
Sobre el proceso de elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial, afirma que el método más deseable es un sistema mixto por el cual los jueces puedan elegir directamente a los doce jueces (de los veinte vocales del Consejo) que forman parte del CGPJ. Este órgano lleva bloqueado cinco años. The Zipper considera que, con ese sistema, desde hace cinco años ya estaría desbloqueado el Consejo, porque “nosotros no introduciríamos variables políticas, no tendríamos que negociar nada. Simplemente votaríamos y elegiríamos a los jueces del órgano de Gobierno que, de momento, ahí sigue estancado en una negociación perpetua que no tiene nada que ver con el interés general o el sentido de Estado”. Desconfía, aunque no se cierra, de un posible sistema de fiscalización de la labor judicial en el que interviniese la ciudadanía directamente, porque la población suele estar más movida por el sentimiento o el deseo de venganza y eso haría que el juez evaluado tendiese a tomar decisiones más populares y menos ajustadas a derecho.
“Por supuesto que si”, responde tajante cuando se le pregunta si los jueces tienen derecho a huelga. Aunque hay jueces que no lo ven igual, él hace referencia a 2018 cuando les detrajeron el dinero “algo que nos parece bien, porque supone una legitimación”. “Somos un poder del Estado, pero soy un poder disminuido porque soy un poder tutelado, dependo de lo que me quieran pagar. Ahora estamos viendo cómo se está negando a los jueces lo que corresponde por productividad, porque no se tuvo la previsión presupuestaria. Por eso estamos habilitados a ejercer acciones de acción colectiva ante quien nos paga; que no solo reclamamos la correspondiente subida salarial, también más plazas y más medios”. Respecto a la huelga, el juez que mueve masas en redes sociales dice que tiene buenas expectativas porque hay voluntad de negociar pero, a la vez, “creo que nuestras demandas exceden con mucho lo que el ejecutivo está dispuesto a conceder. No porque seamos muy exigentes, sino porque llevamos 20 años de agravios económico, hemos perdido un 20% del poder adquisitivo, cada vez tenemos más trabajo y estamos peor valorados. Estamos en una situación de hartazgo y el acuerdo lo vamos a percibir como insuficiente, pero será una solución que ojalá sea algo satisfactorio. Porque si no alcanza la mínima dignidad, nos veremos obligados a ir a la huelga”.