Profesionales del Derecho y literatura: libros para desconectar

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La actividad como letrados suele dejar poco margen para cultivar aficiones. El tiempo encuentra su finitud entre autos y demandas. No obstante, el Derecho y la Literatura han sido dos disciplinas históricamente ligadas entre sí. Aquí algunas recomendaciones para cultivar otras esferas allende lo profesional.

A la sombra de la Justicia

El impacto de las primeras páginas en que es asesinado uno de los magistrados que están en la sesión de las pruebas en un juicio oral, se ve superado a través de la narración por otras situaciones que invitan a continuar sin pausa la lectura hasta el inesperado final del libro, ejemplar pero difícil de aplicar en el proceso español. En cualquier caso, se trata de una lección para las conciencias de los abogados que compaginan el ejercicio del derecho con su dedicación a la política.

Autor: Henry Denker.
Título original: A place for the migthy.
Traducción Alcira Nélida Bixio.
Editado en 1980 por Ultramar. 360 páginas

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Los dioses de la culpa

Narran unas pocas jornadas de la vida de un abogado penalista, lobo solitario como tantos abogados españoles que luchan constantemente para mantener su despacho, pero situado en los Estados Unidos de América. Nos muestra el arte de magia para conseguir que los miembros de un jurado no puedan continuar en el mismo proceso o el comportamiento de unos funcionarios con siniestros medios instalados en instituciones estatales como en la Division de Los Angeles de la DEA, así como la utilidad de los confidentes. Libro, con garra, desde las primeras páginas.

Autor, Michael Connelly, escritor de éxito.
Titulo original: The Gods of Guilt.
Edición española traducido por Javier Guerrero Gimeno.
Editado en 2020 por AdN Alianza de Novelas.
Alianza Editorial SA. 460 páginas.

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Memorias de un juez español

En menos de trescientas páginas se narra, con la excusa de poner en orden los documentos facilitados por la viuda de un magistrado, la vida de un juez, desde su preparación para la oposición a la judicatura, los nervios que se templan en esta, el primer destino. La vida de un juez en un extenso partido judicial, las primeras resoluciones, la relación con los funcionarios judiciales, la soledad al tomar decisiones para dictar resoluciones judiciales, especialmente las que resuelven sobre la situación procesal de los procesados y la primera sentencia. Los temores ante el anuncio de cualquier visita de un Procurador o de un Abogado. Y por último la espera impaciente de cómo resuelven en la Audiencia los recursos que le han planteado sobre sus resoluciones. En fin, una acertada y amena exposición de la vida del Juez Bernardo Ripoll en la plaza de un juzgado rural.