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¡Si Sócrates levantara la cabeza! A colación de la posible eliminación de Filosofía como asignatura

"Pretender que la filosofía se elimine de un plumazo es como disparar a la línea de flotación de un buque con la certeza de su hundimiento y desaparición"

(Foto: E&J)

Pedro Tuset del Pino

Magistrado-juez de lo Social de Barcelona




Tiempo de lectura: 5 min

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¡Si Sócrates levantara la cabeza! A colación de la posible eliminación de Filosofía como asignatura

"Pretender que la filosofía se elimine de un plumazo es como disparar a la línea de flotación de un buque con la certeza de su hundimiento y desaparición"

(Foto: E&J)



Acabo de enterarme que el Departamento de Educación de la Generalitat de Catalunya quiere eliminar la asignatura optativa de Filosofía en 4º de ESO y reducir a una hora a la semana y solo en un curso la asignatura «Educación en valores éticos y cívicos», con cierto contenido filosófico, conforme prevé el borrador de currículum de secundaria para el curso 2022-2023

En el preámbulo del decreto se afirma que el currículum persigue conseguir «una sociedad más justa, democrática, cohesionada e inclusiva. Una sociedad fundamentada en una ciudadanía crítica, activa y constructiva, que dé respuesta a las aspiraciones personales y colectivas para profundizar en su desarrollo en un contexto plurilingüe y pluricultural, sostenible, digitalizado, más equitativa, más verde, más feminista y más democrática.»



La noticia, en honor a la verdad, me ha impactado, o al menos lo suficiente para ponerme a escribir apresuradamente pero con plena decisión el presente comentario.

En mis tiempos escolares y aún universitarios, la asignatura de Filosofía no solo era obligatoria sino que formaba parte de lo que podría denominarse como acervo intelectual básico o esencial, junto con Historia clásica y contemporánea, Historia del Arte y, para quienes optaban por letras, en vez de ciencias, las lenguas clásicas de Latín y Griego.

Cuadro de la muerte de Socrates con sus discipulos (Foto: Google)



Creo que su estudio contribuyó, al menos a las generaciones que como las mías y posteriores así lo vivieron, a una educación integral y coherente con los principios clásicos que enfocan la docencia hacia el conocimiento de las diferentes etapas históricas y evolutivas del hombre y no solo en función de las exigencias sociales y/o política, siempre de carácter coyuntural, imperantes en cada momento.

Pretender que la filosofía se elimine de un plumazo es como disparar a la línea de flotación de un buque con la certeza de su hundimiento y desaparición.

Nada tiene de criticable inculcar a los alumnos los valores propios de una ciudadanía crítica, activa, constructiva e igualitaria dentro del marco de derechos y obligaciones con que nuestro país, como cualquier otra sociedad moderna y civilizada, se ha dotado como Estado democrático y de derecho que es, pero sí lo es dejar de pensar y dar a entender que la filosofía no contribuye a cimentar y acrecentar las cualidades del hombre, cuestionándose el porqué de las cosas, dando respuesta a las preguntas sobre los grandes enigmas de la vida, como la naturaleza y el fin del hombre, el universo, el paso irreversible del tiempo, los enigmas del nacimiento y la muerte, o poniendo en valor la libertad o los derechos naturales, y realzando la democracia como sistema de gobierno.

Se atribuye a Tales de Mileto maestro de Pitágoras y Anaxímedes, y contemporáneo de Anaximandro, la paternidad de la filosofía, y el primer filósofo griego que intentó dar una explicación física del Universo, que para él era un espacio racional pese a su aparente desorden. Y qué decir de Sócrates, Platón y Aristóteles, que forman el triunvirato de los grandes filósofos griegos. El primero, con su método «mayéutico» y su teoría del concepto; el segundo, con su teoría de las ideas, y su estilo literario; y el tercero, con la estructura de las principales ramas filosóficas, como la Lógica, la Metafísica, la Ética, la Psicología racional y la Política.

Especial mención merece la mayéutica, un método que se basa en que el maestro hace que el alumno descubra por él mismo los conocimientos a través de una serie de preguntas. En esencia, este método desplazó, en la Antigua Grecia, a los encargados de impartir conocimientos, conocidos como sofistas, hombres que dedicaban su vida a enseñar sabiduría por medio de elaborados discursos que buscaban convencer al público de que sus ideas eran erróneas y debían aceptar y promulgar todo lo que ellos enseñaban.

Sin embrago, Sócrates pudo comprobar que los sofistas pretendían que su audiencia era ignorante y buscaban imponer sus conocimientos en lugar de propiciar el debate, por lo que decidió transformar completamente el sistema de enseñanza, para lograr mejores resultados, y para ello, pensó, nada mejor que confiar en las opiniones de su público, incitándolo a responder todo tipo de preguntas que les dieran validez a sus argumentos, hasta que finalmente se quedaba sin argumentos para defender sus propios ideales y se daban cuenta de que realmente estuvieron viviendo en el error.

Con este sistema se pretendía que para el filósofo lo más importante fuera sembrar en sus alumnos la curiosidad y el debate por medio de preguntas, analizando desde diferentes puntos de vista cada uno de los argumentos de sus alumnos. Nunca haciéndolos sentir inferiores ni ignorantes, simplemente guiándolos hacia la verdad cuestionando las debilidades de sus propios ideales.

Pero, ¿qué sucederá cuando la nueva norma campe por los respetos de los principios de la sabiduría humana y de los propios alumnos, abandonados a los principios que gobiernan actualmente nuestro mundo, sometido a la tiranía de la tecnología, a los criterios algorítmicos, a la competitividad despiadada, a los intereses de la oligarquía dominante y a la sumisión al interés colectivo en detrimento del pensamiento individual, del reposo intelectual, de la inducción por medio del conocimiento de lo que nuestros antepasados nos transmitieron por medio de su palabra y de sus obras?.

Filosofar, en palabras de Ortega y Gasset, es emplear el rigor metódico cuando se investiga y persigue sus verdades, representarnos las variaciones del pensar no como un cambio en la verdad de ayer que la convierta en error para hoy sino como un cambio de orientación en el hombre que le lleva a ver ante sí otras verdades distintas de las de ayer, pues es éste el a priori fundamental de la historia.

Ortega y Gasset (Foto: Google)

Hay que partir del convencimiento, como señalara otro gran filósofo español, Julián Marías, de que la filosofía es inseparable de su historia; que consiste por lo pronto en eso que han hecho los filósofos del pasado y que llega hasta hoy; en otros términos, que la filosofía es histórica y la historia de la filosofía es filosofía estricta. Filosofía entendida como ciencia y modo de vida, un modo esencial que consiste en vivir en una cierta ciencia y, por tanto, la postula y exige.

¿Cómo es posible dejar en el olvido los grandes padres de la filosofía antigua, ya sean los presocráticos Mileto, Anaximandro o Anaxímenes; los pitagóricos, al frente del cual Pitágoras; la escuela de Elea, encabezados por Jenófanes, Parménides, Zenón o Meliso; o Heráclito y Demócrito. Por no hablar de San Agustín, o los filósofos cristianos, árabes y judíos. O los filósofos que recogieron sus ideales, Spinoza, Leibniz, Francisco Bacon, Hobbes, Locke, Berkeley o Hume. Los filósofos del siglo XIX, como Comte, Kierkegaard, Nietzsche. Los contemporáneos como Brentano, Bergson, Russell, Unamuno, Heidegger. O, por acabar este repaso, nuestros filósofos patrios Ortega y Gasset, Morente, Zubiri, Gaos, Ferrater o Julián Marías?.

Sin filosofía se cae en la abstracción, en vivir el acto, sin conciencia, sin hacer las vivencias objeto de reflexión, es dejarse arrastrar por lo cómodo, por lo que otros han decidido que yo piense, sin dejarme experimentar la realidad radical que es la vida misma, de enfrentarme a ella con la suficiente meditación y duda que me conduzca a la certeza, a mi verdad,

El mismo Ortega afirmaba que el punto de vista individual era el único punto de vista desde el cual puede mirarse el mundo en su verdad. Pero para ello necesitamos un referente, porque somos historia viva, sin la cual sucumbimos en el abismo de la ignorancia a o, al menos, en el trampolín de las meras sensaciones con un camino ya trazado.

Esperemos que quienes han decidido eliminar la filosofía como asignatura reflexionen y corrijan, aunque me temo que poco o nada puede hacerse que no sea lamentarse.

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