Pablo Capel Dorado, director general de E&J Group, comparte con nosotros su relato de verano: Sorpresas
"Fuera de coñas, la cosa ha estado piruleta"
Un servidor en Getxo (Foto: MP)
Pablo Capel Dorado, director general de E&J Group, comparte con nosotros su relato de verano: Sorpresas
"Fuera de coñas, la cosa ha estado piruleta"
Un servidor en Getxo (Foto: MP)
Niños saltando en el rebalaje; dos hermanos jugando a las palas; aire marino secando juventudes. Eso podría ser un arquetipo de verano, como el mío. Pero uno persigue romper con la habitualidad —en parte, en eso consiste el atractivo de las vacaciones—, incluso destruir los mitos, pero por desgracia acabamos en otra rutina, eso sí, esta tiene algo de gozo y regocijo.
Ya en la rutina castrense de tomar el sol y apagar la flama remojado en la orilla; de amanecer como norma una hora después; y de comer la clásica y deliciosa comida de tus padres, te suena el móvil y quieren darte por culo. Y es que uno, en las alturas de los treinta, ya va conociendo cómo se manifiesta fonéticamente la llamada del averno: con el tono de tus varios celulares. Es un inframundo que al parecer me mola.
Fuera de coñas, la cosa ha estado piruleta. Estuve primero en Barcelona, en un concierto, donde la gente bramaba pasada la medianoche. Decidí irme pronto, aun quedando como un cobarde. Estuve en País Vasco, en Getxo, en buena compañía, haciendo lo que hace la gente que se quiere, creo. Y luego con la familia, en Granada, comiendo croquetas a tutiplén e incrementando de una forma sana y sensible el tamaño de mi panza.
Las costumbres de este verano
Lo novedoso es la familia y quizás he leído un poco más. Vi con mi madre una especie de documental de Netflix que hablaba sobre un hombre muy malo que llegó a matar a la mujer, el muy cabrón. He jugado mucho a las palas con mi hermana e incluso me he reencontrado con viejos amigos. Y he leído Metafísica de las costumbres, de Kant; y El volador de cometas, de Andrés Trapiello.