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Ucrania: las claves de un conflicto

"La UE, dirigida por Alemania, no va a entrar en conflicto por Ucrania ni mucho menos"

(Foto: Google)

Roberto Muñoz Fernández

Socio en Muñoz Navarra Abogados




Tiempo de lectura: 6 min

Publicado




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Ucrania: las claves de un conflicto

"La UE, dirigida por Alemania, no va a entrar en conflicto por Ucrania ni mucho menos"

(Foto: Google)



La amenaza de guerra en Ucrania nos despierta a diario, haciendo temblar bolsas y mercados. Es importante dejar claro que no va a haber guerra alguna: se trata de un tira y afloja geopolítico de riesgos calculados; pero aún así se precisa aclarar, sin parafernalia, qué está pasando al este de Europa.

  1. ¿Qué problema hay con las fronteras de Ucrania?

En primer lugar, las fronteras de la Ucrania actual son relativamente recientes, fruto de los límites que Alemania impuso a Rusia tras Brest Litovsk (1917), en plena Primera Guerra Mundial. Lenin firmó la paz, tras su golpe de estado, a cambio de la salida de la guerra y con ello la posibilidad de dejarle las manos libres para apoderarse de Rusia e instaurar un sistema comunista. Que las condiciones territoriales fueran excesivas le importó poco, entre otras cosas porque esperaba que la Revolución se expandiese por la propia Alemania y el resto del globo. Posteriormente la Ucrania occidental, antes polaca, se vio desplazada al oeste tras el último conflicto mundial.



Alemania siempre ha tenido interés en la zona ucraniana, principalmente en la cuenca del Donets, por la cantidad asombrosa de materias primas que hay allí. De hecho Hitler, en la Segunda guerra, insistió una y otra vez en el mantenimiento de la zona y destinó amplios recursos a ello.

Vladímir Ilich Uliánov, más conocido como Lenin (Foto: Pinterest)

Dichas fronteras, ya desde el principio, incluyeron amplias zonas habitadas por ruso parlantes (Ucrania oriental), que habitaban allí desde los tiempos de Catalina la Grande, y posteriormente se les unió en 1954 la península de Crimea, inicialmente pobladas por tártaros y tras el destierro de éstos por Stalin, por rusos. Mientras Ucrania permaneciera en órbita soviética (o rusa) no habría problema, pero cuando ésta empezó a seguir su propio camino, el problema se hizo evidente.



  1. ¿Qué interés tienen los implicados en el conflicto?

Aquí tenemos 4 actores con intereses muy distintos:

  • Ucrania: desde 1990 ha buscado integrarse en la esfera atlántica, escapar del autoritarismo e integrarse plenamente en las democracias occidentales. Nótese que cuando hablamos de “Ucrania”, lo estamos haciendo principalmente de la occidental, esto es, la no habitada por rusoparlantes,
  • Unión Europea: la UE, (es decir, principalmente Alemania y Francia) desea la incorporación ucraniana para poder hacer uso de los ingentes recursos del Donbás, y el importante río Dniéper, poseedor de una de las centrales hidroeléctricas más importantes del mundo. Con una gestión adecuada, fruto de ser un país de la Unión, podría ser un importantísimo foco económico, que hiciera elevar el peso económico de la Unión en el mundo. Al tiempo que el paso de los oleoductos de gas siberiano por el norte de Ucrania hace muy necesaria el control de este país.
  • EEUU: EEUU (es decir, la OTAN) es el que menos interés real tiene en este conflicto. Su objetivo principal es el control de la base de Sebastopol, que a día de hoy es rusa, y que prácticamente ya reconocen como un hecho consumado. Aún así, como objetivo secundario, no ve con malos ojos la posibilidad de una expansión hacia el Este de la Alianza Atlántica. Aceptémoslo, el teatro primario para EEUU está en el Mar de China, siendo Europa un objetivo secundario (y puede que terciario).
  • Rusia: Yeltsin aceptó a principios de los 90 que la incorporación de países del bloque soviético (Hungría, Checoslovaquia, Polonia) era inminente. Pero entendió que nunca se produciría la incorporación de ex repúblicas soviéticas -salvando, quizá, el caso de las repúblicas bálticas-. Por tanto considera Moscú que el desplazamiento de la OTAN al este es un claro incumplimiento de las vagas promesas de Bush padre; al mismo tiempo Rusia no tiene la mejor opinión posible de la Unión; para Rusia, Europa es Alemania y el recuerdo de las invasiones germanas de las dos últimas guerras, unidas a las matanzas perpetradas por aquélla -recordemos que la Unión soviética perdió 27 millones de vidas en aquel conflicto. Sólo en la batalla por capturar Berlín, tuvieron más bajas que los EEUU en todo el conflicto- la hace especialmente recelosa y traumática a las intenciones europeas, por muy amables que parezcan. Piensen vds en lo que ha significado ETA para nuestra sociedad. Y hablamos de 854 muertos en 60 años. Imaginen ahora 27 millones en 4 años. Hacen, redondeando, una media de unos 588 muertos cada hora, unos 9,8 muertos por segundo. Les invito a contar.

George Herbert Walter Bush y Boris Yeltsin (Foto: Google)

  1. ¿Qué medios emplean para conseguir sus objetivos?

La UE, dirigida por Alemania, no va a entrar en conflicto por Ucrania ni mucho menos. El interés europeo, como he dicho antes, se ciñe a que Ucrania ingrese en la Unión con esas zonas económicas en potencia. Sin embargo, dichas zonas son precisamente las controladas por los prorrusos, así que nos encontramos en un o todo o nada. La UE no es tan ilusa como para ingresar en la Unión el trozo del pastel menos apetecible, así que descarta totalmente un cambio de fronteras.

En la antigua Yugoslavia, Alemania, muy astutamente, azuzó a los eslovenos y croatas para que se independizaran de Belgrado, aun a sabiendas de que dicho proceder podría llevar a un conflicto, como de hecho sucedió. ¿El motivo? Permitir la entrada en la UE de sólo las zonas económicamente avanzadas, relegando en la periferia indefinidamente a las demás exrepúblicas yugoslavas, y retrasando sine die su incorporación a la virtuosa Unión. Esta estrategia no sirve aquí porque la zona apetecible es precisamente la más conflictiva.

La amenaza de sanciones económicas es lo que esperan que disuada a Rusia; aunque es un farol más que evidente porque quien necesita energía desesperadamente a día de hoy es Europa. De ahí que la UE precise que primero Ucrania ingrese en la OTAN y luego en la UE, y no al revés, para asegurarse su defensa. La UE no tiene un ejército propio, cada país vela por su interés y por tanto, qué mejor que la OTAN se encargue de la defensa. Y ya de paso, que EEUU pague la factura principal.

Rusia pretende mantener el statu quo porque conoce perfectamente que no se le permitirá un cambio de fronteras. Cierta autonomía para los prorrusos bastaría, unida al compromiso de la OTAN de no establecerse en Ucrania. Espera que con una amenaza de fuerza y la solicitud de reconocimiento de la autonomía de las repúblicas del Donbás baste. Al mismo tiempo a Rusia le interesa una Ucrania satélite, de ahí que a la larga intente influir y condicionar al país.

Ucrania occidental busca incorporarse a toda costa la UE, deseando tener unas instituciones democráticas, y alejarse del modelo autoritario y corrupto imperante, que achacan a Rusia. El problema es que la democracia real no la traerá Europa, tendrán que construirlas ellos mismos con unas instituciones fuertes, y para ello se está apoyando en grupos nacionalistas, que a veces llegan a extremos tales como revindicar la memoria de excombatientes ucranianos anti-Stalin de la Segunda guerra Mundial, sin importarles que en realidad dichos combatientes fueron en su mayoría colaboracionistas con el nazismo, culpables e implicados en matanzas como la de Babi Yar. El potenciamiento de estos grupos, en una hipotética Ucrania miembro de la UE, traerá consecuencias nefastas, y así lo vemos en Hungría o Polonia.

Ucrania oriental; sobre todo la zona del Donbás, busca o una fuerte autonomía o su directa integración con Rusia. De Crimea no hablaremos porque su unión a Rusia es ya un hecho.

La OTAN, busca mantener en cintura a Rusia, evitando que sobrepase ciertos límites y disuadirle que inicie aventuras e intervenciones. El medio elegido es directamente la amenaza de fuerza.

Masacre de Babi Yar acaecida en septiembre de 1941 (Foto: Google)

  1. ¿Qué dice el Derecho Internacional de todo esto?

Y al fin llegamos al tema en cuestión, aunque lamentablemente hemos de decir que aquí el Derecho pinta poco, debido a que las potencias han hecho nimios esfuerzos para respetarlo. En 1975 se acordó en Helsinki que las fronteras se quedarían tal cual se fijaron en 1945, aunque ello significara olvidar las injusticias del pasado. Alemania aceptó su frontera oriental con Polonia y los países bálticos hicieron lo propio. Pero de pronto, en 1990, nos encontramos una Alemania reunificada, y una URSS desintegrada, con un aluvión de Estados nación. En teoría, los nuevos estados nación surgidos de la Unión soviética y Yugoslavia no representaban una clara violación de este tratado, ya que ambas se jactaban de ser una libre agrupación de repúblicas y de ser éstas en teoría y práctica independientes. Pero la unificación alemana sí lo resultaba, y especialmente a finales del Siglo XX y comienzos de XXI tuvieron lugar los acontecimientos esenciales en esta historia: la OTAN bombardea Serbia ante la impotencia de Rusia y China (dos países con asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU), y posteriormente EEUU y Reino Unido invaden Irak en contra del dictamen mayoritario de este organismo, siendo la guinda del pastel la segregación de Kosovo (y por tanto una evidentísima violación del Tratado de 1975).

Ello hace ver que las convenciones internacionales son papel mojado, que el tiempo de la justicia internacional pasó y que el antiguo juego geopolítico basado en la amenaza y los halagos vuelve a los despachos de las cancillerías. Si alguna vez se fue, claro.

Acuerdos de Helsinki (Foto: Servicio fotográfico del Palacio del Elíseo)

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