La subida de los precios podría reducir el gasto en el comercio electrónico
"El comercio electrónico sostuvo el pasado curso su nivel de crecimiento con respecto a años anteriores"
(Foto: E&J)
La subida de los precios podría reducir el gasto en el comercio electrónico
"El comercio electrónico sostuvo el pasado curso su nivel de crecimiento con respecto a años anteriores"
(Foto: E&J)
Fue uno de los sectores que mejor rendimiento alcanzó en tiempos de pandemia y que supo mantener incluso la misma tendencia alcista después de los confinamientos. El comercio electrónico en España lleva tres años demostrando que sus números no son flor de un día, sino que crecen para consolidarse. Ahora bien, el escenario de inflación e incertidumbre económica por el que atraviesa el país podría poner freno a esta escalada.
Las consecuencias financieras que se derivan de la guerra de Ucrania suponen el punto de partida de un posible descenso de ventas online a corto plazo. La explicación es sencilla, y es que la escasez de materias primas y energía ha provocado la subida generalizada de los precios y la reducción de la demanda, por lo que no sería extraño que el volumen de compras través de internet comenzara a resentirse en las próximas semanas.
Si bien es cierto que el panorama se antoja amenazante, hay que tener en cuenta que los datos recogidos en el estudio ‘La Sociedad digital en España 2022’ confeccionado por Fundación Telefónica invitan al optimismo: el comercio electrónico sostuvo el pasado curso su nivel de crecimiento con respecto a años anteriores. El usuario no sólo gastó más en tiendas digitales, sino que además aumentó la frecuencia de este tipo de compras y el uso de plataformas especializadas en un mercado así.
Contracción del gasto
En este contexto de tensiones opuestas, Ana Isabel Jiménez, profesora de Economía de la Universidad Abierta de Cataluña, entiende que el repunte de los precios promueve la contracción del consumo y deja a los ciudadanos en situación de medir más sus gastos. De esta forma, lo previsible es que estos vayan dirigidos en mayor medida hacia productos y servicios más elementales.
Jiménez señala de igual modo que esta necesidad de selección en el momento del gasto repercutiría negativamente en el comercio electrónico, y es que es justo en este entorno donde se producen numerosas compras de las que el consumidor medio empezaría a prescindir en tiempos de crisis. En cualquier caso, la profesora Jiménez considera que aunque el consumo dé muestras de flaqueza, la demanda volverá a su punto alcista y el usuario continuará combinando los canales virtuales con los físicos.
Llegados a este punto cabe reseñar que, a pesar de la inflación, el comercio electrónico seguirá manteniendo la mayoría de los atractivos que explican su éxito frente al comercio tradicional. En este paquete destacan por ejemplo la sencillez a la hora de comparar precios entre los distintos vendedores, así como el hecho de poder disfrutar de ofertas más jugosas, considerando que los proveedores digitales tienen menos costes y, por lo tanto, pueden jugar con un margen más amplio de beneficios que les permite bajar los precios. La posibilidad de encontrar rápidamente información útil sobre determinados productos es otro de los factores más aplaudidos.
La tecnología como punto distintivo
Uno de los factores clave que ha servido para apuntalar el buen estado de forma del ecommerce es sin duda la inversión que el sector está destinando a la ciberseguridad. La principal finalidad que se persigue con esto no es otra que la de proteger los datos personales de los usuarios frente a la amenaza de los hackers. No en vano, la dotación de software que suele emplearse en esta tarea es la misma que usan entornos virtuales tan potentes como las entidades bancarias o las plataformas de juegos de azar, donde el flujo de datos es masivo.
En el primero de los casos, el objetivo de los neobancos pasa fundamentalmente por encriptar la información que aportan los usuarios mientras realizan sus operaciones. Para ello, el recurso tecnológico más frecuente es el conocido como certificado TLS (Transport Layer Security), que se encarga de ocultar los números de cuenta, los nombres completos o las claves de carácter privado que se transfieren desde la web hasta el servidor, quedando así a salvo de la piratería informática.
En la misma línea se mueven los espacios dedicados al juego en internet, aunque estos además son especialistas en evitar suplantaciones de perfil y fraudes similares. De hecho, la mayoría de los casinos en España utilizan para ello el denominado proceso KYC (Know your customer), un protocolo de verificación de identidad que está considerado como el más efectivo que existe. Este sistema se ocupa de solicitar digitalmente al usuario toda la documentación personal que confirme que este es, en efecto, la persona que dice ser cuando intenta iniciar sesión en una sala de juego. Para para llevar a cabo una identificación más profunda en las retiradas de dinero se usan también diversas pruebas de tipo biométrico, como la de reconocimiento facial o la de detección de huellas dactilares.
Un sector en continuo crecimiento
Aunque fue a finales de la década de los noventa cuando el comercio electrónico empezó a abrir sus primeras tiendas en España, el primer acelerón importante que este vivió se produjo casi veinte años más tarde. Según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CMNC), de los ciento veintisiete millones de euros generados en 2001 se pasó a los más de veinte mil millones de euros que se cosecharon en 2015. En ese momento, el país ya tenía más de treinta millones de internautas.
Cinco años más tarde, como consecuencia del confinamiento que trajo el virus de la Covid-19, se disparó el volumen de compras online y el ecommerce en territorio nacional logró superar los cincuenta mil millones de euros, casi un seis por ciento más que el curso anterior. El informe de la Fundación Telefónica revela que, toda vez que se consiguió estabilizar la emergencia sanitaria, los hábitos de consumo vía internet siguieron arrojando números en ascenso. De hecho, en 2021 aumentó en tres millones el número de compradores online y creció casi un doce por ciento la facturación con respecto al año anterior.
A tenor de lo que muestra el estudio Anual de eCommerce en España 2022 elaborado por IAB Spain, el setenta y ocho por ciento de los internautas nacionales consume productos y servicios de manera online. Se trata de una cifra que está dos puntos por encima de lo que se registró la campaña anterior y que muestra, una vez más, cómo este modelo de compra está plenamente asentado.