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Economía

Los países emergentes no lo van a tener fácil para salir de la crisis tras la Covid

Andrés Lara

Director de Economist & Jurist




Tiempo de lectura: 4 min

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Economía

Los países emergentes no lo van a tener fácil para salir de la crisis tras la Covid

La recuperación se va a ver frenada por las consecuencias de la pandemia



Ya ha pasado más de año y medio desde que la pandemia de coronavirus se extendió por todo el mundo con graves efectos económicos. Las restricciones de movilidad ordenadas por los gobiernos para evitar la extensión del virus provocaron la paralización de buena parte de la actividad económica y del comercio mundial, con el consiguiente hundimiento del PIB de todos los países a niveles que no se recordaban.

A tenor de los que ha ocurrido este año y medio, en el que se pasaba de la euforia más o menos contenida por la reducción de casos a la implantación de nuevas restricciones por la aparición de una nueva cepa, siempre hay que hablar con la boca pequeña cuando nos referimos a la salida de la crisis. Sin embargo, parece que esta vez la extensión de la vacunación a amplias capas de la población y las medidas de estímulo económico que están adoptando algunos estados o instituciones como la Unión Europea están surtiendo efecto. Tanto es así, que el Banco Mundial afirmaba el pasado mes de junio que “la economía mundial está en condiciones de lograr en 2021 su recuperación posterior a una recesión más sólida en 80 años”.



No obstante, el propio Banco Mundial reconoce que esta recuperación no va a llegar a todos los países por igual, y que muchas economías en vías de desarrollo se podrían quedar rezagadas. El Banco de Pagos Internacionales (BPI) redunda en esta idea y en su Informe económico mundial 2021 tilda de “incompleta y desigual” la recuperación mundial. La institución con sede en Basilea señala que “algunos países y sectores están remontando rápidamente, mientras que otros quedan rezagados”, en especial los países emergentes.

La salida de la crisis de los países emergentes está cubierta de incertidumbres. (Foto: Economist & Jurist)

Llegado a este punto, cabe señalar que esto no significa que las economías de los países emergentes no vayan a crecer. Todo lo contrario. Según estimaciones del Banco Mundial de junio de este año, los mercados emergentes y las economías en desarrollo se expandirán un 6% este año, impulsados por el aumento de la demanda externa y de los precios de los productos básicos. Este crecimiento se reduce al 4,4% si se excluye China.



A priori, puede parecer que un crecimiento del 6% no está del todo mal. Sin embargo, la recuperación de muchos países se puede ver limitada a largo plazo por los efectos de la pandemia, entre los que se apuntan el deterioro de las habilidades por la pérdida del empleo y de la escolaridad; una fuerte caída de la inversión; mayores cargas de la deuda, y mayores vulnerabilidades financieras. Según las estimaciones del Banco Mundial, “el crecimiento de este grupo de economías será moderado, de 4,7 %, en 2022, a medida que los Gobiernos retiren gradualmente el apoyo en materia de política”.

A la hora de explicar este comportamiento de la economía hay que tener en cuenta una serie de factores. Por un lado, el escaso acceso a las vacunas que tienen muchos países, lo cual hace que puedan luchar con menos efectividad contra la pandemia. A esto se une el deterioro de las habilidades de la población por la pérdida de empleo y de la escolaridad. Además, los países emergentes tienen menos posibilidades de poner en marcha estímulos económicos tan potentes como los que se han desarrollado en las principales economías mundiales.

Algunos expertos añaden a este explosivo cóctel que, aunque muchos gobiernos han puesto en marcha políticas sociales que no se habían aprobado en anteriores crisis, lo cierto es que la pobreza y la desigualdad ha aumentado. Por poner un ejemplo, según señalan Ángeles Sánchez y José Manuel García, profesores de Economía de la Universidad Autónoma de Madrid, en los años previos a la pandemia, América Latina había logrado reducir los índices de pobreza y desigualdad hasta el punto de que la pobreza había pasado de afectar al 45,2% de la población en 2001, al 30,3% en 2019. Sin embargo, con la Covid, se estima que el número de pobres aumentará en 28,7 millones de personas, hasta alcanzar la cifra de 214,4 millones de pobres en la región. A su vez, la pobreza extrema afectará a 15,9 millones más, sumando en total 83,4 millones de personas.

La crisis ha provocado un importante aumento de la pobreza en América Latina. (Foto: Economist & Jurist).

Hay quien apunta a que este aumento de la pobreza y el incremento de la inflación que se está produciendo en todo el mundo pueda llevar a que algunos gobiernos se vean tentados a poner en marcha políticas populistas destinadas a prevenir o acallar posibles revueltas sociales. Pero esto es peligroso. Según el Banco Mundial, “el aumento en los precios de los alimentos y la aceleración de la inflación agregada también pueden sumarse a los problemas relacionados con la inseguridad alimentaria en los países de ingreso bajo”. Esta institución advierte que “los encargados de la formulación de políticas deben asegurarse de que el aumento en las tasas de inflación no debilite las expectativas inflacionarias y deben resistir la tentación de otorgar subsidios o establecer controles de precios a fin de reducir la carga del aumento de los precios de los alimentos, ya que se corre el riesgo de aumentar la deuda y de ejercer mayor presión al alza sobre los precios agrícolas mundiales”.

Hasta aquí, parte de los problemas a los que se pueden enfrentar en los próximos años los países emergentes para salir de la crisis. Pero la pregunta es, ¿hay recetas que puedan, bien evitar, bien mitigar estos problemas? El Banco Mundial da lo que pueden ser algunas claves.

En primer lugar, señala que “asegurar la distribución equitativa de vacunas será esencial para poner fin a la pandemia”. Además, estima que la amplia asistencia en materia de deuda será importante para muchos países de ingreso bajo, por lo que “los responsables de formular políticas deberán estimular la recuperación económica con medidas fiscales y monetarias sin dejar de proteger la estabilidad financiera”. En este sentido, destacan que “las políticas deben tener una visión a largo plazo, revitalizando el capital humano, ampliando el acceso a la conectividad digital e invirtiendo en infraestructura ecológica para impulsar el crecimiento a través de una senda verde, resiliente e inclusiva”.

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