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Economía

¿Quo Vadis China?

Las autoridades de Pekín intentan reorientar el modelo de crecimiento. Si fracasan, todo el mundo se verá afectado

La economía china atraviesa una profunda crisis (Foto: E&J)

Andrés Lara

Director de Economist & Jurist




Tiempo de lectura: 7 min

Publicado




Economía

¿Quo Vadis China?

Las autoridades de Pekín intentan reorientar el modelo de crecimiento. Si fracasan, todo el mundo se verá afectado

La economía china atraviesa una profunda crisis (Foto: E&J)



China ha maravillado al mundo por la modernización de la economía y su impresionante crecimiento, que ha colocado al país como la segunda potencia económica del mundo. Sin embargo, esta imagen se está viendo trastocada por la grave crisis que atraviesa el país y que está dejando a la vista una serie de problemas que indican que no es oro todo lo que reluce en el gigante asiático.

La desaceleración del crecimiento chino comenzó en 2010 y se ha agudizado en los últimos dos años. El último dato publicado por las autoridades chinas muestra que la tasa de crecimiento anual de China fue el 4,9%, inferior a lo esperado en el tercer trimestre de este año, y en general se teme que la tasa de crecimiento en el cuarto trimestre pueda ser aún más baja.



Desde Bank of America, Citigroup y otros organismos creen que la expansión no alcanzará este año el 8,2% previsto por el consenso de los economistas. La desaceleración de la actividad podría mantenerse precisamente hasta el próximo año, lo que podría llevar a China a crecer por debajo del 5%, advierten los expertos de estas entidades financieras. Si no se tuviera en cuenta el año de la pandemia de 2020 (China creció solo un 2,3% mientras que el resto del mundo se hundía), un PIB avanzando al 5% sería el crecimiento más débil en tres décadas.

Esta pérdida de impulso de la economía se está viendo acompañada por un incremento de los precios de producción y de los precios al consumo. El índice de precios al productor (IPP) aumentó en octubre un 13,5% con respecto al año anterior, por encima de un ritmo de inflación del 10,7% de septiembre, según informó la Oficina Nacional de Estadísticas china (ONE) en un comunicado. Este es el mayor nivel de los últimos 26 años. La subida de los precios al consumo también se aceleró El IPC subió un 1,5% en octubre en términos interanuales, frente al 0,7% de septiembre.

Las presiones sobre los precios tienen una doble consecuencia. Por un lado, dificultan que el Banco Popular de China pueda inyectar nuevos estímulos a la alicaída economía ante el temor de avivar la inflación. Por otro, el débil crecimiento, unido a un elevado nivel de precios pone a la economía china en peligro de estanflación.



El temor a este fenómeno, caracterizado por la fuerte subida de los precios en un momento de estancamiento económico, ha aumentado en los últimos meses. La actividad de las fábricas chinas se contrajo más de lo previsto el mes pasado, reduciéndose por segundo mes consecutivo. El índice oficial de gestores de compras (PMI) del sector manufacturero de octubre se situó en 49,2 puntos, por debajo del nivel 50 que separa la expansión de la contracción.

El IPP chino aumentó en octubre un 13,5% con respecto al año anterior. (Foto: Crushpixel)

Asimismo, algunos analistas ponen el énfasis en el hecho de que se está produciendo un efecto contagio en los precios. La inflación de los precios de los insumos ha sido alta durante muchos meses, impulsada por el aumento de los precios de las materias primas. Pero el salto del índice de precios de producción en octubre es alarmante, ya que significa que la presión inflacionista se está trasladando de las empresas de la fase inicial a las de la fase final y, por tanto, a los consumidores.

Crisis energética

El debilitamiento de la economía china tiene detrás muchos factores. Posiblemente uno de los que más está pesando es la crisis energética que atraviesa el país.

Según se ha ido recuperando la economía global se ha reanudado la demanda de productos de China, que tuvo que poner sus fábricas a tope de producción, con el consiguiente aumento del consumo de energía. La principal vía de generación de energía de China es el carbón, que representa casi el 57% de su suministro total de electricidad.

El problema viene porque el Gobierno chino ha puesto unas metas muy ambiciosas para reducir las emisiones de dióxido de carbono en 2030 y lograr una neutralidad de carbono antes de 2060, por lo que los gobiernos locales han cerrado muchas minas de carbón en los últimos años al tiempo que no se ha invertido en la minería de carbón. Pekín alienta la inversión en energías renovables, que son una parte creciente del mix energético de China, pero su producción actualmente no cubre las necesidades de energía del país a corto plazo.

El carbón representa casi el 57% del suministro total de electricidad en China. (Foto: El Confidencial)

El aumento de la demanda de energía y la escasez de carbón hizo subir los precios del mineral. Dado que el Gobierno de China regula los precios de la electricidad, los proveedores de energía no pudieron trasladar los sobrecostes a los clientes finales. De este modo, para limitar las pérdidas, recortaron la producción de electricidad, con lo que obligaron a algunas fábricas a reducir su producción cuando no a cerrar temporalmente.

Ante esta situación, el Gobierno chino ordenó la reapertura de minas de carbón y dio a las compañías flexibilidad para fijar los precios de la electricidad. Con este ha logrado parar el problema momentáneamente, aunque incluso ha tenido que importar carbón de Australia.

La reducción de la producción o el cierre temporal de las fábricas chinas han causado graves problemas en el resto del mundo, ya que la gran dependencia que tienen muchas factorías occidentales de los componentes fabricados en el gigante asiático han llevado a que se paralice su producción.

Burbuja inmobiliaria

El mercado inmobiliario chino está sufriendo una grave crisis que podría sacudir los cimientos de la economía del país. Generalmente, cuando se habla de esta cuestión nos viene a la cabeza Evergrande por su tamaño y su fama. Pero el sector inmobiliario del país supone, según diversas estimaciones, alrededor del 30% del PIB nacional y es mucho más que Evergrande.

Las inmobiliarias y promotoras chinas han tenido acceso a crédito barato y se han endeudado para atender una demanda de vivienda que, a su vez también estaba sostenida, en buena parte, en el crédito a familias y empresas. Este modelo de crecimiento tomó protagonismo en China tras la crisis financiera global de 2007 y se puso en marcha como medida para animar la economía en un momento de recesión planetaria. Sin embargo, el remedio se ha ido de las manos de las autoridades chinas y se ha formado una burbuja, de la que se habla desde 2011 y que aún no ha estallado.

Evergrande es el paradigma de la crisis del sector inmobiliario chino. (Foto: Euronews)

Para poner freno al problema, Pekín comenzó a intervenir en este mercado. En agosto de 2020, los reguladores chinos introdujeron tres líneas rojas que las empresas del inmobiliario deben ir aplicando poco a poco si quieren acceder al crédito: mantener una relación de deuda sobre activos (excluidas las preventas) de menos del 70%; un apalancamiento financiero de menos del 100% y, por último, una relación de liquidez sobre deuda a corto plazo de más de 1.

La aplicación de estas normas se ha traducido en la caída en picado del crédito de los bancos a constructoras y promotoras. Estas empresas comenzaron un proceso de desapalancamiento que requería, entre otras cosas, la venta de activos e inventarios (vivienda) para hacer frente a los nuevos requerimientos. El problema es que el precio de la vivienda está por las nubes y las familias y consumidores, que ya están muy endeudados, han reducido su confianza en la economía como consecuencia de la crisis de la Covid. Esta combinación de factores lleva a que justo en el momento en el que las inmobiliarias tienen que vender con más premura, las familias chinas dejan de pedir hipotecas.

Al final, las inmobiliarias, promotoras y demás firmas del sector tendrán que vender buena parte de sus activos a precios muy bajos si quieren seguir operando. Hay que tener en cuenta, además, que una parte cada vez mayor de estos pasivos se deben a los proveedores que venden cemento, aluminio, acero u otros materiales que las constructoras necesitan para el funcionamiento normal de su negocio. Estos proveedores también estar bajo presión si las empresas de construcción no pagan.

Prosperidad compartida

Xi Jinping, presidente de China, está lanzando un ambicioso plan económico que tiene como fin que el país avance a lo que llama la «prosperidad compartida». No está muy claro a qué se refiere el líder chino con este expresión, pero parece que Pekín está decidido a cambiar su modelo económico, que en los últimos años se ha basado en el crédito barato y en la expansión del sector inmobiliario. De momento, el Gobierno está implementando un programa piloto para aprobar un impuesto a la propiedad, lo que agudizará los problemas del sector inmobiliario a corto plazo va a desarrollar un impuesto inmobiliario piloto en algunas regiones. Este impuesto podría ayudar a enfriar los precios de la vivienda. Las autoridades chinas son conscientes de que el auge de los precios de la vivienda es uno de los principales propulsores de la desigualdad económica en el país, porque consideran de importancia intervenir en este mercado.

El Gobierno chino está implementando un programa piloto para aprobar un impuesto a la propiedad. (Foto: E&J)

La prosperidad compartida y el nuevo rumbo de la economía no se centran solo en la creación de nuevos impuestos. Pekín puso en marcha esta primavera una serie de iniciativas que representan una intervención estatal en la economía que, aunque siempre ha estado presente en este país, ha ido dos pasos más allá de lo que ocurría hasta ahora. Pekín ha cancelado salidas a bolsa, ha multado a las empresas tecnológicas con miles de millones por infracciones contra la competencia, ha cerrado por la fuerza todo el sector de la educación con fines de lucro de China y está dejando que empresas como Evergrande arreglen sus problemas sin la mediación estatal, aun cuando esto represente su desaparición.

Los economistas esperan que este cambio ideológico frene aún más el crecimiento, lo que a su vez haría mucho más precarios los intentos de China de transformar su economía. En este sentido, ya se ha visto cómo el camino a una economía menos dependiente del carbón ha provocado una crisis energética que incide en la producción del país y los cambios sobre el sector inmobiliario para reorientar la economía a otros sectores pueden llevar al colapso de muchas empresas del sector.

La cuestión es que, si China quiere implementar los cambios previstos, tiene que tener claro que se va a ralentizar su crecimiento y una China que crece lentamente actuará inevitablemente como un freno para la economía mundial. De este modo, el mundo va a estar muy pendiente de la evolución de los cambios que acometan las autoridades chinas, porque del éxito de las mismas puede depender parte de la economía del resto del mundo.

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