Reciclarse o morir

En este número de Economist podemos leer un interesante artículo sobre el reciclaje de los abogados. En el mismo se hacen reflexiones importantes que bien se podrían extrapolar a todos los campos profesionales y empresariales.

En el trabajo referido se dice, por ejemplo, que los buenos profesionales no se hacen de la noche a la mañana y el mercado no perdona el amateurismo. Al hilo de tal argumentación se me ocurre otra paralela y es que no todo el mundo vale para todo, por mucho que se quiera. Otra cosa bien distinta es que sea conveniente adaptarse a ciertos cambios tecnológicos y, sobre todo, en el mundo jurídico, seguir formándose y reciclándose porque no hay peor cosa que funcionar de oídas. Eso, unido a la falta de formación y la perniciosa tendencia, cada vez más común, a no querer tenerla, se me antojan dos elementos determinantes de un cóctel explosivo. En este contexto, cada vez me asombran más los amargos comentarios de titulares de despachos que se quejan de la falta de iniciativa, conocimientos y apatía de sus colaboradores y/o empleados. Y es tanto el comentario al respecto que hasta me causa algo de inquietud.
¿Qué hacer en estos casos? Supongo que procesos de selección más rigurosos pero mientras tanto, apretando al que cumple y al que trabaja por dos o tres lo único que se conseguirá será colapsarle irremediablemente. El mal ya estará hecho para todos, para el propio interesado, para el despacho y para los clientes. Será cuestión de tiempo que alguien tome decisiones obligado por las circunstancias. Y es que se puede trabajar para hacer las cosas bien o, simplemente, se puede hacer por hacer…………