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Noticias Jurídicas

Cerca de 250.000 jubilados buscan trabajo en nuestro país, pero no aparecen en las estadísticas oficiales del desempleo

Este colectivo que se beneficia de la reforma de poder compaginar la pensión con la jubilación parcial ya supone un 9,5% del paro total del país

La reforma de las pensiones, fruto del diálogo social, abrió la puerta a compaginar pensión con un trabajo. (Imagen: Ministerio de Seguridad Social)

Luisja Sánchez

Periodista jurídico




Tiempo de lectura: 7 min

Publicado




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Cerca de 250.000 jubilados buscan trabajo en nuestro país, pero no aparecen en las estadísticas oficiales del desempleo

Este colectivo que se beneficia de la reforma de poder compaginar la pensión con la jubilación parcial ya supone un 9,5% del paro total del país

La reforma de las pensiones, fruto del diálogo social, abrió la puerta a compaginar pensión con un trabajo. (Imagen: Ministerio de Seguridad Social)

En los últimos años, un fenómeno interesante ha surgido en el mercado laboral español: un número creciente de jubilados buscan empleo. Sin embargo, este grupo compuesto por 249.492 jubilados y pensionistas aparecía inscrito como demandante de empleo en los servicios públicos pero sin contar como parados. Por tanto, este grupo de personas que buscan trabajo no se refleja en las estadísticas oficiales de desempleo, lo que plantea preguntas sobre la precisión de nuestras medidas de paro y las realidades económicas que enfrentan los jubilados en España.

Este fenómeno, aparentemente anecdótico, ha ido creciendo de manera sostenida y ha alcanzado niveles que invitan a una reflexión profunda sobre la fiabilidad de las cifras de paro y la adecuación de la normativa que regula la compatibilidad entre la jubilación y el empleo.



La reciente reforma que mejora la compatibilidad de la pensión de jubilación anticipada y parcial con el trabajo ha puesto de manifiesto la necesidad de revisar los criterios con los que se computan los demandantes de empleo, especialmente cuando se trata de personas que han superado los 65 años pero que aún no se han retirado o, incluso habiéndose retirado, buscan reincorporarse al mercado laboral.

Esta reforma admite la convivencia de determinadas prestaciones por desempleo con la pensión de jubilación, lo que ha hecho que un volumen significativo de jubilados se inscriba en los servicios públicos de empleo sin figurar como parados a efectos estadísticos.

Según los datos proporcionados por el Ministerio de Trabajo y Economía Social, los jubilados que buscan empleo representan una proporción significativa del paro registrado, alcanzando el 9,5%. Esta cifra es sorprendente y merece un análisis más detallado. La razón es que también se amplía la convivencia de las pensiones con una prestación o subsidio por desempleo. De hecho, en 2024, una media mensual de 249.492 jubilados y pensionistas aparecían inscritos como demandantes de empleo en los servicios públicos, sin contar como parados.

249.492 jubilados y pensionistas aparecen inscritos como demandantes de empleo en los servicios públicos, sin embargo, no cuentan como parados en las estadísticas oficiales de desempleo. (Imagen: E&J)

Un colectivo en un limbo legal

Para Alberto Novoa, socio de laboral de Roca Junyent y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Nacional de Laboralistas (ASNALA), “un aspecto crucial de estos datos es que estos jubilados, a pesar de estar buscando empleo activamente, no son considerados como desempleados en las estadísticas oficiales. Esta categorización plantea varias preguntas sobre cómo medimos y entendemos el desempleo en nuestra sociedad”.

Desde su punto de vista, la razón oficial para no incluir a estos jubilados es que, jurídicamente, se les considera en “situación incompatible” con la disponibilidad para el trabajo, atendiendo a la normativa vigente desde 1985.

A su juicio la situación tiene varias implicaciones importantes: “En primer lugar hay que hablar de subestimación del desempleo real. Al no incluir a los jubilados que buscan empleo en las estadísticas de paro, es posible que estemos subestimando la verdadera magnitud del desempleo en España”. Otro aspecto que Novoa analiza es la “presión sobre el sistema de pensiones. El hecho de que tantos jubilados busquen empleo podría indicar que las pensiones actuales no son suficientes para mantener el nivel de vida deseado por muchos jubilados”. Al mismo tiempo considera que esos datos sugieren un “cambio en la percepción de la jubilación. Estos datos sugieren un cambio en cómo se percibe la jubilación en la sociedad española. En lugar de ser un período de descanso completo, para muchos se está convirtiendo en una fase de actividad laboral continuada, aunque posiblemente reducida”.

En su opinión, al final esa situación genera desafíos para las políticas de empleo: “Las políticas de empleo actuales pueden no estar adaptadas para abordar las necesidades específicas de este grupo demográfico que busca trabajo después de la jubilación”. Para Novoa se habla de un colectivo con un potencial económico no aprovechado: “Los jubilados representan un grupo con experiencia y habilidades que podrían contribuir significativamente a la economía si se les diera la oportunidad adecuada”.

Al final esta situación lo que genera es la necesidad de revisión de las estadísticas laborales. Pues los datos sugieren que puede ser necesario reconsiderar cómo categorizamos y medimos el desempleo para reflejar con mayor precisión la realidad del mercado laboral actual.

Alberto Novoa destaca que «esta situación sugiere la necesidad de una revisión de cómo entendemos y medimos el desempleo en nuestra sociedad cada vez más longeva y dinámica». (Imagen: Roca Junyent)

Como conclusión Alberto Novoa indica que “el fenómeno de los jubilados que buscan empleo es una realidad creciente en España que merece mayor atención y análisis. Aunque no se reflejan en las estadísticas oficiales de desempleo, representan una parte significativa de la población activa que busca trabajo. Esta situación plantea desafíos importantes para las políticas de empleo y de pensiones y sugiere la necesidad de una revisión de cómo entendemos y medimos el desempleo en nuestra sociedad cada vez más longeva y dinámica”.

Una reforma hecha desde el diálogo social

Para Pilar Cascón, abogada experta en relaciones laborales y Seguridad Social del despacho Alliantia y secretaria general de ASNALA, es una realidad la figura de la persona jubilada que quiere compaginar su pensión con un trabajo. “En mi experiencia actual cada vez recibo más consultas de personas jubiladas o cerca de la jubilación que pretenden aprovechar las compatibilidades de trabajo y continuar recibiendo prestación de jubilación. Suelen ser personas cualificadas con altos ingresos que ven reducir sus emolumentos con la pensión que ahora reciben. Buscan trabajo conservando la condición de pensionista, lo que efectivamente da lugar a que no se encuentren en ninguna clase de lista de desempleados”, señala Cascón.

Esta experta cree que esta reforma es acertada, “fruto de la mesa del diálogo social, es una cuestión que hay que tenerla en cuenta. Es importante que empresas y trabajadores estudien esta reforma que acaba de entrar en vigor para que lo que pacten este consensuado sobre el nuevo marco normativo. Están en las listas de jubilados, lo que queda por pensar es si habría que reconsiderar su situación porque buscan empleo, pero no están en la lista de desempleados por este motivo. Es posible que haya que cambiar los criterios estadísticos, habrá que ver cómo se contabilizan y saber realmente si están buscando empleo o no”.

Pilar Cascón reconoce que se incrementan las consultas de profesionales que quieren compaginar su pensión con un trabajo: «Es importante que conozcan bien la reforma que hizo el Gobierno desde el diálogo social». (Imagen: cesión propia)

El crecimiento de este grupo deja abierto la discusión a si, desde el Ministerio de Trabajo deberían dirigirse este colectivo de profesionales que buscan empleo con algunas políticas de empleo. A juicio de Pilar Cascón, los 60 años son los nuevos 50 porque hay mayor esperanza de vida “aunque otros expertos señalan la necesidad de centrarse en los jóvenes porque nuestro país tiene unos índices de paro importantes y hay que focalizarse en los jóvenes y que tengan el trabajo que buscan y no siempre encuentran”.

Son profesionales que quieren seguir trabajando. Hay además otro perfil de profesional, como es el que ha sido prejubilado en algún proceso de bajas incentivadas y que tampoco se encuentra como demandante de empleo porque en realidad no percibe prestación, ya que suele ser la empresa la que le abona una pensión durante un tiempo hasta la jubilación ordinaria o anticipada. Estos perfiles también se encuentran buscando otras actividades empresariales o de formación que hacer, incluso proyectos personales que les complementen sus ingresos, pero no están ni desempleados ni trabajando.

Un tercer grupo de profesionales para Pilar Cascón es aquel colectivo, también importante, que a lo largo de su vida laboral no ha tenido unos ingresos elevados debido, sobre todo, a que han estado en puestos peor retribuidos, por eso se sienten satisfechos de continuar compartiendo su experiencia y están en busca de empleo, incluso dan formación en centros profesionales.

Todos estos casos diversos tampoco se encuentran en las listas del desempleo aunque suponen un número importante de personas trabajadoras que están buscando oportunidades de trabajo.

La jubilación ya no es el descanso

Para Omar Molina, director del área laboral de Augusta Abogados, “en un país donde la tasa de desempleo juvenil sigue siendo una de las más altas de Europa, sorprende descubrir que casi un 10% de los parados registrados en España son personas jubiladas que buscan volver al mercado laboral. Más que una anécdota es una tendencia que revela una realidad incómoda: la jubilación ha dejado de ser, para muchos, sinónimo de descanso merecido”.

Este jurista se pregunta si, “frente al entusiasmo de quienes ven en esto un beneficio, cabe preguntarse si es ésta búsqueda de empleo entre jubilados una elección real o una necesidad impuesta”. A su juicio, “sí hay personas cualificadas que desean seguir aportando, compartir su experiencia o mantenerse mentalmente activas. Y está muy bien que puedan hacerlo si lo eligen libremente, pero generalizar este fenómeno como algo positivo puede llevarnos a normalizar lo que en muchos casos es una señal de vulnerabilidad, con pensiones insuficientes, precariedad acumulada o pérdida de identidad profesional mal gestionada”.

Desde el punto de vista de Molina, “la narrativa del envejecimiento activo es poderosa pero también peligrosa si se convierte en una coartada para no mejorar el sistema de pensiones o para aplazar el debate sobre la calidad del empleo juvenil. Porque cuando un jubilado quiere trabajar, muchas veces es porque no puede permitirse no hacerlo, y eso no debería ser motivo de celebración”.

A su juicio, “además, este fenómeno plantea una tensión intergeneracional que no podemos ignorar. ¿Qué mensaje lanzamos a los jóvenes cuando ni siquiera retirarse a los 65 años garantiza seguridad económica? ¿Estamos construyendo un modelo de vida en el que la única forma de mantenerse digno es seguir siendo productivo hasta el final?”, se pregunta Omar Molina.

Omar Molina advierte que normalizar esta situación «en muchos casos es una señal de vulnerabilidad, con pensiones insuficientes, precariedad acumulada o pérdida de identidad profesional mal gestionada”.  (Imagen: Augusta Abogados)

Para experto laboralista “la reforma que permite compatibilizar pensión y trabajo ofrece flexibilidad, pero esa reforma también exige vigilancia, ya que no todos los caminos hacia la reincorporación laboral son igual de voluntarios, ni igual de dignos. Y mientras nos ocupamos de adaptar las estadísticas, no olvidemos lo esencial, y es que el derecho a retirarse debería ser tan respetado como el derecho a trabajar”.

En su opinión, “celebrar sin matices que los jubilados vuelvan al mercado laboral puede hacernos perder de vista lo fundamental, como es un sistema justo que debería permitir que quien quiera seguir trabajando lo haga, pero también garantizar que quien no pueda o no desee hacerlo, no se vea obligado a seguir luchando por llegar a fin de mes”.

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