La abogacía preventiva como modelo empresarial para reducir la litigiosidad
La abogacía preventiva como modelo empresarial para reducir la litigiosidad
Cuando Legálitas nació, hace más de 20 años, la mayor parte de la población nunca había acudido a un abogado. Solo los que tenían un problema muy importante o un juicio inminente, se decidían a consultar y poner en manos de un profesional el problema que les acuciaba. En el resto de los casos, el respeto al precio que les suponía o la ausencia de un letrado de confianza, distanciaba el acceso universal de los ciudadanos a un criterio profesional jurídico con carácter preventivo.
Por aquel entonces, nos propusimos llenar ese espacio y acercar el abogado a los ciudadanos, ofreciendo un precio cerrado anual que eliminase la incertidumbre económica de tener que pagar cada vez que se necesitase consultar algo a un abogado. Algo impensable en ese momento, asociado a la figura del despacho tradicional.
Pero poco o nada tiene que ver la España de finales de los noventa con la España de hoy, con la extraordinaria evolución de nuestras sociedades, cada vez más complejas e interconectadas, en un mundo global en el que el desarrollo tecnológico lo ha transformado todo, con los avances y reconocimiento de nuestros derechos como ciudadanos.
Veinte años después, la forma de ejercer la profesión de abogado, basada en el empleo de técnicas orientadas a la anticipación y prevención de problemas y conflictos legales, que den como resultado minimizar los riesgos legales y, en paralelo, aumentar los derechos y lograr salidas negociadas a los conflictos, se define como abogacía preventiva.
Del mismo modo que la sociedad ya ha asumido, que la medicina preventiva es capaz de evitar complicaciones en nuestra salud e incluso ahorrar vidas, las compañías que nos dedicamos a ofrecer servicios legales debemos esforzarnos y dedicar recursos para lograr una mayor sensibilidad en las personas, haciendo entender que un abogado puede ayudar a evitar múltiples inconvenientes futuros.
No es necesario esperar a que nos duela alguna parte del cuerpo para acudir al médico, no es necesario esperar a que nos requieran o denuncien para acudir a un abogado. Tan cierta es una como otra afirmación y ahí es donde los despachos de abogados debemos focalizar nuestros esfuerzos, con el fin de proteger a las personas y, desde el puno de vista empresarial, como modo de extender nuestros modelos de negocio y contribuir, además, a reducir la litigiosidad y generar un ahorro económico en nuestro sistema judicial.
A menudo escuchamos quejas sobre el colapso del sistema, sobre el retraso en los señalamientos por parte de los juzgados o la falta de medios humanos o técnicos para asumir tanto trabajo. Y lo hacemos, conscientes o no, de que nosotros también contribuimos a ese caos, pudiendo evitar una llegada masiva de casos a los juzgados si, antes de realizar alguna acción o tomar una decisión, a la postre incorrecta, nuestro cliente nos hubiese consultado. Es ahí donde debemos incidir. Y es tarea de todos.
La sociedad de la información y la evolución tecnológica nos ha proporcionado el acceso instantáneo a todo tipo de noticias, opiniones y reacciones que, en muchos casos, consumimos sin contrastar su veracidad. No obstante, del mismo modo que aceptamos que no deberíamos automedicarnos, que no podemos diagnosticarnos enfermedades sin tener conocimientos, ni mucho menos operarnos a nosotros mismos de cualquier dolencia, deberíamos ser conscientes de que nuestra propia intuición, la opinión jurídica de un amigo, familiar o lo leído en una simple página web, no debería ser usada como fuente fiable para afrontar nuestro problema legal, puesto que cada asunto se rodea de distintas circunstancias que podrían hacerlo único, en función del caso y la persona implicada.
Todas las personas estamos expuestas, de forma continua, a circunstancias en las que contar con un abogado nos permitirá tomar mejores decisiones. Todos pasaremos de manera irremediable por alguna de estas situaciones: compra o alquiler de una vivienda, contratación de suministros, boda o divorcio, convenio regulador de nuestros hijos, firma de un contrato de trabajo, despido, compras, multas, pago de impuestos… momentos en la vida de los que saldremos mejor parados si un abogado nos acompaña en cada uno de ellos.
Debemos insistir y concienciar a las personas sobre la importancia de contar con un abogado antes de tomar cualquier decisión importante. Es más, si algo caracteriza a la asistencia jurídica, a la que los ciudadanos tienen derecho constitucional, es la capacidad de adaptarse a las circunstancias sociales y económicas que nuestras sociedades demandan. Y muy especialmente en los momentos de crisis.
En estos años hemos tenido que afrontar importantes fracturas sociales, como consecuencia de esas situaciones de emergencia económica, pero, hasta hace unos meses, nunca una pandemia mundial, que ha sesgado cientos de miles de vidas y ha puesto en jaque nuestros modelos de desarrollo económico y productivo.
La gran lección que nos dejará la COVID-19, es que lo más importante son las personas, es decir, nuestros clientes y nuestros profesionales. El virus nos pone a todos al mismo nivel y nos enseña lo vulnerables que somos. Todos necesitamos médicos que nos curen y se anticipen a nuestros problemas sanitarios, como todos necesitamos abogados que revisen los documentos que vayamos a firmar, las alegaciones que podamos realizar o las negociaciones que debamos entablar.
Aun siendo imprescindibles, la innovación, el desarrollo y la implementación de la tecnología no son suficientes, si nuestros clientes no se sienten satisfechos con nuestro trabajo. La celeridad de los cambios nos exige ser, no solo más eficientes, sino más empáticos, mucho más cercanos a sus problemas del día a día. Necesitamos nuevos y decididos pasos en el desarrollo de la RSC de nuestras empresas al servicio del conjunto de la ciudadanía.
No se trata solo de ofrecer herramientas tecnológicas a nuestros equipos que permitan hacer del teletrabajo una práctica habitual, que también, si no de desarrollar modelos de gestión empresarial, políticas de diversidad, equidad de género y conciliación familiar. Resulta indispensable preocuparse de la salud física y psíquica de los colaboradores, asegurarles una buena calidad de vida y un espacio de igualdad.
Debemos reinventarnos una vez más. Solo si somos proactivos, solo si somos capaces de desarrollar un enfoque preventivo, evitaremos los conflictos futuros o, al menos, habremos contribuido a minimizarlos.
Apostemos por un compromiso con el fortalecimiento de la sociedad civil, dotándola de instrumentos que permitan conocer nuestros derechos y consolidar nuestras libertades, trabajando y esforzándonos en el desarrollo de la abogacía preventiva en nuestro país.