Abogacía e Inteligencia Emocional: el factor diferencial
"La Inteligencia Emocional es fundamental en los despachos"
(Imagen: Freepik)
Abogacía e Inteligencia Emocional: el factor diferencial
"La Inteligencia Emocional es fundamental en los despachos"
(Imagen: Freepik)
Recientemente, he leído el ensayo Óptimo. Rendimiento, empatía e inteligencia emocional de Daniel Goleman y Cary Cherniss, una obra esencial para aquellos a los que nos apasiona la inteligencia emocional (en lo sucesivo IE). Y digo esencial, ya que tras la revolución que supuso el best seller de Daniel Goleman Inteligencia Emocional allá por los noventa, Óptimo es la culminación de décadas de descubrimientos científicos relacionados con la IE, revelándonos nuevos métodos prácticos para alcanzar un estado de alto rendimiento y satisfacción.
La obra realiza un repaso actualizado de los cuatro dominios de la IE (autoconocimiento, autogestión, empatía y capacidad social), así como de las diversas competencias asociadas a los mismos (autoconsciencia emocional; equilibrio emocional, adaptabilidad, logro, positividad; empatía, consciencia organizativa; influencia, coaching, gestión de conflictos, inspiración, trabajo en equipo), y nos ilustra en detalle sobre la importancia de la IE en el trabajo y el papel trascendental que aquella está jugando y jugará en el futuro.
Tras esta apasionante lectura, he visto renovada mi creencia sobre la importancia de la IE para la actividad profesional del abogado y la imperiosa necesidad de formarnos en dicha materia. Pero, vayamos por partes.
Salovey y Mayers definen la IE como una forma de inteligencia social que implica la habilidad de controlar los sentimientos y emociones de uno mismo y de los demás, con el fin de discriminar dicha información y emplearla con el fin de guiar nuestro pensamiento y acción. Por lo tanto, de lo que se trata con la inteligencia emocional es disponer de habilidades que nos permitan reconocer, comprender, emplear y gestionar las emociones tanto para resolver problemas, como para regular nuestro comportamiento.
Partiendo del papel más que relevante que juegan las emociones en nuestra práctica profesional (pues no hemos de olvidar que nuestra actividad está basada en interacciones personales con clientes, compañeros de profesión, jueces, fiscales, funcionarios, etc.) resulta sorprendente que, tradicionalmente, los abogados hayamos marginado las competencias emocionales en favor del conocimiento técnico (estudio, análisis, etc.). Sin embargo, la realidad es que desde la fecha de publicación en 1995 de la obra de Daniel Goleman Inteligencia Emocional hasta el día de hoy, esta discriminación ha ido evolucionando afortunadamente a favor de las competencias emocionales, si bien queda mucho camino que recorrer.
Y para recorrer ese sendero, es fundamental saber que, fruto de las numerosas investigaciones y experimentos realizados en torno a la IE, se ha demostrado que el fomento de la misma en los despachos de abogados es esencial para el éxito del profesional y su organización. En tal sentido, podríamos aventurarnos a señalar aquellos beneficios a los que la IE podría contribuir:
- Se fomenta la lealtad de los clientes, de los miembros del despacho (abogados y personal), y se establecen fuertes relaciones con terceras personas o entidades vinculadas al mismo.
- La IE favorece el desarrollo de extraordinarios líderes dentro de la organización, lo que a su vez coadyuva a un clima laboral positivo incrementando la calidad del trabajo desarrollado por los integrantes del despacho.
- Igualmente, los equipos de trabajo son más creativos y productivos al alcanzar una mayor participación, colaboración y cooperación entre sus miembros.
- Las habilidades emocionales de la IE incrementan notablemente las funciones intelectuales y dan acceso otras habilidades de manifiesta importancia.
- Finalmente, la organización mejora en logros y resultados.
En definitiva, un despacho formado por profesionales que sepan liderar equipos, identificar las preocupaciones de los clientes y establecer fuertes relaciones constituye el elemento clave para incrementar la productividad, fortalecer el liderazgo y alcanzar altos niveles de influencia e impacto de la organización, lo que supone un factor diferencial a tener muy en cuenta en un en un mercado global y competitivo como el nuestro.
Concluyo resaltando una reflexión de Peter Salovey: «La Ley es interacción humana que se produce en climas emocionales. Todo abogado que pueda comprender que emociones están presentes y por qué, dispone de una gran ventaja»